Compartir un departamento en Barcelona con estudiantes de diferentes partes del mundo, tanto de Sudamérica como de España; estar alejada de la familia y de su natal Chile por primera vez; la búsqueda de un porvenir en el peleado mundo literario; la necesidad de encontrar esas historias jamás contadas para plasmarlas en una serie de hojas que den cuerpo a un cuento o a una novela son parte de los condimentos de la vida de Javiera, quien ha decidido salir al mundo a buscar respuestas a preguntas nunca antes planteadas en su existir.

La primera duda que irrumpe en su apacible estancia en la capital catalana es el ejercicio de una sexualidad ajena a sus concepciones y sus vivencias, pues decide encamarse con su compañero de piso, Manuel, quien a la vez vive con su novia en el mismo lugar, y tiene otras parejas sexuales fuera de ese microespacio. Pero no solo eso, algunas de ellas lo saben, e incluso, conocen a las otras, y también tienen sus propias parejas fuera de esa triangulación relacional.

Un poco ajena a esta situación, entre paseos por Las Ramblas, bares, espacios artísticos y culturales y la playa La Barceloneta, Javiera descubre otra sociedad, otras maneras de vivir, a veces no tan alejadas de su natal Chile, y en otras ocasiones, muy distantes de su país austral. Se percata de la empatía que le pueden despertar otras mujeres, con quienes se vincula sexualmente, pero también de manera amistosa, aceptando que en estos tiempos post, una aventura sexual no es motivo suficiente para generar vínculos afectivos permanentes, y más aún, si se romper con la heteronorma y los guiños patriarcales.

De Paulina Flores, La próxima vez que te vea, te mato evoca las migraciones, tanto geográficas como ideológicas, esos procesos de modificación de percepciones, y a su vez, retrata la crudeza de un mundo cada vez más individualizado, aislado, ajeno a la compañía, al buen trato, a la plática y a la posibilidad de redescubrirse a nivel personal. Una radiografía de las juventudes de la segunda década del siglo XXI, radicadas en espacios que cumplen con todas sus exigencias, pero también desatan múltiples cuestionamientos a su funcionamiento, así como a todo aquello que rodea a este estilo de vida, en el que muchas veces, un poco de escucha y de muestras de cariño son suficientes para subsanar una realidad en la que los sueños, las aspiraciones y las ambiciones parecen sucumbir ante muchas intransigencias del propio sistema.