Aislamiento: el mundo sin mí — letraese letra ese

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Aislamiento: el mundo sin mí


A partir de que se decretó la alerta por la infección con el nuevo coronavirus, quedarse en casa ha sido la medida que ha tenido mayor impacto en la sociedad contemporánea, pues actividades consideradas determinantes para la vida moderna han tenido que poner un freno ante la crisis sanitaria que se desarrolló a nivel mundial.

En tiempos de pandemia, abrazar a un amigo, acompañarse de una persona para salir a comprar víveres o celebrar un aniversario en familia son actividades consideradas “irresponsables” debido a que se pone en riesgo la salud de la comunidad, por tanto, el aislamiento ha sido una de las estrategias que disminuye la probabilidad de contraer la infección, sin embargo, estar alejado de la sociedad da lugar a afecciones en la salud mental a mediano o largo plazo.

En términos médicos, el aislamiento se ha definido como la separación de una persona que padece una enfermedad transmisible del resto de las personas, con excepción del personal médico. Se utiliza como medida para evitar la transmisión de enfermedades infecciosas que se puedan propagar.

La finalidad de implementar una cuarentena es disminuir el riesgo de infección con la interrupción de la cadena de transmisión, así como prevenir y controlar los brotes. A pesar de la necesidad de implementar un aislamiento masivo, existen elementos a considerar para evitar el desarrollo de padecimientos mentales que afecten la calidad de vida.

Impactos individuales

Limitar el contacto social puede desarrollar a corto plazo síntomas como angustia, irritabilidad, sensación de pérdida de la libertad y aburrimiento, debido a que se permanece en un solo sitio con restricciones que se contraponen con lo acostumbrado. A largo plazo (incluso un par de años después de terminar la cuarentena), el aislamiento puede generar depresión o dependencia de sustancias nocivas.

En periodos prolongados de cuarentena, las personas pueden sentirse desmoralizadas y bajar la calidad de sus actividades personales y profesionales. En trabajadores que han sido enviados a casa por tener una condición de salud vulnerable puede haber preocupación por no apoyar a sus compañeros de trabajo y a su vez resultar estigmatizados después del periodo de cuarentena, por tal motivo pueden autoaislarse después de la contingencia.

Debido a que la crisis sanitaria genera interrupciones de proyectos personales a corto, mediano y largo plazo, se gestan sensaciones de confusión, ansiedad y enojo que, aunado al limitado contacto social, producen frustración e inestabilidad.

Soledad en grupos vulnerables

La insatisfacción de relaciones sociales esperadas es una manifestación psicológica del aislamiento social que se asocia con impactos adversos en la salud mental y física. Esta sensación subjetiva de soledad afecta en mayor medida a personas con afecciones de salud física y mental preexistentes como ansiedad, depresión y trastornos obsesivos compulsivos.

Las personas adultas mayores, en particular las que viven solas o en instituciones geriátricas, pueden presentar sentimiento de soledad, al igual que aquellas quienes han experimentado hospitalizaciones o duelos recientes. Por ello, el acompañamiento de las familias es fundamental para contrarrestar esta sensación.

El confinamiento agudiza problemas sociales ya existentes, como la violencia doméstica o la sobrecarga de trabajo para quienes tienen responsabilidades de cuidados. Asimismo, las personas que han perdido sus empleos durante la pandemia tienen más consecuencias psicológicas negativas.

Las personas refugiadas, desplazados internos y migrantes indocumentados tienden más al sentimiento de soledad que de no tratarse puede convertirse en crónico e incrementar la probabilidad de enfermedades no transmisibles y muerte prematura.

Opciones de tratamiento

Si bien el aislamiento social causado por la pandemia puede afectar la salud mental de cualquier persona, es necesario monitorear a aquellas que tienen factores de riesgo, ya que pueden o no informar abiertamente sus síntomas, de modo que un monitoreo cercano puede ayudar a diagnosticar de forma temprana depresión o ansiedad.

Debido a que el periodo de aislamiento genera una pérdida de rutinas, se deben replantear las labores ocupacionales en horarios establecidos de modo que existan tiempos de entretenimiento y descansos en horarios que no afecten la calidad del sueño. Además, elaborar una lista de tareas pendientes permite mantiene el interés enfocado en planes a mediano plazo.

Las herramientas digitales pueden ser aliadas para interactuar con familia y amistades, por ello, las llamadas, videollamadas y el uso de redes sociales pueden evitar la sensación de soledad que se genera cuando se pierde contacto personal.

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