El cuerpo merece aceptación
Desde pequeña, Aurora acompañaba a su madre a comprar ropa. Todas las incontables veces que entraba con ella al probador, siempre la miraba reprocharle al espejo. “Soy un marrano, ¡mira nada más!”, señalaba con los dientes apretados, y remataba: “Necesito que me rebanen esta panzota”. Como muchas madres, la de Aurora recordaba con orgullo su etapa de juventud, cuando era delgada y podía usar blusas cortas o pantalones de talla pequeña sin el temor de que “sus carnes se desbordaran”, como ella decía.
En medio de esta dura autocrítica, Aurora creció con la certeza de que un cuerpo delgado es un cuerpo bello, y que se necesita de la belleza para ser aceptada, valorada y amada en todos los ámbitos de la vida. Por eso se sentía tan estresada y frustrada cuando, a sus 24 años, no había logrado reducir las dos tallas de pantalón que su madre le recomendaba cada vez que tenía oportunidad. Esto desató discusiones entre ellas que se iban al extremo cuando su madre la acusaba frente a otras personas de no poder “cerrar la boca”.
Cuestionar al sistema
Pero todo cambió un día, cuando Aurora encontró en las redes sociales los mensajes del movimiento Body positive, que se ha posicionado globalmente con este nombre, pero que también podría llamarse Cuerpo positivo o Aceptación corporal, en español. Al indagar más y comenzar a seguir perfiles de mujeres que defendían su cuerpo “no perfecto” como algo normal y saludable, encontró alivio a la presión que durante toda su crianza había sentido, directa o indirectamente, para ser reconocida por otros como “bella”.
La perspectiva Body positive es una corriente social que se centra en reconocer y valorar todos los tipos de cuerpos, independientemente de su forma, tamaño o apariencia. Desafía los estándares sociales de belleza y reivindica todos los cuerpos como dignos de valoración, amor y respeto, con el fin de que cada persona tenga herramientas para mejorar su autoestima y la confianza en sí misma.
Dados los estereotipos de género que ponen una carga más pesada en la belleza femenina como objeto de deseo (o de consumo), la presión por tener un cuerpo calificado como perfecto, hermoso o deseable ha recaído con más fuerza en las mujeres. Productos culturales como la moda, la industria de la cosmética y el ámbito del entretenimiento presentan constantemente modelos de belleza casi imposibles de alcanzar para la mayoría de las mujeres.
Los modelos aspiracionales en cuanto a estatura, talla, proporción de cuerpo, color de piel o de cabello en las mujeres han sido, desde hace siglos, el parámetro con el cual se mide la hermosura. Cada época ha tenido sus estándares y es casi seguro que quienes no los alcanzaban se sintieron frustradas e inseguras.
El Body positive busca romper con esta dinámica partiendo de un enfoque realista, en el que no todas las mujeres cubren ni pueden cubrir las expectativas del modelo de belleza, y eso está bien. La eterna lucha contra las estrías, el vello corporal, las canas, las arrugas en la piel, la flacidez y la “terrible celulitis” es una pérdida de tiempo si se considera que, muchos de estos factores no pueden eliminarse, ocultarse o mejorarse, y los que sí son susceptibles de cambio requieren grandes inversiones de dinero (al menos, una inversión constante) para mantener la apariencia.
El hecho de tener un cuerpo no perfecto puede devaluar a una persona tanto como su físico difiera del estereotipo. En especial las mujeres han recibido presión para acercarse al ideal de belleza, y cuando no lo logran pueden vivir trastornos como depresión, ansiedad o desórdenes alimenticios.
Aceptación vs. gordofobia
Uno de los principales elementos de polémica en la aceptación corporal es el peso y/o la talla. Mientras se escuchan constantes advertencias acerca de la obesidad como un problema de salud pública (en el cual México es uno de los principales afectados), el Body positive acepta el hecho de que las personas con sobrepeso u obesidad están en todas partes y no son menos valiosas por esa característica.
