Narrativas trans — letraese letra ese

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Narrativas trans


Ser transparente y evitar caer en lo políticamente correcto fueron dos de las principales premisas seguidas por Évolet Aceves al momento de escribir, o más bien, conjuntar su novela, Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), un ejercicio narrativo de desdoblamiento en tres planos: un testimonio de una niña trans; una entrevista a una mujer trans consolidada como una artista en plenitud, y la poesía, voz introspectiva del sentir y del anhelar un cuerpo propio y la interacción con otros.

A la par, es una novela disidente al considerar que en la literatura escaseaban las voces trans, desde una propia perspectiva, pero también los personajes femeninos cuyos deseos eróticos se expresaran en un primer plano e historias en las que la atracción hacia los hombres fuera un tema central, además de salir de la heteronorma, dejar de pensar en las relaciones como ideales y sólo permitir ciertos tipos y modelos, dejando de lado a muchos otros, también vigentes.

Autora de la primera novela mexicana escrita por una mujer trans, incesante estudiosa de la corporalidad, académica, escritora antologada en varias colecciones de cuentos, su género favorito, y gustosa de las artes visuales, Aceves comparte con Letra S algunas reflexiones sobre su primera novela y la disidencia constante en la que vive y transita a fin de mostrar las posibilidades de otras formas de ser y de actuar por medio de diferentes voces narrativas.

A lo largo de la novela se pueden distinguir tres planos: la poesía, el testimonio y una entrevista. En el caso del testimonio, la voz de un infante. En el de la entrevista, de una artista. ¿Por qué combinar estas voces?

Empecé con el testimonio. La novela era originalmente un cuento, pero posteriormente se fueron añadiendo elementos. Necesitaba más extensión y platicarlo desde diversas voces. En el caso de la entrevista, es una autoentrevista que tuvo un toque de autoexploración a partir de las preguntas del periodista que las realiza. A nivel personal, me ayudó a irme conociendo a mí misma. En Cayetana, la protagonista de la entrevista, pude ahondar más en mis ideas y en las formas de ver las cosas. Los poemas son trabajos de hace mucho tiempo, varios de ellos son de mi adolescencia, y van mostrando las formas en cómo me sentía en aquella etapa. Algunos otros surgieron mientras iba realizando mi ejercicio narrativo. La poesía es un milagro porque cuando queda el poema terminado hay una evanescencia, de aparición fugaz.

Uno de los personajes de la novela, Cayetana, dice que es poesía y fotografía. Otro elemento incorporado en el libro es la representación visual. ¿Por qué hacerlo?

Las fotografías y las pinturas fueron elaboradas o tomadas por mí. Amo la fotografía en blanco y negro del siglo XX, de grandes fotógrafas como Graciela Iturbide y Mariana Yampolski, y quería replicarla, pero más bien, introducir ese toque femenino, esa vanidad y esa egolatría, no en un sentido negativo, sino de construcción de identidad y de femineidad.

 

“Es importante hablarlo desde la propia vivencia. Hay autoras que hablan de la 'teoría de la carne', desde la vivencia carnal, desde el cuerpo, lo que implica poner en un primer plano las realidades físicas de nuestras vidas”.

 

¿Por qué ubicar a la novela entre el México revolucionario y la década de los 20?

Soy admiradora de la cultura que hubo en México en la época posrevolucionaria debido al peso que tenían las artes y el apoyo del que gozaban. Otra realidad es que no hay un registro de mujeres trans participantes en esos círculos artísticos o políticos. No dudo que las haya habido, pero también había una normatividad muy marcada de quiénes entraban o no a los grupos de poder, pues todavía era una sociedad aristocrática, aunque en cierta decadencia. Además, la vida de Cayetana es propiamente una revolución del cuerpo y del género. Por lo tanto, ella es un homenaje a todas aquellas mujeres trans invisibilizadas en aquellos años.

La novela está llena de símbolos, de diferentes alegorías como un clóset o los zapatos de mamá y de papá, o de situaciones o trazos simbólicos sobre los cuales se entreteje la narrativa. ¿Cuál es la razón por la que aparecen?

