Jinwar: tierra de mujeres libres — letraese letra ese

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Jinwar: tierra de mujeres libres


Año 2010: Un buen día, un vendedor tunecino de 18 años de edad cuyo puesto de frutas  fue confiscado de manera irregular, y quien fue humillado cuando acudió a las autoridades en busca de ayuda, decidió prenderse fuego. Esta nota pareciera solo una anécdota irritante si no fuera por los hechos que se desencadenaron después. Hay una conocida paradoja en la cual si una mariposa bate sus alas en Hawái, la pizca del aire agitado de ese movimiento creará un huracán en Japón.

No hace falta resaltar que tendría que ser una mariposa enorme o en su defecto, menos simbólico y más efectivo, un tunecino quemado vivo. Esta inmolación fue el punto de partida para una serie de protestas que ocasionaron la renuncia del presidente de Túnez. A su vez, otras naciones del Medio Oriente fueron contagiadas por ese entusiasmo y protestaron contra sus gobernantes, logrando la dimisión de otros varios. Este movimiento fue bautizado por los medios como “la Primavera Árabe”.

Egipto, por ejemplo, fue el caso más conocido y dramático de la primavera. Las protestas en El Cairo lograron el derrocamiento de Hosni Mubarak a costa de cientos de heridos y violaciones. Así mismo en Libia, su líder Muammar el Gadafi intentó defenderse de los embates de los protestantes, pero fue neutralizado por las fuerzas armadas estadunidenses. Ahora Libia es un Estado fallido. El mismo destino le esperaba a Siria, pero los sirios no tenían manera de saberlo.

Año 2018: un grupo de aldeanas junto con sus hijos y un par de cabras cruzan la zona norte de Siria caminando con cuidado en un descampado lleno de ruinas. Del paisaje urbano no queda nada: Alepo, Bosra y Damasco son poco menos que una zona de devastación. El estado islámico ha dominado grandes sectores de su población, dinamitando la rica cultura siria. Palmira (una de las ciudades más bellas del mundo antiguo) ahora es sólo una sombra de la que pronto no quedará nada. La guerra contra los civiles es cada vez más cruel y la violación sistemática de mujeres kurdas es una realidad de la que nadie quiere tomar nota ni postura. Las aldeanas huyen de eso.

 

En medio de la violencia y el riesgo latente de las agresiones sexuales que derivan de la guerra, un grupo de mujeres sirias decidió fundar una comunidad
donde una de las reglas es no admitir hombres.

 

¿Hombres? no, gracias
El grupo de mujeres llega agotado a la entrada de un campamento cuyas letras en hierro prometen un lugar seguro, libre de amenazas sexuales: Jinwar. Jinwar significa, en árabe, “tierra de mujeres libres”, y básicamente fue creado para proteger a mujeres y niños víctimas de la guerra en Siria. A diferencia de los hombres, las mujeres no pueden alistarse en el ejército a menos que sea en grupos abiertamente rebeldes, y la mayoría de ellas son de entornos urbanos. Estas mujeres, como nuestro grupo de aldeanas, son campesinas y si su futuro en tiempos de paz es incierto, en tiempos de guerra es un verdadero enigma cuya solución, seguramente, es violenta.

Jinwar fue creado en el año 2016 e inaugurado en el año 2018 durante el Día Internacional de la eliminación de la Violencia contra las Mujeres. La filosofía de este campo es sencilla pero poderosa: las mujeres pueden hacerlo todo por ellas mismas.

En una cultura donde la mujer es una propiedad cuyos derechos son poco menos que invisibles, la palabra “autonomía” es una apuesta arriesgada. Sin embargo, las creadoras de este campo vieron que sí era posible devolverle la autovaloración a estas mujeres y se pusieron manos a la obra.

Jinwar cuenta con escuelas, fuentes de agua, campos de siembra y cría de animales, granero, edificios dormitorios y áreas de esparcimiento para los niños. Si bien los hombres pueden ingresar al campamento, está prohibido que pasen la noche ahí. Contrario a lo que pudiera pensarse, Jinwar no es un campo de refugiados o de concentración, las mujeres pueden salir libremente y volver, lo cual, justamente mantiene el espíritu de libertad en el campamento.

También es un ejercicio de sororidad. Gran parte de los ingresos que mantienen al campamento se deben a donaciones realizadas por mujeres alrededor del mundo en la página web de Jinwar: (http://jinwar.org) y otras fundaciones asociadas a esta iniciativa. A pesar de las facilidades de Jinwar tal vez lo mejor de este campamento sea la oportunidad de visibilización política.

