Una brecha profunda
Ver un eclipse lunar o amarrar un moño rojo alrededor del vientre durante el embarazo son de los tantos mitos que se suelen relacionar con el labio leporino y paladar hendido. Obviamente, éstos no lo originan, sino que es una patología multifactorial, producida por varias circunstancias como la predisposición genética o la poca ingesta de alguna vitamina en el desarrollo de gestación, aseguró María Elena Sandoval Ochoa, especialista en cirugía plástica, estética y reconstructiva.
El labio leporino es una malformación en la que anatómicamente no se adhirieron las estructuras peribucales correctamente. Puede presentarse desde una pequeña abertura en el labio superior hasta completa, que va desde el labio hasta la base de la nariz.
El paladar hendido es la abertura de las partes internas del paladar blando y duro. Existen diversos grados de afectación, por ejemplo, se forma de un lado (unilateral) o de los dos (bilateral), incluso, muchas veces existe una hendidura ligada al paladar. Esta condición se desarrolla entre las 6 y 8 semanas del feto, explicó la especialista.
Algunas molestias podrían ser la dificultad de un bebé para alimentarse, debido a la incapacidad de succionar la leche; infecciones en el oído producidas por la falta de conexión entre el oído medio y la garganta; retraso en el habla al no poder articular sonidos con la lengua y el paladar, y posiblemente los dientes no salgan de manera normal, por lo que se requerirá de ortodoncia.
Según el grado de la fisura, pueden realizarse cirugías como la adhesión labial, además, se llevará a cabo rehabilitación con otras disciplinas, logopedia o tratamientos de ortodoncia.