La práctica del vendaje de pies en las mujeres de la antigua China persistió durante mil años. Su final es muy reciente, tanto que algunas de las poseedoras de los llamados “lotos dorados” sobrevivieron hasta este siglo.

Deformar los pies de las niñas para que permanecieran pequeños en su edad adulta suele ser catalogado como una “costumbre incivilizada”. Era necesario fracturar algunos huesos y casi enrollar los pies sobre sí mismos para contener su desarrollo, con el objetivo de que los pies no crecieran más allá de los 10 centímetros de longitud.

Sin embargo, instituciones como la Universidad de Cornell (EE. UU.), a través de su Colección de Moda y Textiles (que contiene prendas desde el siglo XVIII hasta el presente), se preguntan cuánta diferencia hay entre estos vendajes y los corsés utilizados en Europa Occidental para afinar el talle de las mujeres. En ambos casos, se usan métodos constrictores para moldear partes del cuerpo femenino que se consideran sexualmente deseables.

Tal cual era el caso de los lotos dorados. Algunos historiadores afirman que los pies pequeños eran considerados un atractivo sexual de las mujeres, tanto como los genitales y los pechos. Además, los pies moldeados de esta forma obligaban a las mujeres a caminar de una manera específica, la cual contraía los músculos internos del muslo y la pelvis. Como resultado, se creía que mientras más pequeños fueran los pies, más fuertes serían los músculos vaginales y esto mejoraría el acto sexual.

Por esto, durante cientos de años, en China era prácticamente imposible lograr un “buen” matrimonio si una mujer no tenía pies pequeños.