Despliegue de lo masculino — letraese letra ese

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Despliegue de lo masculino


Para Elon Musk y Mark Zuckerberg, dos de los mayores magnates tecnológicos del mundo, su éxito medido en sendas fortunas de cifras con nueve ceros no es suficiente. El nacido en Sudáfrica, dueño de Twitter (entre otras multimillonarias empresas) parece haber tomado como una ofensa personal el anuncio que hizo Zuckerberg, a finales de junio, acerca del lanzamiento de una red social que sería la competencia directa de la red ahora llamada X. La disputa escaló (al menos, en el ciberespacio) al grado de que ambos aceptaron la posibilidad de enfrentarse a golpes en una jaula y, en última instancia, Musk retó a Zuckerberg a una competencia de “medirse el pene”.

Todo empezó cuando, ante su inconformidad por el lanzamiento de la red social Threads, un solitario tuitero lo azuzó advirtiéndole que “anduviera con cuidado” porque Zuckerberg practica jiujitsu, por lo que el cofundador de Tesla se dijo listo para un combate en jaula, si el neoyorkino aceptaba. Aunque cerró su tuit con un “lol”, siglas en inglés que se usan para expresar carcajadas, la cosa no quedaría allí.

El incidente pudo haber sido un simple exabrupto de los que Musk suele hacer gala (presumiblemente relacionados con el síndrome de Asperger que padece, en el cual suelen aparecer comportamientos social y emocionalmente inapropiados). Sin embargo, el fundador de Meta (antes Facebook) no se amedrentó ante el desafío: “Envíame la ubicación”. Ante esto, el magnate pionero de los viajes comerciales al espacio propuso la sede (la arena Octagon, en Las Vegas) y el réferi que deseaba para el encuentro.

Luego del furor que causaron en Internet los dimes y diretes entre ambos millonarios, y cuando parecía que se había apagado la excitación (incluso después del lanzamiento de Threads), Musk la revivió. En respuesta a un tuit que acusaba a Zuckerberg de proteger los discursos de las marcas en su nueva red, su rival comentó: “Zuck is a duck”. En inglés, la palabra duck significa cornudo, o también puede referirse a un hombre afeminado, débil, poco masculino o dominado por las mujeres, según explica el diario español El Mundo.

Unas horas después, y sin respuesta del egresado de Harvard, Musk añadió a su propio hilo: “Propongo un concurso de medirnos el pene, literalmente”, y finalizó con el emoji de una regla, por si quedaba alguna duda sobre lo de “literalmente”.

 

La hipermasculinidad es una forma de exacerbar los rasgos, casi siempre nocivos, que se atribuyen a la virilidad, tales como la fuerza física, la falta de emociones, la autosuficiencia, el dominio sobre las mujeres y sobre otros hombres y la hipersexualidad.

 

Ser muy hombres

Tener más dinero que el otro, tener más poder que el otro, probar su mayor fuerza física en un escenario de combate, no mostrar miedo ni rechazar (o ignorar) el desafío, medir quién tiene más largo el pene… Todos los elementos de esta polémica son claros ejemplos de la masculinidad exacerbada que muchos hombres de hoy siguen adoptando como canon.

La hipermasculinidad es un concepto que define la exageración de los estereotipos de género, de por sí cuestionables, que se consideran propios de lo masculino y de los hombres, explica la organización estadunidense Planned Parenthood, dedicada a promover la salud sexual y reproductiva desde hace más de 100 años.

Cabe recordar que, si bien los estereotipos sobre lo que es masculino y lo que no pueden variar según las épocas y las sociedades, también hay ciertos rasgos que se repiten o se han perpetuado. La competencia con otros hombres y la dominación sobre las mujeres, la astucia, la vasta experiencia sexual, la poca sensibilidad, la fuerza física (expresada en el tamaño del cuerpo), la ambición y la exigencia son algunas de las características consideradas masculinas en la mayoría de las sociedades, y actualmente suelen ser exageradas por hombres que desean dejar muy claro su papel dentro del entorno.

