Emily Dickinson es una de las poetisas más icónicas de la literatura estadunidense, aunque vivir en el siglo XIX no hizo más que postergar su reconocimiento. Sobra decir que, en esa época, las mujeres debían dedicarse a las labores domésticas, y publicar libros no era para nada una opción.

Conocida por su estilo único y su vida retirada, pasó la mayor parte de sus días en una relativa reclusión, escribiendo más de 1,800 poemas que sólo se publicaron después de su muerte. Su obra explora temas como la muerte, la inmortalidad, la naturaleza y el amor, destacando su uso innovador del lenguaje.

Su vida personal está rodeada de misterio, pero uno de los debates más intensos a su alrededor es su verdadera relación con Susan Gilbert Dickinson, esposa de su hermano Austin. Susan y Emily compartieron una amistad íntima que algunos académicos interpretan como una conexión romántica. Ambas mujeres se escribieron más de 300 cartas a lo largo de sus vidas, muchas de ellas llenas de lenguaje apasionado y términos afectuosos que van más allá de una amistad convencional. Emily incluso le dedicó numerosos poemas, lo que coloca a Susan como una de sus principales musas y fuentes de inspiración.

Aunque no existe una confirmación definitiva de una relación física o romántica, frases como “Sue, tú eres la tierra que sostiene mi vida” y “No hay otro puerto para mi alma que tú” han alimentado estas teorías. Sin embargo, también es cierto que en la época victoriana, las expresiones intensas de afecto entre mujeres no siempre eran vistas como inapropiadas.