Entender la intersexualidad — letraese letra ese

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Entender la intersexualidad


Dolor y humillación por más de un año derivada de la inserción de un dilatador vaginal que lograra reducir el clítoris y dar forma a una vagina como parte de un método de “normalización” que permitiera a una persona menor de edad dejar de “sufrir” la situación de tener una ambigüedad sexual, son parte de los recuerdos compartidos por una persona a la que a los ocho años se le practicaron esos métodos, bajo la autorización de su madre, a quien los médicos le indicaban la urgencia de tener que definir la identidad sexual del menor, pues poseía caracteres sexuales de hombre y de mujer.

Un desgarre, sangrado abundante, molestias por varios días al caminar o sentarse fueron parte de las consecuencias derivadas de una visita al ginecólogo de una persona intersexual con uretra y vagina en el conducto urogenital. Después de dormir como parte del efecto de la anestesia que se le aplicó, aparecieron constantes incomodidades. En ese lapso de sueño, le fue introducido un aparato usado frecuentemente en la revisión de mujeres con una vagina típica, por lo que las molestias eran consecuencia de la introducción en su cuerpo de la herramienta equivocada que le provocó daños en su conducto.

Años después, la propia persona calificaría a la experiencia como una violación, un abuso de poder en su contra al ocurrir hechos que no deseaba y para los cuales no dio su consentimiento.

Otra persona en situación similar, con características sexuales masculinas y femeninas, refiere que siempre que acudía al médico, independientemente de la causa por la que fuere, le preguntaban insistentemente sobre su preferencia sexual, la “urgencia” de tener que decidir sobre su género, el tomar hormonas para feminizar su cuerpo o canalizarla forzosamente al médico.

Los testimonios anteriores fueron obtenidos por Brújula Intersex, un espacio de contacto entre personas intersexuales en el que comparten sus experiencias de vida y debaten sobre los derechos que deberían proteger a este sector de la población que, debido a las particularidades de sus casos, en los que hay presencia de caracteres sexuales de ambos sexos en un cuerpo, suelen ser cuestionados y considerados un problema, cuando en realidad, representan una muestra de la gran diversidad humana existente.

Hermafroditas

En la mitología griega se cuenta que el hijo de los dioses Hermes y Afrodita era muy hermoso y una vez, bañándose en un lago, despertó el deseo de la ninfa Salmacis, quien intentó conquistarlo a como diera lugar, pero éste se negó rotundamente. Ante la frustración, la ninfa imploró a los dioses que nada los pudiera separar. Como resultado de la petición, ambos cuerpos se fusionaron para quedar en uno solo.

A raíz de este mito, se comenzó a nombrar como hermafroditas a aquellas personas en cuyos cuerpos había rasgos de órganos sexuales masculinos y femeninos, y de las cuales, se sabe que en muchas culturas se les identificó y adquirieron diferentes roles. Sin embargo, después de la Ilustración, y con el predominio de la ciencia médica sobre otras formas de producción de conocimiento, se les comenzó a estudiar desde el punto de vista anatómico y fisiológico.

 

Las personas intersexuales son aquellas que nacen con una variación de la anatomía sexual, ya sea a nivel de órganos genitales o productores de hormonas, y que presentan una configuración genética atípica pero a la vez históricamente existente y también invisibilizada.

 

Es a partir de esos estudios que se conocen casos como los de Herculine Barbin, habitante de la Francia del siglo XXI, quien por más de 20 años vivió socialmente como mujer, pero que después de una visita al médico, se le señaló que era un hombre, debido a la presencia predominante de un pene, por lo que debería cambiar de identidad y manera de vivir. Esta recomendación provocaría un cambio radical en su vida, ya que, se le consideró un monstruo y las pocas opciones de sustento que tenía, se le fueron cerrando, a tal grado que, optó por terminar de su vida.

O en México, el de Guadalupe Vargas, documentado en la Gaceta Médica de agosto de 1889, a quien se acusa de intentar violar a una mujer, pues después de una auscultación y examen médico, se detecta que tiene órganos masculinos, siendo diagnosticada con hermafroditismo, estableciéndose que nos es hombre ni es mujer ni un “ser normal”.

Este tipo de casos fascinaron a las comunidades científicas, dando pie al surgimiento de la teratología o ciencia que estudia las malformaciones de los humanos y animales, sobre todo de origen embrionario. Incluso, varios casos similares al de Vargas quedaron documentados para la posteridad en las revistas médicas decimonónicas.

Medio siglo después, comenta Eva Alcántara, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana y especialista en el tema, en la década de los 50, se comenzaron a establecer los protocolos de atención, caracterizándose por explorar el interior del cuerpo e intervenir con procedimientos quirúrgicos a un ser humano vivo, mediante una manipulación repetida del área genital de niñas y niños pequeños, así como las cirugías de genitales para alterar las formas originales y adaptarlas a los estándares predeterminados.

De esta manera, lo que permeó, indica la también integrante del Consorcio Latinoamericano de Intersexualidad, fue la idea de que el tratamiento de los infantes intersexuales no traería mayores dificultades a futuro. Dicha opinión se sustentaba en las presuntas potencialidades de la persona a futuro y la mejor adecuación de su identidad de género.

