Periodismo de acción — letraese letra ese

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Periodismo de acción


Veinticinco y van trecientos. 25 años transcurridos y 300 números publicados del suplemento Letra S, Salud, Sexualidad, Sida (término reemplazado posteriormente por “Sociedad”), desde que en agosto de 1996 publicamos el primer número en La Jornada. Fue un inicio muy prometedor. El número lo dedicamos por completo a informar sobre los nuevos tratamientos contra el VIH dados a conocer en la Conferencia Internacional de Sida, realizada en Vancouver.

La “Conferencia de la Esperanza” iniciaría una nueva etapa en la respuesta global a la pandemia del VIH. A partir de ahí, se desarrollarían una serie de medicamentos contra el VIH, cada vez más eficaces y de menor toxicidad, que a la postre salvarían millones de vidas y permitirían vislumbrar el control de la pandemia. Incluso los tratamientos revelarían, a la larga, una eficacia preventiva, y no solo terapéutica, al evitar nuevas infecciones. Y esa es la novedad actual.

Pero a contrapelo del optimismo de la comunidad científica internacional, se expresó también el duro cuestionamiento de esa otra comunidad, la formada por las personas y colectividades afectadas por el VIH, debido a que los elevados precios de los nuevos medicamentos los volvía inaccesibles para la gran mayoría de las personas con VIH. “¿Esperanza para quién?”, cuestionaron. Y de esa forma nació a la par una movilización global por el acceso universal a dichos tratamientos, de la que nuestro país no fue ajeno.

“Más que médico, el problema es político”, les advirtió el doctor Ángel Guerra a las decenas de personas con VIH convocadas a una reunión para informales de las novedades terapéuticas anunciadas en la Conferencia de Vancouver, por las que habría que luchar para conseguir que las instituciones de Salud las proporcionaran.

Da la casualidad de que los 25 años y los 300 números de nuestro suplemento periodístico coinciden con los 40 años del surgimiento de la pandemia de VIH en el mundo, padecimiento que desató reacciones de pánico y de rechazo irracionales a las personas y colectividades afectadas. Nuestra publicación surgió precisamente como un esfuerzo dirigido a contrarrestar la desinformación y las falsedades creadas en torno al sida, así como para hacer frente a la intolerancia fundamentalista y homofóbica, los grandes propagadores de los virus del odio, del miedo y del estigma, más contagiosos que el propio VIH.

De esta manera, concebimos a nuestra publicación como parte de la respuesta comunitaria organizada en torno a la solidaridad y a la defensa de los derechos humanos. Por eso, no es de extrañar que al tema hayamos dedicado el mayor número de páginas de los 300 números del suplemento.

Sin embargo, muy pronto caímos en la cuenta de que no podíamos abordar la epidemia del VIH sin abordar, al mismo tiempo, temas relacionados de sexualidad, de salud y de la cultura. Como se dijo entonces, el VIH es un problema de salud con consecuencias sociales, económicas y hasta políticas. Así fue como abrimos nuestras páginas a muchos otros temas. Aquí ofrecemos solo un recuento de los más abordados:

 

Hace 25 años, vio la luz el primer número de esta publicación. La pandemia del VIH nos impulsó a crear este proyecto informativo para enfrentar a la desinformación y a la intolerancia. Hoy llegamos al número 300 en medio de otra pandemia aún más devastadora.

 

Medicamentos para todos

En 1997, la serie de acciones y movilizaciones realizadas por el Frente Nacional de Personas Afectadas por el VIH, logran que el IMSS, y posteriormente el ISSSTE, proporcionen los novedosos medicamentos para tratar el sida. Lo que de inmediato beneficia a miles de personas afiliadas a dichas instituciones. Sin embargo, aquellas que carecían de seguridad social, más de la mitad de las decenas de miles de personas hasta entonces diagnosticadas, quedan fuera de dicho beneficio. Para ellas, la Secretaría de Salud federal crea un Fideicomiso, llamado Fonsida, con la pretensión de recabar de contribuciones privadas las centenas de millones de pesos que se necesitaban para cubrir la demanda faltante. Una medida muy acorde a las políticas neoliberales impulsadas por el gobierno de Ernesto Zedillo, donde el Estado renunciaba a su responsabilidad constitucional como garante del derecho a la salud.

Como lo pronosticamos en su momento, el Fonsida fue un rotundo fracaso. Desapareció pocos años después de su creación. Sin embargo, el susodicho fideicomiso logró mediatizar la movilización comunitaria. Y no fue sino hasta 2003 que el Estado terminaría asumiendo la responsabilidad de dotar de medicamentos a las personas con VIH sin seguridad social. Pero para entonces, habían muerto ya miles de ellas por la negligencia gubernamental.

Más adelante, la lucha por el acceso a los tratamientos derivaría en las recurrentes protestas en contra del desabasto de medicamentos, problema endémico que no han podido solucionar las instituciones de salud.

