La ciencia persigue al VIH — letraese letra ese

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La ciencia persigue al VIH


El bullicio quedó atrás. Las conversaciones cruzadas en todos los idiomas, el intercambio de decenas de materiales impresos no tuvieron lugar en esta edición de la Conferencia Internacional de Sida, la número 23 de la historia, que por primera vez se realizó de manera totalmente virtual debido a la contingencia por el nuevo coronavirus. Las discusiones de pasillo dieron paso a conferencias teletransmitidas, pero si bien la circunstancia fue distinta, la sucesión de investigaciones y descubrimientos en torno a esta epidemia no se detuvo.

Covid-19, el otro invitado

La presencia del virus SARS-Cov-2 ha impactado todos los niveles de la vida humana desde comienzos de este año. Su interacción con el VIH no podía quedarse fuera de las agendas de investigación del personal científico alrededor del mundo, y algunos de esos hallazgos fueron presentados en la conferencia AIDS 2020.

Por un lado, se observó una interacción entre estas dos infecciones que tuvo resultados negativos para la población de Cabo Occidental, Sudáfrica, en el continente más fuertemente golpeado por el VIH hasta el momento. Durante su participación en la conferencia, la doctora Mary-Ann Davies, del Departamento de Salud del Cabo Occidental, comentó que 8 por ciento de las muertes por COVID-19 en su provincia eran atribuibles a la coinfección con VIH. Sin embargo, puso esto en perspectiva, ya que Sudáfrica es un país con una alta prevalencia de VIH pero aun así, la juventud de su población afectada ha colaborado en que las muertes que relacionan ambos virus mantengan números bajos.

En la población estudiada, la prevalencia de VIH se estimó en 17%, y hubo importantes diferencias entre las personas con coronavirus que tenían VIH y las que no. Por ejemplo, 74% de las personas con VIH que murieron eran menores de 60 años, mientras que sólo 37% de los VIH negativos que murieron estaban en esa misma edad.

En contraste, otras investigaciones mostraron datos mucho más optimistas. Una de ellas se llevó a cabo en el hospital Guy’s and Sant Thomas’ de Londres, Inglaterra, donde se compararon casos de personas con COVID-19, con y sin VIH, confrontando personas con características iguales respecto a edad, sexo y condiciones socioeconómicas. Las personas con y sin VIH no tuvieron diferencias importantes en cuanto a enfermedades subyacentes, como hipertensión arterial.

El análisis retrospectivo arrojó que después de 28 días, 82 por ciento de las personas con VIH y 74 por ciento de las que no tenían VIH había dejado el hospital, lo cual muestra una diferencia no significativa. Tampoco hubo variación en el tiempo de estancia en el hospital, la necesidad de ventilación mecánica, la frecuencia de complicaciones debido a COVID-19 ni la tasa de muerte.

Resultados similares se obtuvieron en Nueva York, específicamente en el Sistema de Salud Montefiore, una red de 4 hospitales y 21 clínicas de atención primaria avecindada en el Bronx, uno de los epicentros de la crisis sanitaria por COVID-19 que vivió la ciudad en abril pasado. Ahí, los investigadores hallaron que la estancia hospitalaria, el desarrollo de enfermedad renal aguda y la mortalidad no tuvieron diferencias significativas entre personas VIH positivas y VIH negativas. Sólo la necesidad de ventilación mecánica fue visiblemente más alta en las personas con VIH (21 por ciento) que en las que no tenían este virus (14 por ciento).

Pero un hallazgo paradójico, a decir, del doctor Viraj Patel, participante en la investigación, fue que las personas que tenían una cantidad mayor de células de defensa CD4 antes de ser hospitalizadas fueron más propensas a requerir intubación, aunque no hubo diferencias en la estancia hospitalaria ni el riesgo de muerte. Este dato debe ser investigado más a fondo, comentó.

Un estudio más, esta vez conducido en Los Ángeles, hizo un análisis retrospectivo de un grupo de veteranos de guerra con y sin VIH. En ambos grupos, casi el mismo porcentaje se infectó con SARS-Cov-2 (9.7 vs. 10.1 por ciento, respectivamente).

Los resultados de varios indicadores fueron casi iguales para ambos grupos, variando apenas en uno o dos puntos porcentuales en lo que se refiere a hospitalización (34 por ciento de personas con VIH vs.. 35 por ciento de personas que no lo tenían), ingreso a terapia intensiva (14 por ciento vs. 15 por ciento), necesidad de ventilación mecánica (6 por ciento vs. 8 por ciento) y tasa de muerte (10 por ciento vs. 11 por ciento).

 

En la reunión mundial sobre sida no se podía ignorar la presencia del mayor reto de salud actual, el virus SARS-Cov-2, que a decir de la mayoría de los estudios presentados, no impacta más a las personas con VIH que a las personas que no tienen esta infección. Aún así, todavía queda mucho por investigar.

 

¿A la vista, una cura funcional?

Pero tal vez el hallazgo más mediático de esta conferencia fue el caso de un hombre de 35 años originario de Sao Paulo, Brasil, quien, se dijo, podría ser el primer caso de cura funcional de la infección por VIH, luego de permanecer por 15 meses sin evidencia del virus en su cuerpo y sin tomar antirretrovirales. La diferencia con otros dos casos reportados previamente (conocidos como “paciente de Berlín” y “paciente de Londres”) es que el brasileño no se sometió a un transplante de células madre.

