Lujuria medioambiental
Durante la época victoriana, que abarcó desde 1837 hasta 1901 en el Reino Unido, la sexualidad fue objeto de estudio, de una u otra forma. Una de estas teorías sobre el tema fue la denominada "lujuria medioambiental", que sostenía que ciertos entornos podían desencadenar excitación sexual en las personas.
Esta creencia, aunque ampliamente aceptada en su momento, reflejaba las tensiones sociales, los tabúes y la represión sexual de la época.
El concepto fue promovido por el médico William Acton en la década de 1850, a través de su influyente obra The Functions and Disorders of the Reproductive Organs (Las funciones y desórdenes de los órganos reproductores). Acton argumentaba que vivir en ciudades congestionadas y rodeadas de "decadencia moral" podía aumentar el deseo sexual y, en consecuencia, era esencial evitar tales entornos para mantener la virtud y la moralidad.
Esta creencia tuvo repercusiones significativas en la sociedad victoriana. En primer lugar, contribuyó a la segregación social basada en la ubicación geográfica y el estatus social. Quienes vivían en áreas urbanas eran considerados más propensos a la "contaminación moral" y, por lo tanto, se les miraba con desprecio. Por otro lado, quienes vivían en zonas rurales eran considerados más virtuosos y se les asociaba con una moralidad más elevada.
Esta mentalidad también influyó en la planificación urbana, buscando diseñar ciudades que evitaran la "contaminación moral", lo que significó la creación de parques y áreas verdes para alejar a las personas de los supuestos peligros de la vida urbana.