 

Las batallas contra la intolerancia

“Como antes en Sodoma y Gomorra, Dios hace llover sida sobre los pervertidos”. “Para la Iglesia, el sida es un gravísimo problema de moralidad pública”. “Las campañas preventivas intentan proteger la salud promoviendo el vicio”. “El condón es un instrumento del demonio”. “Es nocivo para la salud”. “Los enfermos de sida buscan privilegios”. “El dinero gastado en medicamentos contra el sida es dinero mal gastado, si de todos modos se van a morir”. “A los enfermos de sida hay que aislarlos, y si escapan habrá que tirar a matar”. Desde el inicio de nuestra publicación, nos propusimos hacer frente a las muestras de intolerancia y a los discursos de odio de obispos, políticos panistas, legisladores, prominentes médicos, empresarios y otros sectores conservadores. Estos sectores, se lanzaron con todo en contra de las campañas preventivas oficiales, satanizando al condón, y lograron suspender algunas de ellas. Incluso nuestro suplemento periodístico llegó a ser tachado de “corruptor” y “promotor” de la homosexualidad.

Sin embargo, todos esos embates conservadores terminarían a la larga revirtiéndoseles como un búmeran, dándole mayor impacto y difusión a las campañas del uso del condón gracias a la contundente respuesta social que recibieron. Los embates conservadores y fundamentalistas se repetirían en contra de la educación sexual en las escuelas, de las Sociedades de Convivencia y el matrimonio igualitario, de la interrupción legal del embarazo y la anticoncepción de emergencia. Y de otros tantos temas relacionados con el ejercicio pleno y sin riesgos de la sexualidad. Hemos dado prioridad en nuestras páginas a todas esas controversias, siempre desde la perspectiva de los derechos humanos y de la defensa del Estado laico.

 

Crímenes de odio

Con un pie puesto en el periodismo y otro en el activismo, fueron diversas las causas que apoyamos y las denuncias que publicamos. Por esta labor, fueron muchas las personas que se acercaron al suplemento en busca de apoyo. Una de ellas fue la señora Alicia Valle, que tenía varios años exigiendo justicia por el asesinato de su hijo Francisco Estrada Valle, activista gay de lucha contra el sida. Junto con ella, creamos en 1998 la Comisión Ciudadana Contra los Crímenes de Odio por Homofobia. Desde entonces nos abocamos a visibilizar el problema y a registrar, a falta de datos oficiales, las muertes violentas de personas LGBTI+.

Desde nuestra labor periodística nos propusimos colocar en la agenda mediática el tema para, a partir de ahí, influir en las agendas de derechos humanos, de las legislaturas, de instituciones de gobierno, y del mismo movimiento de la diversidad sexo-genérica. Nuestros Informes anuales de crímenes de odio han sido citados profusamente por los medios de comunicación y han servido como insumos en las reformas de leyes que reconocen derechos a las personas LGBTI+.

 

Han sido muchas las personas beneficiadas en 25 años de labor informativa. Apoyarles en la toma de decisiones informadas en su vida personal y comunitaria es nuestra misión. Y las muestras de agradecimiento, nuestra mayor satisfacción.

 

Diversidad sexual y de género

Luego de seis años de encendidos debates sobre las uniones del mismo género, en el 2006, la entonces Asamblea Legislativa del DF aprobó la Ley de Sociedad de Convivencia, lo que desbrozaría el camino para la aprobación del matrimonio igualitario, tres años después. Y de ahí, año con año se han venido reformando en el mismo sentido los códigos civiles de 17 entidades del país. Las leyes de identidad de género han transitado un camino similar, logrando que 14 entidades permiten la corrección, en el acta de nacimiento, del género y el nombre de las personas trans.

Esos y otros temas relacionados, como el centenario del baile y redada de los 41 maricones (que celebramos con una exposición plástica en el Museo de la CDMX en 2001), las familias diversas (tema en el que impulsamos el proyecto Cuenta Conmigo en el DIF del DF), las infancias trans, la intersexualidad, la teoría queer, entre otros, han sido abordados en nuestras páginas. Hemos dado particular importancia a las expresiones de la diversidad sexual y de género en el cine, la literatura, el teatro y otras manifestaciones artísticas.

También hemos dado cabida a temas de otra índole como el feminismo, las masculinidades (en plural), el feminicidio y la violencia contra las mujeres, el aborto, la educación integral en sexualidad, el consumo de drogas, la legalización de la marihuana, y ahora, de manera destacada, la pandemia de COVID-19. Lo mismo que acciones de defensa de derechos humanos, como la defensa de los militares con VIH expulsados de las fuerzas armadas, y de incidencia política como el impulso en 2019 de lo que llamamos “Nuevo paradigma del VIH”, con el que se logró optimizar los esquemas de tratamiento antirretroviral con los medicamentos más avanzados existentes en el mercado, beneficiando a decenas de miles de personas con VIH atendidas por las instituciones de Salud del país.

En particular, nos enorgullece haber sido parte de manera central en la creación y crecimiento de la Clínica Especializada Condesa del gobierno de la CDMX, proyecto que sirvió de modelo para la creación de otros centros de salud similares en el país, y que es el mejor ejemplo de lo que se puede lograr en calidad de la atención en VIH cuando se conjugan en su funcionamiento el respeto a los derechos humanos y el impulso de la participación activa de las comunidades principalmente afectadas por la epidemia.

En fin, han sido múltiples las historias narradas y muchas las personas que han colaborado en el éxito perdurable de este esfuerzo. A todas ellas les extendemos nuestro agradecimiento. Y en gratitud al público de lectoras y de lectores que nos han favorecido, y como un homenaje al número 300 de nuestra publicación, les informamos que hemos puesto a su disposición todos los números en versión PDF en nuestro sitio web: letraese.org.mx ¡Buen provecho!

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