México contra la hepatitis C — letraese letra ese

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México contra la hepatitis C


Subir escalones es una actividad física que mucha gente detesta, sin embargo, para Miriam subir tres bloques de escaleras en un edificio representó alcanzar una victoria anhelada por varias décadas de vida, pues, por muchos años, el sólo hecho de subir uno o dos peldaños significaba sentir un enorme cansancio, debilidad en las piernas y necesidad de apoyo de otras personas para poder reposar.

Odontóloga de profesión, con muchos años de servicio en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado en Mexicali, Miriam Castellot vivió por más de cuatro décadas con una gran incógnita: qué ocurría en su cuerpo, pues los dolores de cabeza no paraban, había días en los que presentaba diarrea y después, una semana con estreñimiento. La comezón era insoportable, al grado de tener que pasar varios momentos al día rascándose de manera intensa. Las hemorragias nasales eran constantes. El cansancio que sentía era tan intenso que mermaba sus actividades cotidianas al grado de tener que detenerlas o moderarlas, incluidas las laborales.

Recorrió decenas de consultorios médicos de la capital bajacaliforniana, pero nunca obtuvo la anhelada respuesta, un diagnóstico que le permitiera saber cuál era el problema de salud que la aquejaba. Por el contrario, los especialistas le solicitaban estudios clínicos y sus resultados eran buenos.

Varias veces fue internada de emergencia, pero nunca obtenía una información certera sobre lo que le ocurría. Casi recién entrado el siglo XXI recibió una recomendación por parte de su ginecólogo de cabecera, quien recién había acudido a un congreso y escuchó sobre nuevas variantes del virus de la hepatitis. Recordó que uno de los problemas más frecuentes presentados por Miriam era el adelgazamiento de la mucosa vaginal, uno de los síntomas identificados para mujeres portadoras del virus de hepatitis C.

En su afán de no descartar cualquier posibilidad, Miriam buscó la manera de realizarse la prueba, cuyo resultado fue positivo. Por fin sabía que la causa de sus malestares era la hepatitis C, adquirida cuando era joven, al someterse a una transfusión sanguínea.

Un virus joven

La inflamación del hígado o hepatitis se conoce de manera precisa desde principios del siglo XX. Antes de esa época, se sabía de la existencia de dolores abdominales, pero no se les asociaba con la presencia de un virus en la zona hepática. Originalmente, se consideró que podía haber dos tipos de hepatitis: la A, contraída por contacto directo con otras personas con el virus, y la B, adquirida a través de contacto con fluidos como la sangre, por lo que las transfusiones eran la principal fuente de infección. Sin embargo, a pesar de haberse implementado un mecanismo de control para detectar la presencia de hepatitis B en la sangre, las nuevas infecciones sólo se redujeron entre 25 y 50 por ciento. Por lo tanto, se consideró que había un tipo de hepatitis que no era ni A ni B, cuya presencia provocaba cirrosis hepática y no presentaba síntomas, a diferencia de las otras dos variantes.

En 1989, en los laboratorios de una compañía biotecnológica llamada Chiron, se identificó que esa variante no clasificada de la hepatitis era en realidad otro virus, el de la hepatitis C, causante de la mayoría de casos de hepatitis crónica, cirrosis y cáncer de hígado en el mundo occidental.

Historia de tratamientos

Cuando Miriam se enteró que vivía con hepatitis C, viajó a la Ciudad de México en busca de especialistas. Allí, le explicaron que el virus ya había hecho efecto en su organismo, provocándole una cirrosis hepática, es decir, el tejido de su hígado se comenzó a llenar de cicatrices y mermó su funcionamiento habitual; era eso lo que le provocaba cansancio.

El daño estaba avanzado, pero le propusieron someterse a un tratamiento que en 40 por ciento de los casos daba resultados favorables. Éste consistía en la toma de interferón por alrededor de año y medio, alrededor de cinco pastillas al día. Desafortunadamente, la respuesta no fue la esperada y no se logró la erradicación del virus de su organismo.

Quien sí obtuvo mejores resultados fue su hijo, infectado al momento de su nacimiento, debido a que tuvo contacto con la sangre de su madre. En ese instante, nadie sabía sobre la enfermedad hepática de Miriam, ni ella misma.

Mientras que su hijo si logró la erradicación del virus de su organismo, Miriam espero a que hubiera otras posibilidades terapéuticas. En 2011, se anunció el desarrollo de un nuevo tratamiento con base en antivirales más eficientes y con una efectividad de casi 98 por ciento, una auténtica revolución, lo considera ella, pues en tres meses logró que la condición de salud que la aquejó durante años desapareciera para siempre y su hígado comenzara a restaurarse.

Estos medicamentos son inhibidores de proteasa, de polimerasa o de proteína NS5A que impiden la replicación del virus en el organismo, y a diferencia de los primeros fármacos, son capaces de interactuar con todos los genotipos del virus, con tratamientos de menor duración, mejores perfiles de seguridad y menor interacción con otros fármacos.

 

La estrategia nacional contra la hepatitis C incluiría promover la detección desde el primer nivel de atención, una vigilancia epidemiológica que tome en cuenta todas las condiciones que pueden llevar a una infección, detección y diagnóstico oportuno, y tratamiento oportuno en cualquier etapa de la enfermedad para evitar que las personas lleguen a la etapa de cirrosis.

