Descubriendo la disautonomía
Algunas personas experimentan mareos al levantarse; otras, desmayos por permanecer mucho tiempo de pie; unas más, taquicardias sin realizar ningún ejercicio o, incluso, falta de control de la orina. Estos son algunos de los síntomas que viven las personas que padecen disautonomía. Aunque se escuche poco sobre ella, a nivel mundial se reportan 70 millones de casos de diversas formas de este padecimiento.
El sistema nervioso autónomo (SNA) controla y maneja de forma inconsciente importantes funciones del organismo como la frecuencia cardiaca, la presión arterial, la temperatura corporal, las funciones urinarias y las pupilas. Las personas con disautonomía inician con un mal funcionamiento de dicho sistema, es decir, los nervios no se comunican como deberían, en consecuencia no se reciben los mensajes. Si bien no se cataloga como una enfermedad rara, sí es desconocida, sin cura, difícil de diagnosticar y los síntomas varían de paciente a paciente.
Existen dos principales tipos de disautonomía: la primaria, donde se conocen las causas, y la secundaria, que aparece a raíz de algunas enfermedades autoinmunes (diabetes mellitus, artritis reumatoide, parkinson o alzheimer). Sus causas son las razones hereditarias, los cambios hormonales (adolescencia), el consumo de alcohol, las lesiones craneales, algunas enfermedades (ya mencionadas) o factores ambientales (calor).
El diagnóstico suele llegar después de visitar varios especialistas. Un neurólogo o cardiólogo podría realizar una prueba de inclinación (conocida como tilt test), que mide presión arterial y cardiaca, así como solicitar análisis de sangre y biopsias de los nervios. El tratamiento es personalizado, aunque regularmente se recomendara la ingesta de líquidos, actividad física y evitar el estrés.