Diseños íntimos sobre pedido
La Semana de la Moda de Nueva York es considerada el evento más importante del mundo en lo que se refiere a la industria de la moda. En su más reciente edición, en febrero pasado, el contexto político estadunidense llevó a las marcas y los diseñadores a tomar partido: mientras el nepalí Prabal Gurung imprimió frases feministas en sus diseños, el Consejo de Diseñadores de Modas de Estados Unidos (CFDA) lanzó una campaña de apoyo a Planned Parenthood, una organización no gubernamental que lucha por los derechos reproductivos en ese país.
Mientras las marcas planteaban una postura política respecto a los derechos de las mujeres (genuina o no, es difícil saberlo), en el programa de actividades se incluyó el evento “Designer Vagina Showcase”, que en español sería algo como como “Presentación de vaginas de diseñador”. ¿El protagonista? El doctor Amir Marashi, ginecólogo y obstetra cuya clínica en la Gran Manzana se jacta de ser “la casa de las vaginas de diseño”. En ese corporativo médico, como en muchos otros alrededor del mundo, se realizan intervenciones quirúrgicas que ofrecen mejorar el aspecto estético y también la funcionalidad de los órganos genitales femeninos.
En busca de la perfección
La oferta de cirugías en los genitales es cada vez más común. Es fácil encontrar más de 142 mil resultados sobre el tema en el buscador de Internet más popular. Surgirán más opciones dependiendo de la frase que se teclee: cirugía genital, cirugía íntima, refreshing vulvovaginal, rediseño vaginal, lifting vaginal, ginecología estética, entre otras.
Los centros que ofrecen a través de la web este tipo de procedimientos los describen junto a fotos seductoras de mujeres bien torneadas. Muchos de sus sitios aseguran comprender que las mujeres que buscan este tipo de opciones quirúrgicas lo hacen debido a la inseguridad que les provoca el no sentirse cómodas con sus cuerpos o el hecho de que el paso del tiempo se haya hecho evidente en esa zona. Alguno, incluso, refiere a un artículo médico que revisó diversas investigaciones sobre cirugía estética vulvovaginal y encontró que la mayoría de las pacientes que pasaron por estos procedimientos “reportaron una total satisfacción y un aumento subjetivo de la función sexual y mejorando (sic) su autoestima e imagen corporal”.
Los médicos no dudan en utilizar el término científico correspondiente para describir los “defectos” que puede tener una vulva. La palabra constantemente hallada es hipertrofia (el aumento anormal del tamaño de alguna estructura corporal), la cual puede presentarse en el clítoris (cuando su apariencia es “descolgada” o sobresaliente de los labios mayores), en los labios menores (si sobresalen “demasiado” de los labios mayores) o incluso en los labios mayores. Sin embargo, los parámetros para “demasiado” (demasiado grande, demasiado caído, demasiado largo o demasiado holgado) no parecen estar definidos objetivamente, sino que se someten a la percepción tanto de la mujer como del médico o médica encargados de su atención.
Claro que las preocupaciones no son todas estéticas. También hay mujeres para quienes, por ejemplo, es un problema tener labios menores grandes, pues experimentan irritación, dolor durante la penetración sexual –cuando el pene arrastra la labia minora hacia dentro– o irritación e incluso laceraciones mientras hacen algún deporte como correr.
Por siempre jóvenes
¿Cuáles son las principales motivaciones de las mujeres para hacerse una cirugía plástica, cualquiera que ésta sea? La doctora Elsa Muñiz, antropóloga especialista en este tipo de construcciones corporales, respondió, en entrevista con LetraeSe, a esta interrogante. “Una de las motivaciones es la que los médicos mismos promueven, esta idea de elevar la autoestima, la seguridad que les da a las mujeres el tener ciertas partes del cuerpo en ‘buenas condiciones’”
El otro factor fundamental, considera, es el rechazo social a la vejez. “Como dicen los médicos cirujanos plásticos: uno de los factores más determinantes en este proceso es la gravedad, porque todo se cuelga”. Todo este cambio corporal hace evidente el paso del tiempo, algo que se antoja inaceptable en la actualidad. “El modelo de belleza sigue estando basado en la juventud, con todas sus características: la piel tersa, la cara firme, los ojos brillantes”. Por esto, “las personas que van perdiendo la juventud van adoptando actitudes de inseguridad, de baja autoestima”.
Por ejemplo, un corporativo médico de cirugía plástica que se hace llamar Antiaging Group (Grupo antienvejecimiento) en Barcelona, incluso señala que “la moda, quizá influenciada por las nuevas tendencias ‘extremas’ en depilación, y el avance de las tecnologías han hecho que muchas mujeres se planteen dar solución a un problema que a veces no afecta tanto a su salud física como a la psíquica, que les hace perder confianza o autoestima, pero que hasta el momento se llevaba calladamente porque daba vergüenza o se pensaba que no había solución”.
Remodelación
Existen diferentes intervenciones para modificar la vulva. La labioplastia, la reducción del clítoris, los implantes de grasa en labios mayores y pubis, el injerto de vello púbico y la vaginoplastia constituyen la gama de posibilidades. Son procedimientos en su mayoría ambulatorios que se pueden hacer en el consultorio bajo anestesia local. De acuerdo con los cirujanos, pueden realizarlos entre 40 minutos y dos horas.
Sin embargo, la zona es delicada por estar siempre húmeda y cubierta por la ropa, por lo que se recomienda tener una higiene rigurosa para contribuir a la cicatrización, que suele ser más lenta que en otras partes del cuerpo.