Son símbolos de la opresión. Leonardo, quien es la voz del testimonio, es una niña que ve una serie de dicotomías entre el universo masculino y el femenino y se le impone ocupar el espacio masculino cuando él desea estar en el espacio contrario. Esos símbolos lo hacen sentirse atraído hacia esa libertad que no encuentra más que en la vestimenta. Por eso adora las dramatizaciones de las actrices de teatro y algunos otros performances en los que hay vestidos, adornos, zapatos, entre otros elementos. El cuerpo está presente en toda la novela, desde sus diferentes expresiones, pero también en cuestionamientos sobre el rol de los cuerpos masculinos y femeninos y las posibilidades de la androginia, así como la llegada a los límites corporales e identitarios. A la vez esa sensación de completud, de la combinación de géneros, permitiendo un reposo de la presión social.

Un personaje como Cayetana no habla de la discriminación, de la exclusión o de otros temas asociados a la transexualidad o a la transgeneridad, más bien se enfoca en su fortaleza interna. ¿Cuáles son las razones?

Ella es una dama, ataviada de cierta manera, llena de accesorios ostentosos, con un gusto selecto, de espíritu barroco. Suele mirar hacia adentro. No quería que fuera un personaje exterior ni centrar el texto en lo externo. Más bien es necesaria su introspectiva, su erotismo, su vanidad, su frivolidad. El ser mujer desde un cuerpo leído por fuera como masculino.

¿Cuál consideras que pudiera ser la aportación de tu trabajo a una agenda política como la de las infancias trans, ganadora de varios espacios de reconocimiento en los últimos años, pero aún silenciada?

No conozco alguna pieza literaria escrita por personas trans sobre la infancia trans. Hay trabajos desde la visión histórica o de defensa de derechos humanos, pero no desde la literatura. Por eso es importante dar salida a esta novela, pues es la primera escrita por una mujer trans mexicana, y uno de sus personajes es un infante trans.

Se debe hablar sobre las infancias trans. No me considero activista ni creo que a veces este difundiendo un mensaje como tal. Esa no es mi intención, sino más bien ahondar en la temática desde la literatura. Pero sí es importante que el tema sea de interés y tenga una voz en la literatura, sumado a que sean las propias voces infantiles las que puedan exponer sus problemáticas y sus experiencias.

 

"Se debe hablar sobre las infancias trans. (...) Es importante que el tema sea de interés y tenga una voz en la literatura, sumado a que sean las propias voces infantiles las que puedan exponer sus problemáticas".

 

¿Cómo contribuye la novela a la apertura de espacios para las narrativas trans surgidas desde las propias personas trans?

Es importante hablarlo desde la propia vivencia. Hay autoras que hablan de la “teoría de la carne”, desde la vivencia carnal, desde el cuerpo. Una de ellas es Cherry Moraga, quien sostiene que “la teoría de la carne o encarnada” implica poner en un primer plano las realidades físicas de nuestras vidas, como el color de la piel, la tierra o el concreto del espacio donde crecimos, nuestros deseos y anhelos sexuales u otros elementos corporales influyentes en la interacción de la persona con el mundo en el que se desenvuelve, para fusionarse y crear una política nacida de la necesidad.

Por eso es importante que seamos trans quienes escribamos al respecto, porque somos quienes vivimos muchas experiencias no narradas anteriormente en la literatura. Hay quien quiere escribir, y compartir experiencias, y debe poder realizarlo sin ningún temor.

Desafortunadamente, a veces nos quieren a las mujeres trans de una forma muy encasillada, trabajando en una estética, lidiando con hormonas, con operaciones, en el trabajo sexual. Si no estamos en esos lugares, sino en otras áreas, como la del conocimiento o en las artes, les molesta, les incomoda, les irrita y pareciera que estamos condenadas a ocupar un lugar recóndito. Por eso, debemos romper con esos esquemas y atrevernos a más, aunque no sea políticamente correcto, pero debemos salir de esos moldes y mostrarnos a la sociedad.

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