Mujeres libres de ataduras
Hace cien años, en la década de los veinte del siglo pasado, el Mundo Occidental vivió una época de gran cambio social. La Primera Guerra Mundial había dejado una serie de turbulencias políticas y había cambiado los roles de género sin que se hubiera previsto.
Así surgieron las flappers, mujeres jóvenes que desafiaban las normas tradicionales de género a través de su comportamiento, apariencia y actitudes. A raíz de la Gran Guerra, las mujeres se incorporaron al trabajo de producción. Comenzaron a cortarse el cabello a la altura de la barbilla y sus vestidos se volvieron sencillos para permitir que caminaran y trabajaran rápidamente, además de que dejaron de marcar las curvas del cuerpo.
Las flappers representaban una generación decidida a romper con las restricciones sociales. Su estilo de vida era más liberal, se maquillaban con labios rojos y ojos delineados, fumaban, bebían licores fuertes y comenzaban a ocupar los mismos espacios de diversión nocturna que los hombres.
Con su forma de vida, estas mujeres hicieron una declaración de rebeldía ante las expectativas convencionales de la feminidad, ya que eran más autónomas y sus comportamientos se consideraban inapropiados o inmorales para las mujeres.
Esta revolución del género llegó también hasta México, donde las flappers fueron popularmente conocidas como “las pelonas”, en alusión a lo corto de su cabello. Uno de los ejemplos más destacados de esta corriente fue Nahui Olin, pintora y poeta capitalina que rompió con los estereotipos de la mujer mexicana.