Una avanzada de género — letraese letra ese

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Una avanzada de género


En Finlandia, 42% de los diputados en el congreso son mujeres, en Suecia la cifra aumenta al 47%, pero en Ruanda, la “Suecia africana”, la proporción llega al 61 por ciento. Actualmente las mujeres están a la cabeza de un gobierno en apenas 15 naciones entre un total de 193, y podría pensarse que la brecha sigue siendo enorme para cambiar sustancialmente la idea de que los hombres deben permanecer a la cabeza de un país. Sin embargo, la situación está cambiando rápidamente y para muchas personas las ventajas de confiar las alcaldías, los ministerios o incluso la presidencia de una nación a mujeres capaces de una gestión eficaz y menos permeable a la corrupción, aparece como una opción atractiva.

La publicación semanal francesa “Courrier international” dedicó en enero de 2020 un número especial a la presencia creciente de las mujeres en el poder, como un eco a las manifestaciones de protesta del movimiento #MeToo, pero también como el registro puntual de un fenómeno cultural novedoso e insoslayable. A continuación, un resumen valorativo de su contenido.

Los nuevos liderazgos
En el recorrido que hacen los autores de los artículos en el número de la revista titulado Ellas cambian el mundo, se destaca el caso de Alexandria Ocasio Cortés, diputada demócrata latina de 30 años para la 14a circunscripción de Nueva York, a quien se identifica como una de las voces más críticas de la oposición. Es la diputada más joven en la Cámara de Representantes y su ascenso político ha sido fulgurante. Se trata, según la opinión mayoritaria en el partido demócrata, de “una mujer política militante y también de un fenómeno cultural”. Sus posturas políticas suelen ser incómodas para algunos de sus colegas de partido, en parte por su radicalismo, pero también por su condición de mujer inconforme con las prácticas tradicionales de una clase política atenta más a sus propios intereses que a su pretendido compromiso con la clase trabajadora. Otro aspecto novedoso en su trayectoria es su agenda ecologista y en contra del calentamiento global, una postura que le ha distanciado, y de modo muy crítico, de Nancy Pelosi, a quien ella apoya, pero con quien toma sanas distancias cuando lo considera necesario. Una de las imágenes con mayor impacto mediático fue verla vestida de blanco, en la frontera estadounidense con México, detrás de una alambrada, protestando contra el encierro forzado de niños migrantes latinos separados de sus padres. Sus partidarios imaginan entusiastas su candidatura para la alcaldía de Nueva York en 2021, otros la suponen favorita para apostar por la presidencia en 2024 o en 2028.

Otra mujer sobresaliente en la política mundial es la finlandesa Sanna Marin, quien desde diciembre pasado encabeza, a sus 34 años, y en su calidad de primer ministra social-demócrata, un gobierno mayoritariamente femenino. Los cuatro partidos que forman la coalición de su gobierno están en efecto liderados por mujeres y parte de la campaña de Sanna Marin para lograr una igualdad de género en la política se basa en su temeraria propuesta de remplazar con un pronombre personal neutro (el finlandés hän), la tradicional división de géneros, de tal modo que ninguna persona se vea ya definida como un “él” o un “ella”. Este nuevo protagonismo femenino ha alterado muchas costumbres e inercias del patriarcado nórdico Así, es ahora muy común ver a los hombres pasar más tiempo en el hogar ocupándose de los hijos y de las faenas domésticas, sin que eso se interprete como un menoscabo a su dignidad masculina. Cabe señalar, a manera de contexto histórico, que Finlandia fue el primer país europeo en reconocer el derecho al voto femenino en 1906, y el primero también en autorizar que las mujeres se postularan a cargos públicos de importancia estratégica. En lo que va del siglo XXI, Finlandia ha tenido así dos primeras ministras y una presidenta, Tarja Halonen, la cual dirigió el país durante 12 años (2000-2012). A menudo se comenta que en ese país nórdico los niños suelen preguntar si un hombre sería capaz de dirigir bien el país, por haber sido para ellos una costumbre ver una Finlandia gobernada por mujeres. Sería, sin embargo, bastante ilusorio concluir que esta participación femenina en el poder ha resuelto por completo la discriminación de género o disminuido significativamente la violencia familiar e incluso los feminicidios, cuya tasa es, paradójicamente, una de las elevadas en Europa. El acento puesto en la emancipación política y en la paridad en el gobierno, ha dejado a una auténtica igualdad de género como asignatura todavía pendiente.

La figura más sorprendente en este panorama del protagonismo político femenino, es sin duda la adolescente sueca Greta Thunberg, militante ecologista aquejada de autismo (un síndrome de Asperger), con la lucidez suficiente para sugerir cómo podría ser gobernado el mundo por una generación de jóvenes comprometidos con la vida saludable del planeta. Ella representa una suerte de ecofeminismo que gana cada vez más espacio en la discusión pública. Figura crecientemente popular y admirada por miles de jóvenes, respetada por políticos como Angela Merkel y difamada por dirigentes autoritarios como Putin, Trump o en su momento Salvini, quienes la suponen manipulada siempre por una izquierda extrema, Greta Thunberg responde elegantemente a la embestida reaccionaria con una frase sencilla: “Nunca se es lo suficientemente pequeño para hacer una gran diferencia”.

Un empoderamiento meridional
Otra diferencia sustancial la marca también en Colombia la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, de 49 años, feminista abiertamente lesbiana, luchadora infatigable contra la corrupción endémica en su país y dirigente política que aglutina a la izquierda y a los ecologistas. Su enorme popularidad está basada en la denuncia que desde hace largo tiempo ha lanzado en contra de las pandillas políticas, los grupos paramilitares y la extrema derecha de su país. Un emblema del inconformismo moral con una sólida base de apoyo social juvenil.

Otra figura cercana al ecofeminismo es la alcadesa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, de 57 años, colaboradora cercana del presidente Andrés Manuel López Obrador, especialista en asuntos de medio ambiente y personalidad científica con un interés muy marcado en una agenda social progresista. Su popularidad, al cabo de más de un año de gestión al frente de la capital del país, rebasa el 50 por ciento. La asignatura pendiente de su gobierno sigue siendo un combate eficaz contra la inseguridad y la delincuencia organizada.

En Grecia, la nueva presidenta del país, Ekaterini Sakellaropoulou, magistrada de 63 años y defensora de los derechos de las minorías étnicas y de los refugiados, representa un duro revés para una larga tradición de dirigentes patriarcales. Su popularidad y su eficacia en la gestión administrativa y jurídica representa una esperanza para un país que lucha desde hace largo tiempo contra un régimen de austeridad impuesto por el FMI y la neoliberal comunidad europea. Ellas comienzan, en efecto, a cambiar el mundo.

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