No hay datos estadísticos oficiales, pero de acuerdo con cifras del hospital Plástica Colombia, de Bogotá, la más solicitada (51 por ciento de sus consultas) es la labioplastia o reducción de labios menores. En ella se recorta el tamaño de los labios menores y sus principales motivaciones son estéticas o prácticas, cuando las mujeres no desean que sus labios se noten al usar ropa ajustada o se puedan “escapar” mientras usan un traje de baño. Se realiza en el consultorio con anestesia local y el periodo de recuperación va de dos a cuatro o hasta seis semanas.
La reducción de los labios menores, la disminución del clítoris, los implantes de grasa en los labios mayores y en el pubis, el injerto de vello púbico y la vaginoplastia
o estrechamiento vaginal constituyen la gama de posibilidades quirúrgicas para modificar los genitales femeninos, ya sea por motivos estéticos o funcionales.
Esta intervención puede realizarse sola o junto con la reducción del capuchón del clítoris, puesto que ambas estructuras están conectadas. El clítoris también podría ser intervenido por separado. El éxito de esta segunda cirugía consiste en no quitar demasiada piel, pues debe quedar suficiente como para cubrir el clítoris y que éste no quede expuesto a contactos molestos. Por lo general, las mujeres lo piden cuando no les gusta que su clítoris sobresalga de sus labios mayores, o bien, para mejorar la sensibilidad durante la actividad sexual.
Los lipoimplantes, por su parte, se pueden colocar en los labios mayores y/o el pubis y se recurre a ellos para contrarrestar el aspecto adelgazado y flácido que esa zona adquiere con el paso del tiempo. Se trata de una técnica de relleno que utiliza grasa de otras zonas del cuerpo (como la espalda o el abdomen), la cual se purifica y procesa y luego se inyecta en el área deseada. Los cirujanos a veces recomiendan este procedimiento junto con la labioplastía, pues así se puede “nivelar” el aspecto general de la vulva aumentando los labios mayores y reduciendo los menores. El periodo de recuperación se estipula entre dos y tres semanas. Paradójicamente, el pubis también es un área de elección para practicar una liposucción (extracción de grasa) cuando se considera que es demasiado voluminoso.
Entre los procedimientos estéticos está también el implante de vello púbico, que en realidad es un trasplante desde la cabeza hasta el pubis. Se utiliza para contrarrestar el aspecto de “calvicie” en zonas del monte de Venus. Se toma una tira de cuero cabelludo (generalmente de la nuca) y se trasladan los folículos pilosos a la zona púbica, depositándolos en pequeñas perforaciones realizadas para ello. El cabello que surgirá de ahí es permanente, además de que crecerá tanto como cualquier cabello de la cabeza, por lo que será útil recortarlo cada tanto.
Finalmente, aquellas mujeres que deseen estrechar su vagina pueden hacerlo después de haber tenido uno o más partos o simplemente cuando consideren que los músculos se han relajado. La opción quirúrgica es la vaginoplastia, también conocida como “rejuvenecimiento vaginal”. Consiste en estrechar el canal vaginal mediante la unión y recolocación de los músculos de la zona, incluyendo los del suelo pélvico, para recuperar el tono y corregir posibles desgarros que puedan haber surgido con los alumbramientos. Esta cirugía sí requiere anestesia general y al menos una noche de hospitalización. Después, al cabo de una o dos semanas, la mujer podrá irse reincorporando a sus actividades, aunque deberá esperar un mes y medio para tener relaciones sexuales. La abertura vaginal quedará muy estrecha, por lo que se requerirá un periodo de rehabilitación para dilatarla
Las motivaciones que llevan a una paciente a someterse a una cirugía íntima son particulares de cada caso, pero el número de mujeres crece cada año, sobre todo en la franja
de edad de 18 a 29 años (un total de 437 pacientes en 2013) y de 30 a 44 años (398 pacientes).
Fuente: Hospital Antiaging Group Barcelona
El cuerpo: punto de partida y retorno
Para Elsa Muñiz, quien hasta hace poco coordinaba la Maestría en Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma Metropolitana, muchos factores sociales se intersectan en el fenómeno de la cirugía estética genital. Uno de ellos es la sexualidad centrada en esa área. “La vagina, el ano, el pene, siguen siendo focos erotizados por la cultura; también esto tiene que ver con que la gente se preocupe porque sus genitales estén admirables”.
Otro factor, quizás el más relevante, es el mercado. “Estamos en una época de absoluta mercantilización y el cuerpo se ha convertido en una mercancía”. ¿Quién decide qué es bello? “Los médicos, las revistas de moda, los que inventan los cosméticos, o sea, el mercado”.
Pero el tema también involucra la creencia de que la persona es libre de construir su cuerpo como prefiera. “Tiene que ver con esa idea de que el cuerpo es lo único que nos pertenece realmente”. Pero esa es sólo una idea ya que “en muchos sentidos seguimos sin poder decidir sobre nuestros cuerpos”, puesto que obedecemos a factores externos.
En este contexto, reflexiona la investigadora ,el cuerpo se convierte en punto de partida y de retorno. “Acudes a la cirugía cosmética para obtener cierto grado de normalidad, pero esa normalidad está impuesta también. Lo que estas prácticas hacen es producir la normalidad. Entonces lo que obtienes no es la norma, pero se vuelve la norma”. Y se pregunta: “¿Cómo en una sociedad como la contemporánea, donde se reconoce la diversidad, cuando la diferencia es el símbolo de la época, hay una serie de procedimientos que lo que hacen es homogeneizar a las personas?”.