Placeres entre sustancias
En un departamento discreto, pero amplio, las luces tenues y la música electrónica crean un ambiente sensual. Dentro se percibe una atmósfera de euforia compartida, donde los asistentes se mueven al ritmo de la música, intercambian miradas y se preparan bebidas para entrar en sintonía. En las mesas hay pequeños recipientes que contienen algo más que simples aperitivos. Los invitados llegaron tras una promesa tácita de libertad y conexión. Este es un lugar donde las barreras se disuelven y las inhibiciones se dejan atrás, dando paso a una experiencia tentadora e intensa entre hombres: el chemsex.
Las fiestas chemsex, un término que combina las palabras en inglés chemical (químico) y sex (sexo), son reuniones sociales donde los participantes, principalmente hombres gays y bisexuales, consumen drogas específicas que parecen intensificar la experiencia sexual.
¿Por qué nos interesa?
El chemsex se ha consolidado como una práctica de encuentros íntimos entre algunos hombres que tienen sexo con hombres (HSH). Es por esto que el Foro Europeo sobre Chemsex ha aclarado que “no todo uso sexualizado de sustancias es chemsex”. Este último es, pues, un tipo particular de consumo sexualizado de sustancias, que se da entre hombres gays, bisexuales, otros HSH y personas trans o no binarias que participan en la cultura del sexo casual.
Así, estas sesiones sexuales se han tornado en una preocupación para las autoridades de salud debido a que combinan varios factores de riesgo frente a las infecciones de transmisión sexual, entre ellas el VIH, y frente al abuso de sustancias psicoactivas. Es frecuente que una misma fiesta dure varios días, y que durante ese tiempo los asistentes consuman más de una sustancia, ya sea al mismo tiempo o alternadamente, además de privarse del sueño o la alimentación por más horas de lo recomendable.
A lo anterior se suma que varios estudios han mostrado que la conciencia alterada derivada del consumo de alcohol y otras drogas interfiere con la toma de decisiones sobre salud yseguridad. En el estado que producen las drogas, los límites de la prevención también se diluyen.
Las fiestas sexuales que duran varios días y donde se consumen distintos tipos de drogas han puesto al descubierto la necesidad de emplear estrategias de reducción de daños. Así, los participantes pueden evitar repercusiones mayores a su salud, tanto sexual como general.
Hablando de motivos
Las motivaciones para participar en chemsex pueden ser muy variadas y complejas. Para algunos hombres es una forma de explorar y disfrutar de su sexualidad de una manera más libre y desinhibida. Las drogas como la metanfetamina, la mefedrona y el GHB (ácido gamma-hidroxibutírico) se utilizan comúnmente en estos contextos debido a sus efectos estimulantes, euforizantes y desinhibidores.
Otro posible motivo es la búsqueda de una conexión más intensa y placentera durante la actividad sexual. Las drogas pueden aumentar la sensación de intimidad y euforia, haciendo que los participantes se sientan más conectados emocional y físicamente con sus parejas sexuales.
Asimismo, es posible que algunos hombres que se sienten atraídos por otros hombres vivan con la presión de la homofobia, la discriminación y la vergüenza internalizada por una orientación sexual que no es bien vista en su comunidad. De esta forma, el chemsex puede ser una vía para superar la ansiedad y las inseguridades relacionadas con el cuerpo y la sexualidad.
Para otros, el chemsex les brinda una forma de escapar de problemas personales, emocionales o de salud mental, tal como lo hace el abuso de drogas en otras circunstancias, sólo que en este caso se le agrega un estímulo más: el placer sexual.
Un consumo particular
De acuerdo con el documento “Preguntas y respuestas sobre el chemsex”, publicado por el Ministerio de Salud de España, las drogas que se consumen en el contexto sexual se conocen por su capacidad de hacer que la persona se sienta muy excitada, eufórica y/o desinhibida, lo cual facilita actividades sexuales extremas, como jornadas prolongadas de penetración o fisting (penetración anal con el puño).
