Residentes en Nueva York y con más de 40 años, esta pareja de artistas se encontraba en una búsqueda constante por concebir un primogénito, después del éxito laboral y reconocimiento a su trayectoria profesional. ¿Qué pasa con aquello que deseo y no obtengo?, ¿el dinero lo puede solucionar?, y si no funciona ¿qué me queda hacer? Para Rachel y Richard estas preguntas rondaban constantemente en su cabeza después de enfrentarse a numerosos tratamientos de fertilidad sin conseguir resultados. Los intentos de adopciones frustradas, el abuso económico y emocional de adolescentes embarazadas buscando manutención y la carga social sobre no tener descendencia transformaban el desencanto en ambición por llevar un embarazo a término.

Como un llamado ante la desesperación llegó a sus vidas Sadie, la sobrina que decidió darle una vuelta a su vida en la ciudad y que al mismo tiempo reconfortaba el vacío de sus tíos. Ella, con una admiración profunda, amor y mucha empatía, se vuelve rápidamente la aliada que sus tíos buscaban para hacer de la maternidad y paternidad una realidad como madre sustituta.

Estrenada en el festival de cine de Sundance en 2018 y agregada al catálogo de Netflix en este año, Vida privada (Private Life), de Tamara Jenkins, retrata las atenuantes que se enfrentan al recurrir a tratamientos de reproducción asistida con una óptica cristalizada para apreciar desde los motivos de las parejas que apelan a este tipo de tratamientos, derivados en prácticas eugenésicas, así como los entornos para quienes la maternidad subrogada alimenta un capital que incluye violencia obstétrica y maternidad impuesta, entretejiendo un discurso simbólico contrario al derecho reproductivo  Las vivencias de quienes deciden dar en adopción, los catálogos de mujeres que ofertan sus vientres y las complejas solicitudes de adopción también forman parte de los temas del filme, por lo que vale la pena descubrir estos contenidos y ampliar las reflexiones respecto al tema.

Vida privada

Estados Unidos, 2018
Directora: Tamara Jenkins