Transgresión literaria
A finales de la década de los setenta, España comenzó una transición institucional, pero también sociocultural. Tras el fin de una dictadura, comenzaron a emerger temas que por varias décadas estuvieron censurados, e incluso, ampliamente condenados, a tal grado que quienes rompieran con las reglas impuestas por el gobierno podían ser encarcelados y reprimidos hasta ser vejados en su totalidad.
En medio de esos aires de cambio, en San Blas, en las inmediaciones de Madrid, en esas periferias a donde fueron enviadas centenas de familias de trabajadores como parte de una condena económica, crece Alana, enfrentando la dureza propia del barrio, el exceso de drogas disponibles y la desesperanza de las nuevas generaciones, pero también la de no sentirse compatible con su propio cuerpo.
Narrada en primera persona, La mala costumbre, de Alana S. Portero, es el primer ejercicio literario de una mujer trans española desde los interiores de un departamento de las periferias y cuyos ojos enfocan diferentes aspectos que podrían pasar desapercibidos para alguien común, pero para los de una niña o adolescente trans, toman otros significados.
Es a través de estos que aparecen quienes han decidido transgredir las heteronormas, el patriarcado, el privilegio del ser masculino, para dar soltura a su identidad de género o a su orientación sexual, en medio de una de las sociedades más católicas y conservadoras del mundo a finales del siglo pasado. Una sociedad en la que aún hay remanentes del franquismo a pesar de la gran movida de los ochenta y la sugerencia de discursos de mayor apertura de criterio y de pensamiento.
Es allí donde Alana descubrirá a su primer amor, comenzará a entender qué ocurre en su cuerpo al acercarse a otras mujeres trans, identificará esos espacios como La Chueca, donde puede comenzar a ser quien es sin tener que fingir, confrontará los cánones de vestimenta, de formas de ser y de pensar, tanto al interior de su familia como al exterior, donde se le exigía una forma de ser, pero la resquebraja hasta el día de hoy.
En medio de ese proceso de transición, descubre la violencia y el odio hacia las mujeres trans, la cerrazón de una sociedad en la que la frase “preferible un hijo drogadicto que un maricón” resume la falta de apertura.