Con la piel a la defensiva
La constante comezón en la piel sumada a la resequedad y enrojecimiento son indicios de una posible dermatitis atópica. Dicha enfermedad crónica afecta los pliegues de codos, detrás de las rodillas, cuello, espalda y cara, dándole esa apariencia escamosa.
La dermatitis atópica es una enfermedad de la piel que aqueja a bebés y niños, tiende a desaparecer en la adultez, aunque algunas personas llegan padecerla toda la vida, puesto que no hay cura para ella. Además, se ha comprobado que las mujeres son más propensas a sufrir este padecimiento.
Aunque se desconocen las causas por las que se presenta la dermatitis atópica, personas que la padecen suelen tener trastornos alérgicos como rinitis o asma e inclusive la ingesta de algunos alimentos la produce. Sin embargo, su relación es imprecisa, por ello es recomendable acudir con un dermatólogo. El especialista evaluará las lesiones en la piel, la calidad de vida, la información genética de padre y madre, entre otros factores.
Las personas con dermatitis atópica deberán mantener su piel húmeda mediante la aplicación de cremas hidratantes, vaselina o aceite vegetal después del baño, que reducirán la hinchazón y comezón. En algunos casos se utiliza la fototerapia (exposición a rayos ultravioleta) que puede ser beneficiosa en adultos, aunque no suele usarse en niños, y medicamentos prescritos como los antihistamínicos.
Para evitar reacciones que irriten la piel se recomienda no usar jabones que contengan alcohol o fragancias, incluidos los detergentes.