Un hueco en el estómago
Luego de comer, el estómago usa los jugos gástricos para descomponer los alimentos que se han ingerido. El revestimiento mucoso protege al estómago, duodeno y esófago de dichos ácidos. Cuando la cantidad de ácido aumenta, forma una lesión en las paredes denominada úlcera gástrica o péptica.
El dolor o la molestia en el epigastrio –región situada en el centro del abdomen– es el principal síntoma de una úlcera. El malestar aparece unas tres horas después de la ingesta, aliviándose luego de tomar un antiácido o de comer algo.
En muchos de los casos, la causante del padecimiento es la bacteria helicobacter pylori. De acuerdo con el Consenso Mexicano sobre Helicobacter Pylori, más del 90 por ciento de las personas con úlcera duodenal y entre 50 y 80 por ciento de las que tienen úlcera gástrica están infectadas con la bacteria. Este patógeno se hospeda en los ácidos estomacales, obstaculizando la absorción de los nutrientes, lo que compromete la salud de las personas infectadas debido al consumo de agua y alimentos insalubres. Incluso el compartir alimentos o el contacto directo de boca a boca son factores de riesgo.
Para diagnosticar úlceras gástricas, la o el gastroenterólogo realizará una endoscopía digestiva oral y en caso de hallarse la bacteria helicobacter pylori, se hará un estudio de sangre, de heces fecales o una prueba de aliento. Ésta última consiste en tomar una dosis determinada de urea en forma de cápsula y, al cabo de cierto tiempo, medir la urea que se exhala con el aliento; la cantidad de urea exhalada indica si existe o no la bacteria.