Como ha sucedido con otros movimientos sociales, algunas de las personas con sobrepeso están reivindicando la palabra “gorda” para referirse a sí mismas. También de ahí ha derivado el término “gordofobia”, que se refiere al odio que se tiene por quienes tienen esta característica, al rechazarles por pensar que son gente sin autocontrol, sin disciplina, perezosa o descuidada.
Sobre este problema de discriminación, la marcha del pasado 8 de marzo en la Ciudad de México contó con un contingente que protestó contra la gordofobia. El grupo fue convocado por Priscila Arias, quien es más conocida en sus redes sociales como La Fatshionista, para visibilizar el estigma, la violencia y la discriminación que día a día enfrentan las mujeres gordas (o de talla grande o de cuerpo grande, para quienes prefieren usar otros términos).
La Fatshionista es maquillista, lo que la llevó a trabajar en publicaciones y medios especializados en moda, preparando a las modelos. Siempre detrás de cámaras, se hizo experta en su materia, pero también se dio cuenta de que todo en ese mundo estaba diseñado para un solo tipo de mujer: un tipo de cuerpo, un tono de piel, un color de cabello. Fue así que se decidió a poner en práctica sus conocimientos en su propio cuerpo y logró construir un nombre sólido entre las creadoras de contenido mexicanas que hablan de moda.
Pero su mensaje se ha transformado y ha ido más allá de hablar del amor propio y la aceptación. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, salió a las calles a marchar, junto a médicas feministas y otras mujeres de talla grande, para denunciar la discriminación que viven, por ejemplo, en los servicios de salud. “Cuando vas una consulta médica, todos tus problemas son atribuidos a tu peso y eso impide que se haga una valoración integral y a fondo de tu padecimiento”, declaró Priscila. Agregó que, aunque es verdad que la obesidad puede generar problemas de salud, no en todas las personas actúa del mismo modo, y no por ser gordas merecen vivir con dolor, malestar o enfermedad.
En esa misma oportunidad, respondió a quienes la han acusado de “romantizar la gordura” con su activismo. “Yo no estoy romantizando ser gorda, sólo estoy existiendo”, puntualizó.
Muchas de las características de los cuerpos socialmente rechazados tienen que ver no sólo con la talla, sino con elementos que los racializan o los relacionan con ciertos estratos sociales o económicos.
Diversidad corporal
Aunque es difícil determinar una fecha de creación del movimiento de aceptación corporal, se pueden rastrear sus orígenes, por ejemplo, en el movimiento feminista de los años sesenta del siglo pasado, cuando comenzaron a cuestionarse los estándares de belleza impuestos a las mujeres.
Fue en la década de los noventa cuando se impulsó el concepto como tal, y en 1996 las estadunidenses Connie Sobczak y Elizabeth Scott fundaron una organización civil precisamente llamada Body positive, que se propuso combatir las consecuencias de una imagen corporal negativa, tales como los trastornos alimenticios, la depresión, la ansiedad, las autolesiones, el uso de drogas y las relaciones de pareja violentas.
El movimiento, ahora amplificado mucho más allá de esta organización, fomenta la aceptación de todo tipo de fisonomías. Cabe recordar que muchas de las características de los cuerpos socialmente rechazados tienen que ver no sólo con la talla, sino con elementos que los racializan, por ejemplo, llevar el cabello afro en lugar de alaciado ha provocado grandes polémicas en Estados Unidos o Europa, al ser una característica que hace evidente la negritud.
Asimismo, el tono de piel es una de las características que más han motivado la discriminación. Es evidente que las pieles claras son más valoradas socialmente que las oscuras (de ahí la gran cantidad de cremas “aclarantes”), pero también hay un especial prejuicio sobre pieles con ciertas condiciones, como el vitiligo o el acné.
En medio de una sociedad cambiante, donde cada vez más las personas se exponen públicamente en las redes sociales, el Body positive pugna por que tanto en los espacios virtuales como en los reales haya lugar para personas de todos los aspectos.
Se trata de un llamado a que los cuerpos no normativos (donde se pueden incluir también los cuerpos trans o queer) dejen de estar ocultos bajo la mesa, pues son claros ejemplos de lo que significa la diversidad humana. Aceptar la variedad corporal es la oportunidad de practicar el respeto a las diferencias.