Con un ánimo de esperanza, Jared buscaba en el programa XXX la forma de resarcir la pena de ir en contra de los fundamentos de su iglesia. Sus pensamientos, basados en la forma en como percibía a los hombres, demeritaban su vida casi perfecta de jugador estrella, con pareja estable y familia de ensueño.

Siendo adolescente, la decisión de internarse no era sencilla, pero su madre y padre profesando un amor vivo, consideraban la mejor opción para su hijo que, ante los ojos de Dios, podría ser “la cura” a la orientación sexual que Jared estaba materializando.

A su llegada, el entorno cambió de forma simbólica de un verde colorido a un espacio sombrío, hueco y absorto por comportamientos militarizados, reglamentos prohibitivos de prácticas básicas de interacción humana, demeritación de la privacidad de la persona, así como la falta de comunicación con el exterior en cualquiera de sus posibilidades. Al interior, un grupo de adolescentes, hombres en su mayoría, y algunas mujeres valientes, daban paso a la lectura de la guía de conversión, de memorización fundamental para todas las personas asistentes.

El terapeuta y coordinador, Victor Sykes, penetraba en cada una de las mentes de sus pupilos la idea de estar en una atapa de pecado, desviación y enfermedad, cuya cura se encontraba en el reconocimiento de su patología, un comportamiento masculino y la fehaciente idea en que el poder de Dios les daría la oportunidad de llegar a ser un hombre de verdad.

Historia basada en hechos reales y dirigida por Joel Edgerton, Boy Erased (2018), abre una de las problemáticas resonadas a partir de la prohibición de las llamadas ECOSIG o terapias de conversión con su foco en Estados Unidos que entre escenarios crueles pero muy realistas, permite entender la importancia de penalizar a toda persona y grupo que bajo la idea errónea de cualquier forma de orientación e identidad de género fuera de lo heterosexual puede curarse.

Boy Erased

Director: Joel Edgerton

Estados Unidos, 2018