Trabajar la violencia machista
No podemos afirmar que la violencia es exclusiva del género masculino, pero sin duda son los hombres quienes en mayor medida la han ejercido o recurrido a ella para saldar todo tipo de conflictos, en particular, las relaciones conflictivas con el género femenino. Esta abrumadora constatación derivó en teorías seudocientíficas que pretendían legitimarla, aduciendo que los hombres por naturaleza son violentos.
La violencia masculina tiene raíces sociales y antropológicas más que biológicas. Eso lo han demostrado una vasta cantidad de estudios de esa índole. Los estudios de género han aportado mucha luz al respecto a raíz del incremento de la violencia feminicida. La violencia machista es producto de un aprendizaje social y cotidiano basado en la falacia de la supuesta superioridad masculina sobre la mujer, premisa básica del sistema patriarcal. Y como todo aprendizaje, la violencia machista puede ser desaprendida.
Desde hace décadas, grupos de hombres han desarrollado metodologías que les ayudan a desaprender las conductas agresivas asumidas como prerrogativas de género. Estos grupos, a pesar de sus limitaciones de alcance y penetración, conforman una alternativa viable para prevenir la violencia de género, acompañando a aquellos hombres violentos que desean dejar de serlo. Atienden una necesidad de muchas parejas y familias afectadas por la violencia machista
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