A principios del siglo XIX, Gran Bretaña se vio inmersa en un debate sobre la ética de castigar la sodomía con la pena de muerte. Este diálogo culminó en decisiones parlamentarias que tuvieron lugar en 1835 y 1840.

En ambas ocasiones, la Cámara de los Comunes votó a favor de poner fin a la pena capital por sodomía. Sin embargo, a pesar de la aprobación en la Cámara de los Comunes, la reforma enfrentó obstáculos en la Cámara de los Lores, frenando su implementación. Este desacuerdo evidenció las tensiones y diferencias de opinión arraigadas en la sociedad británica de la época.

La singularidad de este periodo radica en la diversidad de perspectivas respecto a lo que implicaba la sodomía y cómo debía abordarse desde la perspectiva ética. Grupos de personas, desde líderes abolicionistas hasta aquellos con familiares afectados por las leyes anti-sodomía, se unieron para argumentar en contra de la ejecución por una conducta sexual que, a final de cuentas, era consensuada y privada.

Los debates incluyeron la defensa de la privacidad conyugal y la consideración del impacto negativo de las leyes de sodomía en las parejas heterosexuales casadas, pues cabe recordar que el término “sodomía” se enfoca específicamente en la penetración anal.

Este periodo de debates y votaciones parlamentarias sentó las bases para comprender la evolución de las actitudes hacia la homosexualidad en la sociedad británica del siglo XIX, marcando un hito en el camino hacia la aceptación y el reconocimiento de los derechos individuales en el ámbito de la sexualidad.