Luis Zapata por siempre
Varios premios de literatura, una obra icónica en la historia de la literatura mexicana y latinoamericana por hablar abiertamente de la homosexualidad, varios guiones de cine y libretos de teatro, traducciones de obras literarias, crónicas y hasta una película en la que Juan Gabriel no quiso actuar, son parte de la amplia obra legada por Luis Zapata, sumamente recordado por El vampiro de la Colonia Roma, novela ganadora del premio Grijalbo de 1978, y que provocaría un cambio en la forma en la que se hablaba sobre homosexuales en la escena pública.
Considerada como picaresca, una novela sin tapujos, en la que por primera vez se exponía de manera cruda la vida de un joven homosexual, emergido de lo marginal, dedicado a la venta de su cuerpo y al despilfarro, con sentimientos encontrados, pero sin agobio de reconocerse, en El Vampiro… se presenta a un personaje icónico para las poblaciones sexodiversas del país, Adonis García, quien llega a la Ciudad de México a probar suerte, y a través de una simulada entrevista en siete capítulos sin ninguna coma ni punto ortográfico, se conocen los pormenores de su vida, de lo que sería la imagen de un “chichifo” de los años setenta en México. Sin embargo, esta no fue la primera novela galardonada del autor, quien falleció el pasado 4 de noviembre, y cuya narrativa sería traducida al inglés y al francés. En 1976, le fue otorgado el Premio Quetzalcóatl por su novela Hasta en las mejores familias, donde ya se entreveía su inquieta escritura, y un año después, ganaría el Primer Premio del Concurso de Cuento en Francés por su cuento Deuxième Pont.
Lo anterior como una clara muestra de su dominio de la lengua francesa, que le llevaría a estudiar la licenciatura en Letras Francesas en la UNAM y a desarrollar otra pasión que fue traducir textos de la Francia medieval, como los del poeta Béroul, quien escribió Tristán, celebré poema normando del siglo XII.
Siempre orgulloso de que su más famosa novela fuera quemada, apasionado de la cultura brasileña, preocupado por el reconocimiento de los derechos LGBTIQ y admirador de Angélica María, el escritor siempre consideró que una de las claves de su labor era no olvidar que “inventar un personaje significa también reconciliarse con algunos aspectos de uno mismo que a veces incluso desconoce”.