“Buenos Aires se ve tan susceptible, es el destino de furia, es lo que en sus caras persiste” es como describe la banda Soda Stereo a la capital argentina a mediados de la década de los ochenta, espacio y tiempo donde Facundo es el manjar más apetitoso de los bares y la vida nocturna de la urbe rioplatense, recién despierta de décadas de dictadura y de férreo control sobre los cuerpos y las sexualidades.

Lo mismo hombres que mujeres lo buscan, encantados por la mirada proyectada por sus ojos grises, la caída de sus cabellos, el blanco de su piel y una hermosura inigualable que provocaban que siempre fuera el rey de la esquina donde se detuviera.

Es su propia condición la que le pone límites a sus deseos. Consciente de que no todo se puede lograr en la manera en que desearíamos, Facundo separa a quienes son su fuente de ingreso y desean pasar un rato agradable de quienes de verdad desean estar con él a pesar de sus desenfrenos. Aunque la diferenciación pudiera ser cuestionable. En este último terreno aparecen personajes como Nerval, Carolina, Juanji y Lautaro, quienes de diferentes maneras se involucran con el adonis bonaerense que teme permanecer solo por las noches y prefiere estar en compañía de muchos anónimos, temiendo que la fatalidad vuelva a su vida.

¿Acaso se ha enamorado alguna vez? Facundo teme responder a la pregunta, pues prefiere solo ser quien finge dar amor, pero no encara las situaciones en las que le exigen dar lo propio, no en un sentido romántico, sino en lo que esperarían jóvenes de la generación X que no formalizaban nada en sus vidas pero sí deseaban una certeza emocional.

Un retrato de esas juventudes marginales, que bien podrían estar en cualquier rincón del mundo, en el que cuestionan las ideas construidas en torno al amor, al progreso, a la vida, a la madurez, e incluso la muerte, y optan por el goce de las experiencias con drogas, alcohol, sexo o cualquier otra opción que les libere del tedio cotidiano.

De Mariana Enríquez, Bajar es lo peor, su prima novela, publicada hace casi treinta años, se reedita sin un retoque por parte de la autora, a fin de no perder esa esencia de crudeza que la posicionó como un texto de culto, inspirador de muchas otras historias posteriores y ubicador de muchas vidas simultaneas.

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