El tratamiento de este paciente estuvo conformado por cinco antirretrovirales: un régimen usual de tres fármacos a los que se sumaron un inhibidor de la integrasa y un inhibidor de entrada. Formando parte de un ensayo clínico, suspendió su tratamiento en marzo de 2019. Más de 15 meses después, el VIH permanece indetectable.

El objetivo del estudio, conducido por Ricardo Diaz, de la Universidad de Sao Paulo y Andrea Savarino, del Instituto Italiano de Salud en Roma, fue evaluar múltiples intervenciones para reducir la cantidad de VIH en los reservorios, que están conformados por VIH latente. Los medicamentos antirretrovirales no pueden llegar hasta las células de los reservorios, por eso han sido catalogados como los sitios en los que el virus se “esconde”.

El experimento reclutó a 30 adultos con VIH que estuvieran tomando su primer régimen de antirretroviralesg y que tuvieran una supresión viral de más de dos años de duración. Cinco de los participantes tomaron el esquema de cinco antirretrovirales y tomaron también nicotinamida, un fármaco que está siendo estudiado por sus propiedades potenciadoras del sistema inmunológico. Luego de un tratamiento de 48 semanas, regresaron a su terapia triple, y finalmente el tratamiento fue suspendido por completo.

De esos cinco pacientes, sólo uno es quien continuaba en remisión a las 65 semanas sin tratamiento. Por ello, otros científicos, como el doctor Anton Pozniak, afirmaron que debe tomarse el caso con cautela. En conferencia de prensa, el británico recalcó que ya se han oído casos de posible cura antes y la mayoría han terminado en decepción.

La prevención cabe en una inyección

Desde 2012, cuando fue presentado en la Conferencia Internacional de Sida en Washington, D. C., el uso de fármacos para la prevención del VIH no ha dejado de crecer exponencialmente. Primero fue la tasa de 96% de protección en parejas serodiscordantes (donde integrante tiene VIH y el otro no), luego llegó la Profilaxis Pre Exposición (PrEP, por sus siglas en inglés), usando una tableta que contiene toda la terapia antiretroviral, tomada una vez al día.

Esta edición de AIDS 2020, fue la oportunidad para presentar formalmente los resultados del estudio HPTN 083, que demostró que el uso de un antirretroviral inyectado cada 8 semanas es más efectivo que la terapia oral actual. Ya hace un par de meses se había dado un antecedente de este estudio que comparó la acción de cabotegravir inyectado contra el esquema de tenofovir más emtricitabina, comercialmente conocido como Truvada, la PrEP por excelencia.

El equipo de investigación a cargo de Raphael Landovitz, de la Universidad de California en Los Ángeles, terminó el estudio de forma temprana al observar un número claramente menor de infecciones entre quienes recibieron cabotegravir que entre quienes tomaron Truvada. Sin embargo, en aquel momento, los datos recabados en la investigación sólo podían sustentar que se afirmara que el inyectable era “no inferior” al medicamento oral.

 

Un equipo de investigación de la Universidad de California en Los Ángeles encontró que un antirretroviral que se inyecta cada dos meses es 66 por ciento más efectivo como prevención del VIH que el tratmiento oral usado actualmente.

 

En la conferencia internacional, con toda la información procesada, el investigador principal pudo afirmar que el inyectable fue superior al tratamiento oral para prevenir la infección por VIH en hombres que tienen sexo con hombres y mujeres transexuales. Otro estudio paralelo, el HPTN 084, se está realizando en mujeres cisgénero en siete países de África y sus resultados se esperan para mediados de 2021.

Así, el estudio HPTN 083 incluyó a 4,566 personas y registró un total de 52 infecciones por VIH a lo largo de tres años. Del total de infecciones, 39 se dieron en el grupo que tomaba Truvada y sólo 13 en quienes recibieron inyecciones de cabotegravir, lo cual se traduce en una incidencia de 1.22 por ciento en el tratamiento oral y 0.41 por ciento en el tratamiento inyectable.

Este descubrimiento representa un nuevo giro en el uso del tratamiento como prevención del VIH, ya que demuestra que no sólo existe una opción más efectiva, sino también más sencilla de seguir (los problemas de adherencia a la toma diaria de píldoras no son exclusivos del tratamiento anti-VIH) para prevenir las infecciones. Desde hace casi una década, todos los reflectores parecen apuntar al uso de las herramientas clínicas como la manera más eficiente y costo-efectiva de abordar la pandemia del VIH, principalmente entre las poblaciones más afectadas.

La lejana esperanza de una vacuna

La pregunta ha sido la misma desde hace casi 40 años: ¿cuándo habrá una vacuna? La respuesta tampoco ha cambiado: falta mucho para obtenerla. Durante AIDS 2020, poco alentadores se mostraron los hallazgos en este rubro. Quizá un proyecto, patrocinado por los Institutos de Salud de Estados Unidos, fue el más cercano a llegar a una fase avanzada de estudio. Se trata de una vacuna que intenta “educar” al sistema inmunológico para reconocer la mayor cantidad posible de variantes de VIH, así como las partes (antígenos) de esas variantes que son más universales.

Hasta ahora, una versión de la vacuna no tuvo tan buen desempeño al momento de detectar una infección viral producida en laboratorio. Sin embargo, otra versión evitó que tres de siete macacos se infectaran luego de 12 intentos de infección rectal con un VIH adaptado a los simios y altamente patógeno, mientras que en los otros cuatro, se logró retrasar la infección.

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