Masculinidad tóxica

“Desde un punto de vista saludable, la masculinidad en sí no es tóxica”, explica el portal Medical News Today, un sitio web de temas médicos revisado por profesionales de la salud. Es decir, puede haber características que se sigan calificando de masculinas, pero sin que sean actitudes que dañen a otros hombres o a las mujeres.

Cuando la masculinidad sí es perjudicial, fomenta la dominación, la devaluación de la mujer y la homofobia, entonces se considera una masculinidad tóxica. Se trata de un conjunto de rasgos exagerados relacionados con el ser hombre, que se basan en el valor de características como la fuerza física, la falta de emociones, autosuficiencia, dominio e hipersexualidad. Desde esta perspectiva, todos los varones que no desplieguen la mayoría de estos atributos son señalados por no ser “verdaderos hombres”.

En la vida cotidiana, las masculinidades tóxicas son legitimadas y alentadas por frases tan comunes como “sé un hombre”, al cuestionar a alguien por su presunta cobardía o debilidad, o bien, “así son los hombres”, usada para justificar comportamientos agresivos contra otros hombres o sexualmente agresivos contra las mujeres.

Entre los problemas de perpetuar la masculinidad tóxica (que bien podría exacerbarse y expresarse como hipermasculinidad) se encuentran ciertos desequilibrios en algunos varones, tales como agresividad, represión de las emociones, hipercompetitividad, necesidad de dominio y control, aislamiento y sexismo, entre otros.

 

En la vida cotidiana, las masculinidades tóxicas son legitimadas y alentadas por frases tan comunes como “sé un hombre”, al cuestionar a alguien por su presunta cobardía o debilidad.

 

La ultraderecha y la hipermasculinidad

El movimiento ultraderechista que está retomando el poder en Europa (como se ha visto en las últimas elecciones en España e Italia, por mencionar algunas) es un ejemplo palpable de cómo el avance del feminismo representa una importante amenaza para su agenda, por lo que alimentar la hipermasculinidad es un paso lógico y beneficioso.

No es casualidad que la ultraderecha haya entablado una lucha encarnizada contra lo que llaman “ideología de género”, enarbolando la defensa de la familia tradicional y la “verdadera masculinidad” como argumentos para no sólo detener, sino también revertir los derechos de las mujeres y las minorías sexuales y de género.

El periodista y escritor alemán Tobias Ginsburg ha pasado más de una década infiltrándose en grupos ultraderechistas y fanáticos, según afirma, para comprender qué hay detrás de ese odio frenético que, además, tiene muy buenos resultados en la sociedad.

Según explica en su artículo Una herramienta política: la derecha radical y la misoginia, difundido por el Instituto Goethe de México, algo que tienen en común todos estos grupos son la lucha contra el feminismo y la “ideología de género”, sumada a “la manía política de la masculinidad”. Los califica como “componentes integrales de la ideología de extrema derecha”, y precisa que estas ideas no sólo sirven para mantener unidos a los diversos grupos de la ultraderecha, sino que también funciona como gancho para atraer más adeptos. “La inhalación de pegamento antifeminista se convierte en la droga de entrada para muchos”, sentencia.

El riesgo de la machosfera

Los despliegues de hipermasculinidad no se dan sólo en el mundo tangible, sino que han encontrado un gran terreno fértil en la Internet. Tanto es así que se acuñó el concepto de manosphere, del inglés man (hombre) y sphere (esfera), el cual se ha castellanizado como machosfera.

Dicho término se refiere a todos aquellos espacios virtuales, como foros, chats y redes sociales, destinados a congregar a hombres que muestran una férrea oposición a los avances feministas, además de ensalzar los estereotipos de la masculinidad tóxica.La machosfera ha extendido su influencia a creadores de contenido que producen todo tipo de videos, podcasts o imágenes en contra del feminismo, defendiendo la cultura de la violación y aludiendo a una condición de “víctimas” en la que han quedado los hombres frente a los espacios ganados por las mujeres.

Así, quienes defienden los rasgos tóxicos y exacerbados de la masculinidad muestran una implacable resistencia ante un cambio que ya ha sucedido, aunque no ha culminado y bien podría retroceder. La reflexión colectiva sobre las características de lo masculino es fundamental en el cambio de paradigmas para evitar que impere de nuevo la ley del más macho.

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