A cualquier hora de la madrugada, la bebé de Claudia despertaba llorando por un picor intenso que sentía en la piel. La angustia se incrementaba cuando notaba una irritación en la carita, brazos y piernas de la pequeña, por lo que utilizaba pomadas para calmar temporalmente el malestar; sin embargo, las lesiones regresaban, situación que provocó el rechazo de su hija en la guardería por ser considerada “una posible fuente de contagio”. Después de varias consultas médicas, la menor fue diagnosticada con Dermatitis Atópica (DA), una inflamación crónica de la piel relacionada con otras condiciones de salud.

Se trata de una enfermedad inflamatoria genética que afecta la epidermis, que es la capa superficial de la piel. Se presenta con mayor frecuencia en edad pediátrica y puede ser indicador de otras enfermedades.

Esta afección deteriora la calidad de vida, ya que provoca un desproporcionado estrés, tanto en quien la padece como en los familiares, por la dificultad para manejar los síntomas cuando no se busca la atención médica adecuda.

Síntomas

En menores de tres años, la DA se caracteriza por erupciones rojas y húmedas que permiten acumulación de líquido, esto propicia la formación de costras principalmente en el rostro, cuello, cuero cabelludo, y los pliegues de brazos y piernas. Estas lesiones generan comezón excesiva e incomodidad generalizada.

En la niñez, la adolescencia y la adultez se pueden presentar estas lesiones de forma repetida en una o varias zonas del cuerpo, especialmente en las manos, la parte superior de los brazos, la parte anterior de los codos o detrás de las rodillas.

Si bien el color, la intensidad y la localización de las erupciones pueden variar, éstas siempre producen picor persistente que genera un rascado incontrolable, el cual detona más comezón y provoca un incremento de la lesión, ya que el frotamiento constante de la piel puede erosionarla y permitir la penetración de bacterias.

Causas

Blanca del Río Navarro, alergóloga pediatra, explicó que la inflamación tipo 2 es un conjunto de patologías caracterizadas por una respuesta excesiva del sistema inmune ante alérgenos u otros factores, por ello, la presencia de una enfermedad crónica como asma, incrementa la probabilidad de que aparezcan patologías de la misma clase.

Se calcula que la DA afecta al 20 por ciento de la población general y aproximadamente el 80 por ciento de los casos se manifiesta antes del primer año de vida. De ellos, con frecuencia son lactantes con antecedentes familiares de alergia, así como menores comprometidos inmunológicamente, por ello es importante que se realice un correcto historial clínico para identificar enfermedades colaterales que detonen esta condición, ya que cualquier trastorno inmunológico puede propiciar su presencia, sobre todo si se es sensible a sustancias que se encuentran en el ambiente o en algunos productos de higiene y de atención a la primera infancia.

Tratamiento

La DA, al ser una enfermedad crónica, no se cura, pero puede controlarse. En un primer momento, las erupciones pueden prevenirse evitando el contacto con sustancias que se sabe que irritan la piel o alimentos a los cuales se es sensible o producen reacciones.

Cuando ya se presentó el brote, las cremas que permitan mantener la humedad de la piel ayudan a calmar la sensación incómoda; sin embargo, para reducir las lesiones, se requiere de tratamientos tópicos basados en corticoides, los cuales deben ser indicados en dosis adecuadas por un especialista y limitarlos a un periodo corto para evitar efectos colaterales, entre ellos, lesiones cutáneas más severas.

De acuerdo con Ana Carmen García, médica internista con subespecialidad en alergología, los anticuerpos monoclonales permiten inhibir dos de las principales proteínas causales de la inflamación tipo 2, por ello, reducen los síntomas considerablemente y mejoran la calidad de vida de quienes viven con esta condición.

Claudia sabe que debe explicar a quienes rodean a su pequeña que su condición no es contagiosa. Aunque su hija está en control, es consciente de que debe planear sus vacaciones en lugares que le eviten el desarrollo de erupciones en la piel, pues si su deseo es nadar en un lugar caluroso, debe prever las cremas que su nena utilizará antes y después de sumergirse en el agua para disfrutar como cualquier otro infante.