Así, lo que comenzó en las universidades de Baltimore y de California como una medida para “normalizar” la situación de quienes nacían con “ambigüedad” se trasladó a muchos otros países, incluido el nuestro, donde hay centros de atención médica especializada para casos de intersexualidad como en el Hospital Infantil de México Federico Gómez o en la Clínica de Enfermedades de Diferenciación Sexual del Hospital General de La Raza, entre otros.

Intersexualidad

En su artículo ¿Niña o niño? la incertidumbre del sexo y el género en la infancia, Eva Alcántara explica que las personas intersexuales comenzaron a cuestionar la situación en la que se les encasillaba a partir de los 90, cuando ex pacientes de hospitales pediátricos que habían alcanzado la edad adulta comenzaron a denunciar que los protocolos médicos de atención a la intersexualidad tuvieron resultados desafortunados o no habían satisfecho sus necesidades. Además de cuestionar que todas las decisiones sobre sus cuerpos se tomaron sin su consentimiento.

En esos momentos se posiciona el concepto de intersexualidad para diferenciarse del de “hermafroditismo” y reivindicar los derechos humanos de quienes son intersexuales, definiéndose como personas nacidas con variaciones de la anatomía sexual, que incluyen genitales atípicos, órganos atípicos productores de hormonas sexuales, respuesta atípica a las hormonas sexuales, configuración genética atípica y/o características sexuales secundarias atípicas.

El concepto se ha definido desde varios puntos de vista. La mirada jurídica dice que es aquella situación en la que la anatomía sexual de una persona no se ajusta a los estándares culturalmente definidos para el cuerpo femenino o masculino, como lo ha delimitado la Corte Interamericana de Derechos Humanos. También se han cuestionado los procesos de atención médica, llamándoles mutilación genital intersex, consistentes en cirugías genitales cosméticas no consentidas, médicamente innecesarias, irreversibles y otros procedimientos médicos similares, todas ellas, con el objetivo de obtener los estándares “normales”.

Como parte de estos procesos están las cirugías genitales “correctiva”, “feminizante” o “masculinizante”, procedimientos de esterilización, imposición de hormonas (incluida la “terapia” prenatal), exámenes genitales forzados, dilataciones vaginales, exposición médica, experimentación humana involuntaria, abortos selectivos (en avanzado estado de gestación) y negación de la atención médica necesaria.

Sin embargo, como señala Laura Inter, activista en la materia, los especialistas desconocen las diferencias genitales que pueden existir en los cuerpos intersexuales y siguen utilizando el concepto de trastorno del desarrollo sexual.

 

De acuerdo con la Encuesta Intersex, poco más de siete de cada diez personas se han sentido incómodas por el trato recibido por parte del personal médico; una de cada dos declaró haber sido examinada en situaciones innecesarias y haber recibido algún servicio o tratamiento inadecuado.


Radiografía mexicana

El número exacto de personas intersexuales en México se desconoce, sin embargo, en un ejercicio reciente, se elaboró la primera Encuesta Intersex en la historia del país, única en su tipo en América Latina. En ella participaron casi 100 personas de 24 estados, y arrojó datos como que a 60 por ciento de ellas se les asignó el sexo femenino y a 40, el masculino.

Sin embargo, no todas se identifican con el sexo asignado, pues sólo 46.7 por ciento de quienes fueron asignados como hombres, se considera como tal y en 60 por ciento de los casos de mujeres ocurre lo mismo. En los demás, la mayoría se identifica con el otro sexo.

Contrario a lo que se piensa, la mayoría de las personas intersex descubre las variaciones de sus cuerpos en la pubertad, pero también, casi 20 por ciento lo hace durante la infancia. A diferencia de otros momentos, el número de cirugías practicadas a menores intersexuales se ha ido reduciendo, pues, actualmente, sólo una de cada dos personas intersex ha sido intervenido quirúrgicamente, la mayoría de ellas, durante su infancia. Muchos de estos procesos se realizan en instituciones particulares.

Uno de los retos en el tema sigue siendo el sector salud, pues los médicos suelen decirle a los padres y madres de bebés con cromosomas XX e hiperplasia suprarrenal congénita, que nacen con características sexuales atípicas, evitando mencionar el concepto de intersexualidad, pues tiene una fuerte carga política y reivindicativa de derechos.

Cuerpo ideal

Disfrutar su cuerpo sin cuestionamientos han sido parte del aprendizaje de Paloma, mujer intersexual que no fue sometida a cirugía, y quien considera que el hecho de que hayan respetado su cuerpo durante la infancia le ha permitido gozar plenamente de muchos aspectos, entre ellos el emocional y el sexual, pues asegura que “puede hacer y disfrutar cosas con mi pareja que no serían posibles si fuera solo una mujer con un cuerpo típico”. El antropólogo David Le Breton señala que el cuerpo es la representación de la persona en el mundo, y para Paloma, su corporalidad le permite deducir que sus experiencias han sido únicas, “ahora puedo decir que prefiero tener el cuerpo intersexual con el que nací, que haber nacido con un cuerpo considerado ‘normal’.”

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