Entre las sustancias que se consumen con más frecuencia en estas sesiones se encuentran GHB/GBL, mefedrona, cocaína, poppers, cristal (metanfetamina), ketamina, speed, éxtasis (MDMA) y medicamentos contra la disfunción eréctil. Es importante saber que todas estas drogas pueden tener una vía de consumo variada: algunas se inhalan, otras se inyectan, otras se ingieren y otras se pueden introducir al cuerpo por vía rectal.
En todo caso, el estado alterado producido por las sustancias puede ser un obstáculo para que una persona establezca límites, rechace parejas sexuales o simplemente abandone la sesión sexual. También se expone a participar en prácticas de alto riesgo, tanto sexuales como de consumo de drogas.
Aun cuando se usen condones, la dinámica de estas sesiones puede llevar dichas herramientas a su límite. Por ejemplo, una penetración por largo tiempo, sin utilizar suficiente lubricante, puede desgastar el condón con la fricción, facilitando que se rompa.
Riesgos sexuales y de consumo
Uno de los riesgos principales de involucrarse en el chemsex es la exposición a infecciones de transmisión sexual (ITS), ya que muchas veces el condón está ausente en las sesiones, unas veces por decisión expresa y otras porque la percepción de riesgo se ve nublada por las drogas.
Además del no uso de condones, las fiestas suelen integrar a personas diferentes cada vez, por lo que las probabilidades de exponerse a alguna ITS aumentan en proporción directa al número de parejas nuevas con las que se tiene contacto en cada ocasión.
Aun cuando se usen condones, la dinámica de estas sesiones puede llevar estas herramientas a su límite. Por ejemplo, una penetración por largo tiempo, sin utilizar suficiente lubricante, puede desgastar el condón debido a la fricción, facilitando que se rompa. Además, hay que recordar que los preservativos no protegen contra todas las infecciones, pues virus como el VPH o el mpox pueden estar en varias zonas de la piel que no quedan cubiertas por el condón.
Por otro lado, también se corre el riesgo de una sobredosis o de experimentar reacciones adversas a las drogas consumidas. Según la autoridad sanitaria española, sustancias como el GHB “tienen un margen de seguridad muy estrecho entre la dosis recreativa y la dosis tóxica, lo que puede llevar fácilmente a sobredosis”.
Al nivel de la cotidianidad, la participación regular en el chemsex puede afectar las esferas laboral, social y escolar, y en general, el bienestar de la persona. Recuperar un equilibrio después de días de actividad sexual y de consumo puede ser difícil conforme se hace más continuamente.
Para reducir los daños
En los años recientes, las organizaciones civiles LGBT comenzaron a abordar este fenómeno desde una perspectiva de reducción de daños. Esta visión se centra en minimizar los riesgos asociados al uso de drogas y al intercambio sexual, pero sin exigir la abstinencia. Este enfoque reconoce que algunas personas continuarán participando en estas prácticas y busca proporcionar herramientas y estrategias para reducir los efectos negativos en su salud.
Las estrategias para reducir los daños del chemsex empiezan por la información. Es crucial aprender sobre los efectos de las drogas que se consumen y sobre sus potenciales riesgos. “Conocer las dosis seguras y los efectos secundarios puede ayudar tomar decisiones más informadas”, sostiene el Ministerio de Salud español.
Por otro lado, hoy en día la transmisión del VIH se puede evitar de dos formas principales: con el uso de condones y con estrategias farmacológicas. La profilaxis preexposición (PrEP) es un tratamiento capaz de prevenir la adquisición del virus. Además, los esquemas de medicamentos para este método están evolucionando rápidamente y se están volviendo más y más fáciles de usar.
Pero para conseguir la PrEP es necesario tener acceso a los servicios de salud, y esa es una tarea que le corresponde al Estado. Los servicios especializados y/o libres de discriminación, que no fomenten el estigma tanto hacia HSH como hacia consumidores de sustancias, son fundamentales para que quienes los necesitan se acerquen a ellos. Las pruebas frecuentes de ITS y VIH y los tratamientos para dejar el consumo (para quien decida hacerlo) deberían ser dos de los servicios básicos disponibles en los servicios de salud.