Trastornos alimentarios
Cada diciembre, Flor se ponía como propósito de año nuevo perder peso, pues un incremento en su índice de masa corporal le generaba un miedo constante ante la posibilidad de desarrollar una enfermedad crónico-degenerativa, pero sobre todo, tenía un fuerte entusiasmo por verse más delgada y demostrarle al mundo ese “amor propio” que supuestamente tienen las personas que cuidan su salud.
En semanas, lograba perder peso, pero igual de fácil lo recuperaba, pues bastaba “tener un mal día” para alterar su dieta con un platillo de su restaurante favorito o comer apetitosos dulces que le ayudaban a mejorar su estado de ánimo. Aunque pensaba que sus altibajos en el peso eran causados por su indisciplina, descubrió con terapia que desde hace más de una década había desarrollado trastornos de conducta alimentaria (TCA).
Dichos trastornos se pueden reconocer por un patrón persistente de comer cosas no saludables o de hacer dietas que afectan a la salud, y están asociados con angustia emocional, física y social, desarrollándose en cualquier persona sin importar su edad o género.
Existen tres manifestaciones de TCA: la anorexia nerviosa, comer compulsivamente y la bulimia, y aunque la raíz que las desencadena puede ser similare, el contexto de las personas determina el desarrollo de cada una.
Anorexia nerviosa
La anorexia nerviosa se caracteriza por un incesante esfuerzo por adelgazar, una percepción distorsionada de la imagen corporal y un miedo intenso a volverse gordo/a. La susceptibilidad psicológica predispone a padecerla, sobre todo si se conjuga con factores sociales que orillan a las personas a seguir modelos de cuerpos esbeltos, sobre todo en la adolescencia.
Esta condición afecta principalmente a mujeres y puede presentarse como un cuadro leve y transitorio o ser grave y persistente. Se hace notoria a tal grado de tener una distorsión de su imagen corporal, por lo que disminuyen su ingesta de alimentos, estudiando dietas y calculando calorías hasta tener pérdida del apetito. Por ello, las reuniones sociales incrementan su estrés y en caso de ingerir alimentos, recurren a diuréticos, laxantes o propiciarse el vómito por miedo a ganar peso, lo que genera afecciones más graves como desnutrición o la pérdida del periodo menstrual.
Trastorno por atracón
El trastorno por atracón consiste en ingerir grandes cantidades de alimentos en poco tiempo, acompañadas de una sensación de pérdida de control. Después de un episodio en el que se consumen una gran cantidad de calorías, se presenta una sensación de llenura desagradable y un sentimiento de vergüenza, así como disgusto y depresión por no poder evitar la situación. A veces las personas comen solas para evitar ser juzgadas.
Los atracones suelen presentarse en personas que desean perder peso pero pierden el control sobre la ingesta de alimentos. Por eso, es recomendable someterse a terapias conductuales que permitan conocer la raíz de su ingesta compulsiva.
Bulimia nerviosa
La bulimia se manifiesta en episodios repentinos de ingesta de grandes porciones de alimentos en periodos cortos, seguidos del esfuerzo por eliminarlos del cuerpo. Es común que las personas se provoquen el vómito o utilicen laxantes acompañados de ejercicio excesivo. Con este trastorno, las personas no evitan comer sino que buscan subsanar la ingesta excesiva mediante purgas constantes, realizadas a escondidas debido a que suelen sentirse arrepentidas por haber comido.
En un episodio se puede comer, incluso si no se tiene hambre, por ello, puede haber dolor físico al tener varios atracones al día. A veces se recurre a ayunos prolongados seguidos de una ingesta alta en calorías. A diferencia de la anorexia nerviosa, las personas con bulimia sí son conscientes de su comportamiento, por lo que siuenten culpa.
Diagnóstico
El diagnóstico es complicado, pues a pesar de que existen guías para los profesionales de la salud, la falta de acceso de la población a atención psicológica complica que se identifiquen patrones de alimentación nocivos.
LMuchos trastornos pueden desencadenarse por los estándares sociales impuestos desde edades tempranas, ya que el sobrepeso es más castigado y la delgadez es aplaudida, atribuyéndole factores de disciplina y voluntad.
Flor solicitaba que no le sirvieran doble porción de pastel, sin embargo, sus familiares le respondían: “se tiene que acabar, además es diciembre y el año está perdido”, pero ahora, sin importar la fecha, ha aprendido a disfrutar sus alimentos, consciente de que también es satisfactorio comer con equilibrio sin buscar “verse más delgada”, pero sobre todo, teniendo claro que su estado emocional es una prioridad.