Muchos conceptos sobre sexualidad de las comunidades indígenas americanas se distorsionaron o perdieron después de la conquista española. El caso del pueblo inca, asentado en el actual territorio de Perú, no es la excepción.

Los incas desarrollaron una cultura rica y compleja en la que la sexualidad desempeñaba un papel importante en la vida cotidiana y en la organización social.

En la sociedad incaica, la sexualidad estaba fuertemente regulada por normas culturales y religiosas. Las relaciones sexuales debían ser consensuadas y respetuosas, y la promiscuidad sexual no estaba bien vista. El adulterio y la infidelidad eran considerados como graves faltas, castigadas con penas severas, incluida la muerte en algunos casos. Esto porque se valoraba la estabilidad familiar.

Por otro lado, la religión desempeñaba un papel crucial y la sexualidad estaba vinculada a prácticas religiosas. Se creía que los dioses controlaban la fertilidad y el éxito en la reproducción, por lo que se llevaban a cabo rituales sexuales para asegurar la prosperidad de la comunidad.

La castidad era importante para algunos sacerdotes y sacerdotisas, mientras que otros participaban en rituales
de fertilidad que incluían prácticas sexuales.

Curiosamente, la educación sexual era parte integral de la vida de los incas. Los jóvenes recibían instrucciones sobre la sexualidad y las responsabilidades sexuales a una edad temprana. Aunque los matrimonios eran arreglados por los padres y la elección de pareja era influenciada por factores sociales y económicos, el divorcio estaba permitido bajo ciertas circunstancias como la infidelidad, el maltrato o la dificultad para concebir.