Durante la construcción de Jinwar se fundó una escuela para educar a las mujeres en ciencias políticas, arte y matemáticas, lo cual confirió una postura crítica sobre la realidad a estas mujeres que dejaron de ser víctimas para convertirse en portavoces de algo más grande que ellas. Esta postura se reveló en la carta abierta traducida a más de 10 idiomas que realizaron las mujeres que hacen vida en el campamento:

Querid@s amig@s de JINWAR :
Nosotras, las mujeres, niñas y niños de la aldea de mujeres libres Jinwar en el norte de Siria, os escribimos esta carta a vosotras, que habéis estado en contacto con nosotras o habéis tenido la oportunidad de visitarnos. (...) Es posible ver lo que hemos construido: las casas de arcilla en las que vivimos juntos, la escuela, el centro de curación de medicina natural que esperamos abrir pronto, nuestra panadería, el jardín, los campos, todos los árboles, que se hacen cada vez más grandes, y toda nuestra vida común, lejos de la opresión y la violencia, basada en nuestra voluntad de vivir juntas como mujeres, niñas y niños libres.

Todo esto está ahora bajo la amenaza directa del Estado turco, que lanza abiertamente ataques contra el norte de Siria. El plan de Erdogan es exterminar al pueblo kurdo y ocupar nuestra región. (...) La situación en Afrin ha sido muy mala para la gente, especialmente para las mujeres, a las que se les quitan sus derechos, que sufren violencia y violaciones, que son vendidas y tratadas como esclavas. Los ataques y una nueva ocupación del Estado turco en otras partes del norte de Siria podrían significar la misma explotación brutal para las mujeres de aquí.

JINWAR es un lugar donde las mujeres pueden vivir en comunidad y criar y educar autónomamente a sus hijos e hijas, libremente y sin la enorme influencia diaria de la mentalidad masculina dominante.

(..)Nuestro pueblo JINWAR es una parte y al mismo tiempo un resultado de este proceso revolucionario. Además, también es un ejemplo práctico de cómo nosotras, como mujeres, podemos crear alternativas en campos como la vida comunitaria, la ecología y la economía.

(...)En el momento en que escribimos esta carta, diferentes pueblos y lugares de los alrededores están siendo bombardeados y muchas personas ya han sido asesinadas. Nuestra aldea, nuestra sociedad, nuestras vidas y la vida y el futuro de todas las personas de aquí, especialmente las mujeres y los niños y niñas, se encuentran bajo una amenaza urgente.

Nosotras, como mujeres, niñas y niños de JINWAR, os llamamos a alzar la voz y tomar medidas contra esta guerra.

¡Aprovechad todas las posibilidades que tenéis para difundir información y sensibilizar sobre la política de ocupación turca!

¡No os quedéis calladas! ¡Pongámonos de pie juntas por una vida libre y por nuestro futuro común!

Nada mal para un grupo de mujeres devastado física, económica y emocionalmente que descubre en la política una manera de reconocimiento no sólo como seres humanos, sino como seres políticos. Sin embargo, la guerra en Siria continúa.

 

En una cultura donde la mujer es una propiedad cuyos derechos son poco menos que invisibles, la palabra “autonomía” es una apuesta arriesgada.
Sin embargo, las creadoras de este campo vieron que sí era posible devolverle la autovaloración a estas mujeres.

 

2019, el conflicto no descansa
Turquía es una de las fuerzas militares más robustas del medio oriente y está (sorpresa) dinamitando el noroeste de Siria en su lucha contra dos grupos armados financiados por Estados Unidos: las Fuerzas Democráticas Sirias y las Unidades de Protección del Pueblo, conocidas como YPG. Turquía los considera, en resumidas cuentas, dos grupos terroristas y los ataques en la región cercana a Jinwar han sido agotadores y constantes. Las mujeres guardianas del campamento declararon que lo defenderán no solo de los violentos embates propio de los conflictos armados, también del embate opresor y machista que, generalmente, traen estos conflictos.


Sin embargo, eso no fue suficiente: El 4 de noviembre del 2019 Jinwar tuvo que ser evacuado.

Epílogo
La página web de Jinwar en su versión en inglés no ha sido actualizada desde octubre del 2019. Sin embargo, en sus redes sociales se revela algo que va más allá de cualquier carta o campo de refugiados del que tengamos una idea. Se revela un proyecto piloto, una idea del tipo “qué pasaría si…” en vez que hacer las cosas como las hemos estado haciendo hasta ahora, dejamos que las mujeres tomaran las bridas de una vez.

Jinwar no solo es o fue, un campo de mujeres libres también fue un bastión de resistencia, un lugar en donde la guerra fue sólo el contexto trágico de un acto de rebeldía que llevaba años siendo reprimido por mujeres de las cuales no se esperaba nada.

En el momento en que decidieron ser libres, estas mujeres no sólo liberaron las cadenas de su propia existencia, también abrieron las puertas a otras mujeres que replicaron sus ideas en otras partes del mundo menos conflictivas.

Durante su permanencia, Jinwar ha recibido cientos de visitas de grupos femeninos de varias partes del mundo. Mujeres que nunca habían sido fotografiadas antes, tuvieron la oportunidad de sonreír sin miedo ante una cámara por primera vez en su vida, cientos de niñas obligadas a casarse y parir antes de los 14 años, también encontraron un refugio en Jinwar y ahora saben leer y escribir con la esperanza de que todo cambie. Jinwar nació como un espacio de protección para las víctimas y perduró como un espacio en donde la rebeldía también es la paz.

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