Osteoporosis: huesos porosos
Romperse un tobillo al bajar las escaleras o romperse la muñeca al caer por un tropiezo son experiencias muy frecuentes en personas con osteoporosis, una enfermedad silenciosa que, en la mayoría de los casos, se detecta hasta que se rompe un hueso.
Normalmente los huesos pasan por un proceso llamado remodelación ósea, en él se encuentran las células osteoclastos que descomponen el tejido óseo, mientras que los osteoblastos participan en el remodelado, utilizando minerales como el calcio y fosfato. El objetivo es sustituir el hueso viejo o dañado por hueso nuevo. En las personas con osteoporosis, el cuerpo descompone más hueso de lo que reemplaza, causando que el esqueleto se debilite, se vuelva frágil y se fracture.
La edad, los antecedentes, la mala alimentación, algunos medicamentos (esteroides), la falta de actividad física, fumar y el consumo excesivo de alcohol son factores de riesgo, además, las mujeres postmenopáusicas corren mayor riesgo.
La osteoporosis es incurable y asintomática aunque, en algunos casos, puede presentar dolor de espalda, postura encorvada y huesos que se fracturan fácilmente (con frecuencia la cadera, muñecas y columna).
Con la densitometría ósea se mide la densidad y fortaleza de los huesos, además se prueba el diagnóstico. El tratamiento es la ingesta de calcio y de vitamina D (sobre todo en la infancia), la actividad física, algunos estrógenos (previenen la pérdida de masa ósea) o la terapia hormonal.