Pien sensible en rosa — letraese letra ese

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Pien sensible en rosa


Durante su adolescencia, Alexa nunca tuvo problemas de acné y su piel requería cuidados básicos para lucir sin imperfecciones, incluso, pocas veces recurría a un maquillaje cargado. Mas después de varios años, casi al terminar la universidad, estuvo sometida a estrés por finalizar su licenciatura y comenzar a buscar trabajo. A esta situación se sumó un cambio en sus hábitos alimenticios, por lo que dicha combinación de factores provocó que en su rostro apareciera un enrojecimiento que no disminuyó en semanas.

En realidad, en ese momento, ella se enfrentó a su primer brote de rosácea, nombre recibido por una condición inflamatoria crónica de la piel que suele ser visible, sobre todo en el centro del rostro, y cuyo nombre deriva de la coloración rosa de las partes cutáneas afectadas.

El desarrollo de la rosácea es multifactorial debido a que puede ser causada por una predisposición genética o una inflamación crónica provocada por una respuesta del sistema inmunológico de la piel, con periodos de manifestación intermitentes, que pueden ir de algunas semanas, hasta meses, y después desaparecer.

Lo anterior, debido a que es una enfermedad crónica, con periodos de remisión (espontánea o gracias a los tratamientos) y con periodos de exacerbación (espontáneos o secundarios a los distintos estímulos desencadenantes), con tendencia a la mejoría o incluso desaparición de la enfermedad con los años, después de seguir ciertos tratamientos.

De acuerdo con un estudio publicado en el Journal of the American Academy of Dermatology, publicado en febrero de 2024, la prevalencia mundial de este mal dermatológico es de cinco por ciento, presentándose con mayor frecuencia en el bloque de adultos de 25 a 39 años, con un 3.7 por ciento de prevalencia, pero también, con una presencia importante en el grupo de adolescentes/adultos jóvenes, de entre 16y 24 años, con un 3.2 por ciento.

Por género, la prevalencia indica que las mujeres se ven más afectadas por la rosácea que los hombres, respectivamente un 5.9 por ciento frente a un 4.4 por ciento.

Síntomas

Los síntomas pueden variar según el tipo de lesiones en la piel, ya que se ha registrado la existencia de cuatro diferentes tipos: el primer tipo conocido es la eritematotelangiectásica, caracterizada por el enrojecimiento facial persistente, especialmente en mejillas y nariz, así como vasos sanguíneos dilatados que son visibles y sensación de calor, escozor o ardor que se agravan con el sol, el calor, la ingesta de alcohol, el ejercicio y el estrés.

La segunda variante es la rosácea papulopustulosa, que provoca síntomas como enrojecimiento facial, piel sensible e inflamada, acompañada de brotes de pápulas y pústulas similares al acné, pero sin puntos negros. En muchas ocasiones, su parecido con el acné dificulta su diagnóstico.

La tercera modalidad es la rosácea fimatosa, detectada como más común en hombres, puede identificarse por engrosamiento e irregularidad de la piel, sobre todo en la nariz, aunque también en mejillas, mentón u orejas, además de poder provocar el agrandamiento de los poros.

Finalmente, la rosácea ocular se caracteriza por la presencia de ojos rojos, secos, llorosos o con sensación de arenilla, así como inflamación de párpados y muchas molestias físicas en las zonas oculares.

Diagnóstico y tratamiento

Un profesional especialista en dermatología puede realizar un examen físico del rostro para evaluar desde la presencia de vasos sanguíneos visibles hasta signos de afecciones oculares, revisión que debe complementarse con una historia clínica que analice antecedentes familiares, así como factores que podrían potenciar los síntomas.

Además, es necesario realizar algunos análisis de laboratorio si se sospecha de otras condiciones como acné, lupus, dermatitis seborreica o alergias. En algunos casos se puede indicar una biopsia para confirmar cambios estructurales en la piel o descartar la presencia de alguna otra afección dermatológica.

La rosácea no tiene cura, sin embargo, puede controlarse de manera eficaz para atenuar los síntomas y las molestias. El tratamiento dependerá de la identificación del tipo que se presente, así como la gravedad de los síntomas.

Algunas personas requieren tratamientos tópicos antinflamatorios y antibacterianos que permiten reducir la inflamación y controlar el enrojecimiento, mientras que, en los casos más severos, son necesarios los tratamientos orales, los cuales, deben acompañarse de supervisión médica.

Alexa adquirió una rutina matutina y nocturna para cuidar su piel, y después de 10 meses de suspender su tratamiento, ella sigue sin rastros de rosácea, gracias a los cambios de hábitos y el tratamiento médico.

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