Historias de las chicas malas
La salida de un espacio cerrado en la provincia argentina a un entorno un poco menos hostil hacia quien vive la disidencia de la heteronorma debido a que su cuerpo y su mente no se corresponden, y todo aquello predestinado para un varón debe ser dejado a un lado para adoptar la forma de ser y de sentir de una mujer, es parte del proceso vivido por Camila en sus años previos a la posibilidad de mudarse a un espacio urbano muy diferente al que creció.
Llegar a una ciudad más grande, alejada de los pueblos en los que transcurre la calma, requiere encontrar a personas con las que se identifica para poder hacer esa mudanza más sencilla y más placentera. En su traslado, no las había encontrado hasta que visitó uno de los parques de la zona, donde poco a poco aparecen en escena, como en obra de teatro, algunas travestis –como se nombra en Argentina a las personas trans-, dueñas de sus propias historias y andanzas.
Desde la madre de todas ellas, la Tía Encarna, quien en los momentos en que conoce a la protagonista, cambia su función de ser la líder y quien las conduce por los caminos del trabajo sexual, por el de vivir su maternidad. Hasta otras como La Pato, Sandra o Angie, cada una con sus virtudes y sus vicisitudes que las llevarán a tener que tomar decisiones sobre sus vidas.
Es a partir del encuentro con ellas que Camila se desarrolla y vive por primera vez como es, se da oportunidad de tener experiencias que ya debería haber vivido pero su propio contexto se lo impedía, de ser ella y nadie más que ella, con todos los retos derivados, se aglutina en un capullo y después se desprende de él. Por primera vez, tiene voz propia, sin que se le cuestione o se le pongan trabas.
Con cada historia, y la propia, se nutre Las Malas de Camila Sosa, quien de manera autobiográfica va recordando a las chicas del Parque Sarmiento, quienes, a causa de las dificultades propias del ser trans en una sociedad en la que hay una negación a otras posibilidades de ser, enfrentaban difíciles condiciones de vida, violencia, VIH, discriminación, precariedad, entre muchos otros aspectos.
Cada voz, cada recuerdo, cada eco son plasmados por la autora para recordar a cada una de ellas, compartir parte de sus vivencias y otorgarles un lugar en la historia de la resistencia por la aceptación de una sociedad diversa.