 

Diagnóstico

Entre 1990 y 2013, la tasa de mortalidad por cirrosis asociada a la hepatitis C ha aumentado hasta llegar a 4.91 decesos por cada 100 mil habitantes en personas de entre 15 y 49 años, y 41.4 defunciones en el grupo etario de entre 50 y 69 años, lo cual la coloca como la quinta causa de muerte en el país, según un diagnóstico publicado por la Coalición para el Estudio de la Hepatitis C, conformada por médicos especialistas en la materia.

De acuerdo con Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, en México hay alrededor de 500 mil casos, pero podrían ser muchos más, ya que el virus puede tardar hasta 15 años en manifestarse después de haber sido adquirido. En el documento, la Coalición advierte que existen tratamientos médicos que logran la cura de la hepatitis C, aunque su costo promedio es de 187 mil pesos por persona, conforme a datos del Instituto Mexicano del Seguro Social, que en 2018 invirtió más de 363 millones de pesos en tratamiento para mil 500 personas.

Con base en esa evidencia, en julio de 2019 se anunció la implementación de una Estrategia Nacional de Tratamiento y Eliminación de la Hepatitis C con la finalidad de brindar, sin costo, un esquema terapéutico eficaz a toda aquella persona que tenga el virus. Así se busca contribuir a erradicar el padecimiento para 2030, como lo sugieren los Objetivos de Desarrollo Sustentable, propuestos por la Organización de las Naciones Unidas.

Una Estrategia Nacional

Para hacer frente a la situación, la Coalición ha propuesto 10 puntos a seguir con el objetivo de detectar, brindar tratamiento oportuno y dar seguimiento a personas con hepatitis C para erradicarla de México en 2030. Entre estos pasos a seguir están el promover la detección desde el primer nivel de atención y una guía de orientación para el personal médico correspondiente; una vigilancia epidemiológica que tome en cuenta todas las comorbilidades o condiciones que pueden llevar a una infección; detección y diagnóstico oportuno; tratamiento oportuno en cualquier etapa de la enfermedad, pero sobre todo en las más tempranas a fin de evitar que la personas llegue a la etapa de cirrosis.

Para que esta estrategia sea exitosa, se requiere asegurar el acceso efectivo y la gratuidad de los medicamentos, sumado a labores de prevención y de promoción de la salud, así como de investigación y de evaluación y de capacitación al personal de salud en diferentes niveles.

Además, se plantea la elaboración de una Guía Clínica para el diagnóstico oportuno, tratamiento y seguimiento a personas con hepatitis C y un manual para la prevención y promoción de la salud, diagnóstico y tratamiento de la infección. El órgano rector de dicha estrategia sería el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/sida.

Costos de la enfermedad

Datos proporcionados por la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) indican que durante la administración de Enrique Peña Nieto, el costo pagado por el tratamiento de una persona con hepatitis C era de 148 mil pesos, en tanto que, para este sexenio, se consiguió una reducción de 48 por ciento en el costo del fármaco a utilizar, a pesar de ser de última generación. Dicho tratamiento consiste en la ingesta diaria de una tableta durante 12 semanas y presenta una respuesta efectiva de 98 por ciento. Además, a diferencia de otros esquemas, el que actualmente se utiliza tiene acción directa sobre los seis diferentes genotipos del virus de la hepatitis C, sin importar el momento en que la persona adquirió la infección.

Cálculos realizados por la SHCP indican que si con un presupuesto de 750 millones de pesos se logró atender a cinco mil personas, ahora, con un presupuesto de mil 50 millones de pesos y un costo del fármaco 48 por ciento menor, se podría atender a 13 mil 500 personas, además de comprar 750 mil pruebas rápidas de detección e insumos para estudios como la medición de la carga viral para personas infectadas, la cual se realizaría antes y después de la toma de su tratamiento.

 

Entre los principales focos de la estrategia están sectores de la población como usuarios de drogas inyectables, personas con tatuajes o perforaciones, personas sometidas a tratamientos odontológicos o quirúrgicos antes de 1995 y mujeres embarazadas.

 

El poder que da la información

Tras conocer su diagnóstico y observar que la información al respecto era poca, Miriam decidió fundar el Grupo de Autoayuda Unidos por una Vida Mejor, enfocado a apoyar familiares y pacientes con hepatitis C con información, campañas permanentes de diagnóstico y trabajo en la vinculación institucional para lograr el acceso a tratamientos.

El grupo se sumará a la Estrategia Nacional, que se espera entre en vigor en breve con la finalidad de detectar a las miles de personas con hepatitis C y brindarles tratamiento, pues a diferencia de otros padecimientos de origen viral, éste es curable.

Ciertos sectores de la población como usuarios de drogas inyectables, personas con tatuajes o perforaciones, personas sometidas a tratamientos odontológicos o quirúrgicos antes de 1995 y mujeres embarazadas serán uno de los principales focos de atención de la estrategia.

Pero, el gran reto, considera Miriam, es erradicar el estigma alrededor de la cirrosis hepática, pues siempre se dice que ésta se debe al alcoholismo, cuando en realidad, casi 70 por ciento son casos derivados de la hepatitis C. Hacerlo, logrará que las personas estén convencidas de realizarse la prueba y, en caso necesario, iniciar tratamiento de forma gratuita.

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