Salud cardiaca, en crisis
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en México. A pesar de los avances en la medicina y del acceso a tratamientos efectivos, los casos siguen en aumento y representan una carga significativa para el sistema de salud. Este tipo de enfermedades afectan al corazón y el sistema circulatorio en general, y pueden manifestarse en condiciones como hipertensión arterial, infartos, insuficiencia cardiaca y accidentes cerebrovasculares. Además, están estrechamente ligadas con otras enfermedades importantes como la diabetes y la enfermedad renal crónica. Aunque muchas de estas afecciones pueden prevenirse, el estilo de vida de la población mexicana, combinado con factores genéticos y condiciones de salud preexistentes han favorecido su crecimiento.
En nuestro país, las enfermedades cardiovasculares han desplazado a otras afecciones como las principales causas de mortalidad. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante el primer semestre de 2022, las enfermedades del corazón fueron responsables de más de 105 mil muertes en el país. Estas cifras superan a las defunciones causadas por la COVID-19, la diabetes mellitus y los tumores malignos, lo que confirma que se trata de un problema de salud de gran magnitud. El envejecimiento de la población, el aumento de enfermedades como la diabetes y la obesidad y el estilo de vida poco saludable han sido factores determinantes en el aumento de la prevalencia de estos padecimientos.
Uno de los principales factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares es la hipertensión arterial, una condición en la que la presión de la sangre contra las paredes de las arterias es demasiado alta, lo que aumenta la probabilidad de desarrollar problemas cardiacos y accidentes cerebrovasculares. Se estima que más del 35 por ciento de las personas adultas en México padecen hipertensión, aunque muchas de ellas no tienen un diagnóstico, ya que es una enfermedad silenciosa cuyas primeras etapas no producen síntomas alarmantes. La escasa detección y la falta de un control adecuado complican la situación, ya que muchas personas descubren su condición cuando ya han presentado complicaciones graves, como un infarto o la insuficiencia cardiaca.
Otro factor preocupante es el peso de la población mexicana. El sobrepeso y la obesidad afectan a casi el 75 por ciento de las personas adultas en el país. Las investigaciones han demostrado que el exceso de peso se relaciona con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, pues contribuye al aumento de la presión arterial y de los niveles de colesterol, y favorece la resistencia a la insulina.
Por otro lado, la diabetes, que también es un problema creciente en el país, se relaciona estrechamente con las enfermedades del corazón. De hecho, se estima que el 47 por ciento de las personas con diabetes padecen también hipertensión arterial, lo que multiplica el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares graves.
Las altas tasas de enfermedades cardiovasculares en México son producto de diversos factores, desde la predisposición genética hasta los malos hábitos alimenticios y el estilo de vida. Hasta ahora, el sistema de salud soporta la carga de enfermedad, pero la mejor estrategia es optimizar la prevención.
Directo al corazón
El consumo de tabaco y el beber alcohol en exceso son hábitos que siguen presentes en una parte importante de la población y que, es bien sabido, agravan la situación. El tabaco daña directamente las arterias, favoreciendo la formación de placas que obstruyen el flujo sanguíneo y pueden llegar a desencadenar infartos o embolias cerebrales. Por su parte, te, el consumo de alcohol en exceso puede elevar la presión arterial y contribuir al desarrollo de insuficiencia cardiaca. Aunque el tabaquismo ha disminuido en los últimos años, está muy lejos de eliminarse por completo, por lo que todavía representa un riesgo importante.
La carga de la enfermedad
Las enfermedades cardiovasculares no sólo afectan la calidad de vida de quienes las padecen, sino que también tienen un gran impacto económico en el sistema de salud. Los medicamentos para controlar la hipertensión, la diabetes y el colesterol alto deben tomarse de por vida, lo que implica un gasto importante tanto para las instituciones de salud pública como para quienes no son derechohabientes de ninguna de estas instancias. Además, si estas enfermedades no se detectan o no se controlan a tiempo, pueden derivar en complicaciones graves que requieren hospitalización, cirugías y rehabilitación prolongada.
Por ejemplo, el infarto agudo de miocardio es una de las principales causas de hospitalización en México. Se estima que el tratamiento de un paciente con infarto puede costar hasta 300 mil pesos en hospitales privados, mientras que en el sector público representa un gasto elevado pues se necesitan recursos y personal médico especializado. A esto se suma el costo de la rehabilitación cardiaca y la pérdida de productividad de las personas afectadas, que muchas veces no pueden reincorporarse a sus actividades laborales en varios meses.
El accidente cerebrovascular es otra de las complicaciones graves derivadas de las enfermedades cardiovasculares. Se trata de un episodio grave en el que una parte del cerebro se ve afectada por la falta de irrigación sanguínea. En muchos casos, deja secuelas permanentes que afectan la movilidad, el habla y la capacidad cognitiva de las personas, lo que las hace dependientes de cuidados y terapias de rehabilitación. Alguien que ha sufrido un evento de este tipo puede perder la movilidad de la mitad de su cuerpo, por lo que para atender las secuelas se requieren tratamientos prolongados y labores de cuidado.
Por otro lado, la insuficiencia cardiaca es una condición en la que el corazón pierde la capacidad de bombear sangre de manera eficiente. Las personas que padecen esta enfermedad, por lo general, requieren hospitalizaciones frecuentes y medicamentos especializados (y costosos) para evitar el deterioro de su condición. En casos más graves, pueden ser necesarios dispositivos como marcapasos o desfibriladores implantados, lo que eleva aún más los gastos médicos.
Cuando las enfermedades cardiovasculares no se detectan o no se controlan a tiempo pueden derivar en complicaciones graves que requieren hospitalización, intervenciones quirúrgicas y rehabilitación.
Reducción del impacto
Aunque las enfermedades cardiovasculares son un problema grave, la buena noticia es que muchas de ellas pueden prevenirse mediante cambios en el estilo de vida. El adoptar hábitos saludables es la mejor estrategia para reducir el riesgo de padecer estas enfermedades y sus complicaciones.
Uno de los aspectos más importantes para prevenir enfermedades del corazón es la alimentación. Una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, cereales integrales y proteínas bajas en grasa mantiene a raya los problemas cardiovasculares. Además, es fundamental evitar el consumo excesivo de sal, azúcares y grasas saturadas. La alimentación saludable ayuda a mantener un peso adecuado y a reducir los niveles de colesterol y de presión arterial, lo que disminuye el riesgo cardiovascular.
La actividad física es otro factor clave en la prevención. Hacer ejercicio de forma regular, al menos 150 minutos a la semana, fortalece el corazón y mejora la circulación sanguínea. No es necesario inscribirse en un gimnasio si no es viable, caminar, nadar, andar en bicicleta o practicar algún deporte son excelentes opciones para reducir el riesgo de desarrollar hipertensión y enfermedades del corazón.
Dejar de fumar y reducir el consumo de alcohol también son medidas esenciales para proteger la salud cardiovascular, además de muchos otros aspectos del bienestar físico, como evitar el cáncer de pulmón, la cirrosis hepática o la disfunción eréctil.
Es importante acudir a consultas médicas regulares para detectar cualquier anomalía en la presión arterial, los niveles de colesterol y la glucosa en sangre. La lucha contra las enfermedades cardiovasculares en México requiere un esfuerzo conjunto de la población, los profesionales de la salud y las instituciones de salud. Fomentar los hábitos saludables y garantizar el acceso a servicios médicos de calidad son pasos indispensables para reducir la incidencia de estas enfermedades y mejorar la esperanza de vida.