“¡Una prostituta de once años ha llenado el pueblo de sífilis!” fue el titular del reportaje realizado en la Agencia de Prensa Valahia News de Rumania. Enseguida, la chiquilla fue interceptada y llevada al hospital “evitando” así la propagación de la infección en la comunidad.

Su nombre era Eliza, mejor conocida como Lizoanca, una niña introvertida que se caracterizaba por su cabello zarrapastroso, a quien su padre, sin importar el humor que llevara, le propinaba unas golpizas públicas. Ella, en consecuencia, se sentía obligada a salirse de su casa, y aunque para muchos de los habitantes era un rumor, se sabía que la chica ofrecía su cuerpo a cualquier oportunista que le diera a cambio un croissant o algún harapo.

Luego de aparecer en los periódicos y en la televisión, el caso de la niña prostituta se había convertido en un objeto mediático, que exhibía a una sociedad indiferente ante su inocente y naturalizada desventura, con muy pocos deseos de ayudar a la criatura.

El espectáculo que reunía a los televidentes para saber más acerca de la pequeña pinga se acrecentó, sobre todo frente a las interrogantes: ¿A los cuántos años empezó?, ¿cuántos habían pasado por su cama?, ¿quiénes eran los “afectados”? o ¿cuáles eran los lugares en los que fornicaba?, cuestionamientos que los “líderes de opinión” intentaban contestar.

Eliza a los once años, es la obra de la escritora rumana Doina Rusti, basada en una historia real. La también cronista literaria ha recibido por dicho ejemplar el prestigioso premio Ion Creanga de la Academia Rumana. Ya antes había obtenido el galardón más importante de su país, el Premio de la Unión de Escritores de Rumania, por su novela El fantasma del molino.

Al leer sus páginas se percibirá su singular estilo de narración, que detalla el presente y el pasado de sus personajes, inspirada también en el contexto de su país tras el final del régimen comunista que se confluye con una dosis de fantasía.

Eliza a los once años
Doina Rusti
Traspiés, 2014