De pronto, leer el periódico, ver la televisión o reconocer la sonrisa de tu hija se vuelve un desafío. La visión borrosa o distorsionada se convierte en parte de la vida diaria, de acuerdo con los testimonios de quienes padecen degeneración macular, una enfermedad ocular que afecta la zona central de la retina, provocando la pérdida progresiva de la vista.

La degeneración macular, especialmente, asociada a la edad (DMAE), es una de las principales causas de pérdida de visión en adultos mayores. Aunque se desconocen las causas, factores como el envejecimiento, el tabaquismo, la obesidad, los antecedentes familiares, la exposición a la luz solar o el bajo consumo de ácidos grasos (omega 3) aumentan la probabilidad.

Existen dos tipos de degeneración macular. La seca es la forma más común. Se produce cuando el ojo es incapaz de eliminar los residuos de las células y se forman drusas que se acumulan debajo de la retina. El otro tipo es húmeda, que es la responsable de la mayoría de los casos de pérdida de visión y se produce por el crecimiento de vasos sanguíneos anormales detrás de la mácula, que pueden filtrar líquido o sangre, dañando la retina.

La revisión anual oftalmológica es fundamental para que, mediante la exploración ocular, una angiografía con fluoresceína (fotografía de la retina) y tomografías, el especialista pueda detectar la enfermedad a tiempo y ayudar a ralentizar su progresión.

Según el tipo y evolución, el especialista tratará con suplementos dietéticos, terapéuticos, farmacológicos (inyecciones en ojo o brazo), implantes o lentes de gran aumento.