Tuberculosis del siglo XXI
Considerada ingenuamente como la enfermedad del pasado, la tuberculosis continúa siendo un problema de salud pública a pesar de ser curable y de tratamiento gratuito. Se relaciona con cuestiones sociales como la migración, las personas que viven en reclusión y la pobreza, contextos donde es elevada su propagación.
La tisis o peste blanca (como anteriormente se nombraba) es causada por el bacilo Mycobacterium tuberculosis; el mismo es esparcido en el aire por una persona enferma al toser, reír, escupir, cantar o estornudar. La mayoría de las veces se aloja en los pulmones y no todas las personas desarrollan la enfermedad.
Por ejemplo, la tuberculosis latente se alberga en el cuerpo manteniéndose dormida gracias al buen funcionamiento del sistema inmunológico; al no poder extenderse, no es contagiosa y podría permanecer así durante años, sin que el sujeto se entere de la infección. La tuberculosis se presenta en cualquier sistema inmunológico débil, como es el caso de personas con sida o diabetes mellitus (aunque no son las únicas), lo que permite que los bacilos puedan trasladarse a través de la sangre para fijarse en cualquier tejido (riñones, cerebro, huesos, piel) causando daños irreversibles.
Tos con flemas o con sangre que dura más de tres semanas, fiebre, sudoración nocturna y pérdida de peso son algunos síntomas. Para su diagnóstico, el método de la baciloscopía (tomar muestra de la flema), complementado con radiografías del tórax, confirmarían la afección. Es de suma importancia que la persona enferma de tuberculosis no suspenda en ningún momento su tratamiento, pues podría desarrollar inmunidad a los medicamentos tradicionales.