La negación del silencio
Cada semana, son asesinadas tres personas por defender sus tierras y el medio ambiente de la invasión de industrias como la minería, la tala y la agroindustria. Muchas otras fueron silenciadas a través de arrestos, amenazas de muerte, juicios y campañas de desprestigio, de acuerdo con datos de Global Witness.
Uno de esos casos fue el de Evelia Bahena. Nativa de Guerrero cuya infancia transcurrió entre Iguala y Cocula, lugares situados en el imaginario colectivo global a partir de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos el 26 de septiembre de 2014, pero donde, desde hace muchos años, ha habido descontento ante la frenética extracción minera de oro.
Evelia recuerda que, desde niña, su padre, uno de los pocos hablantes de inglés en la zona (lo aprendió cuando se fue a trabajar a Estados Unidos), era el intermediario entre los pobladores y mineras canadienses. Se dio cuenta de que a la minera poco le importaba la gente.
De esta manera, en conjunto con su padre, Evelia y otras personas hicieron frente a Media Luna, una empresa de extracción minera, para que detuviera su producción y para que no se abusara de los ejidatarios de la zona, pagando precios irrisorios por la renta de sus tierras o buscando expulsarlos de ellas.
Sin embargo, en 2015, tras ser seguida en la calle por un hombre desconocido, quien la insultó y amenazó, además de indicarle que cada integrante de su familia estaba siendo vigilado, Evelia tuvo que huir a la Ciudad de México para salvaguardarse a ella y a su familia.
Su historia ha quedado plasmada en el libro Evelia. Testimonio de Guerrero, de Alejandro Pedregal, como un aliciente a que no se permitan abusos por parte de empresas y gobiernos (se sabe que la minera actuaba al amparo de las autoridades) y para contribuir a la construcción de un mejor porvenir.
Evelia. Testimonio de Guerrero
Alejandro Pedregal
Foca, 2018