Al anochecer, Tania no logra conciliar el sueño una vez más, la ansiedad empieza y con ella sus palpitaciones del corazón rebasan los 100 latidos por minuto. Agravándose por la mañana, pues a pesar de sentirse cansada, irritable, débil, nerviosa y sin apetito, empora por cumplir una doble jornada laboral. No obstante, fue el retraso de su periodo menstrual que la llevo al ginecólogo, quien después de realizarse un análisis de sangre, tuvo que acudir urgentemente con el endocrinólogo. Después de varios estudios, Tania fue diagnosticada hipertiroidismo.

Con el mal funcionamiento de la glándula tiroides inicia el problema del hipertiroidismo, la cual se ubica en la parte delantera del cuello, la misma produce dos hormonas importantes, la triiodotironina (T3) y la tiroxina (T4) que, al esparcirse en el torrente sanguíneo a todos los tejidos del cuerpo, regulan el metabolismo, es decir, distribuye la energía, mantiene la temperatura corporal, encima, se encarga del buen funcionamiento del cerebro, corazón, músculos y otros órganos. Dichas hormonas tiroideas son controladas por la glándula pituitaria (situada en el cerebro), que a su vez genera la hormona estimulante de la tiroides (TSH) incitando a la tiroides para producir T3 y T4.

El aumento de actividad de la tiroides provoca una excesiva producción de hormonas (T4 y T3) en la sangre, así como una aceleración de la actividad metabólica del organismo, provocando en las personas que lo padecen, arritmia, presión arterial, sudoración excesiva, ansiedad, pérdida de peso, temblor en manos y dedos, fatiga, insomnio, entre otros síntomas. Se trata de un padecimiento que, con una valoración oportuna, no debería generar mayor complicación a la salud.