Neumococo, bacteria mortal
Después de tres días con fiebre de 39 grados, Raúl, de 67 años, fue llevado por sus familiares a urgencias por un malestar general acompañado de escalofríos intensos, tos con mucosidad amarillenta, dolor punzante en el tórax y dificultad para respirar. Luego de un análisis clínico fue diagnosticado con neumonía neumocócica, que es de más fácil adquisición en personas con un estado inmunocomprometido.
La bacteria Streptococcus Pneunoiae, conocida como neumococo, es causante de diversas infecciones que pueden traer complicaciones a la salud, sobre todo de personas con un sistema inmunitario comprometido. Existen más de 90 tipos de neumococos, sin embargo, su presencia en los grupos etarios extremos puede ser mortal, esto es, tanto en personas recién nacidas, y en sus primeros cinco años de vida, como en aquellas con 60 o más años de edad. En el caso de neonatos y menores de cinco años, es una de las principales causas de muerte por neumonía.
Los neumococos residen en las vías respiratorias altas de las personas y se alojan con mayor frecuencia en temporada invernal y primaveral, entre los meses de noviembre y abril. Las bacterias neumocócicas se adquieren a través del contacto con personas que están infectadas o que son portadoras de la bacteria. Su riesgo radica en que una vez que se adquieren, pueden causar enfermedades como otitis, sinusitis, neumonía, entre otras.
Síntomas
Existen cuatro tipos principales de infecciones que se desarrollan por neumococos, de modo que los síntomas y la gravedad son variables, conforme a la variante de bacteria presente.
La neumonía neumocócica se desarrolla como una infección en los pulmones y causa síntomas como fiebre alta, escalofríos, tos con flema a veces acompañada de sangre, dolor torácico, respiración rápida o dificultad para respirar, fatiga, debilidad, y en personas adultas mayores, confusión o somnolencia.
La meningitis neumocócica genera síntomas como dolor de cabeza intenso, fiebre alta, rigidez en el cuello, náuseas o vómito, sensibilidad a la luz, somnolencia, confusión. En bebés genera irritabilidad e inflamación en la parte superior del cráneo, conocida popularmente como mollera.
Otra infección que se puede generar por este tipo de bacterias es la otitis media neumocócica, que se desarrolla en el oído medio y genera síntomas como fiebre leve, dificultad para oír y en ocasiones supuración del oído. En bebés, provoca una constante irritabilidad.
Por último está la sepsis neumocócica, una infección de la sangre que causa fiebre alta, escalofríos, frecuencia cardiaca y respiratoria elevada, confusión o desorientación, presión arterial baja que puede desencadenar un shock séptico.
Factores de riesgo
Esta bacteria se presenta con mayor frecuencia en menores de cinco años, personas adultas mayores, personas que viven con VIH, diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, leucemia, o quienes tienen un sistema inmune debilitado.
Debido a que la principal forma de transmisión consiste en inhalar gotas infectadas que se dispersan al toser o estornudar, el contagio es más común entre grupos de personas que conviven en ambientes cerrados con poca ventilación como oficinas, salas de hospitales, guarderías, hogares de estancia prolongada de personas adultas mayores, e incluso, prisiones.
Tratamiento y prevención
El tratamiento para las infecciones por neumococo depende de la localización de la infección y la gravedad del cuadro clínico. Debido a que existen cepas resistentes a ciertos fármacos, se requieren una evaluación que permita para elegir el fármaco al cual sean sensibles los microorganismos.
Para prevenir el desarrollo de cualquiera de las infecciones relacionadas con esta bacteria es importante la vacuna antineumocócica sobre todo en población menor de cinco años y en personas adultas mayores. También se recomienda para personas embarazadas y personal de salud con actividades particularmente riesgosas
En menores de cinco años es recomendable la aplicación de la primera dosis de la vacuna a los 2 meses de edad, la segunda dosis a los 4 meses y los 12 meses el refuerzo. En el caso de personas adultas mayores, aplicar un refuerzo al cumplir los 60 años.
A las 72 horas de su ingreso hospitalario, Raúl comenzó a sentirse mejor.Sabe que por fortuna no había adquirido una cepa resistente por lo que tuvo una mejoría con los antibióticos que le indicaron; sin embargo, ahora es más consciente de la importancia que es vacunarse para evitar una complicación mayor.