Otra batalla educativa
Congregados en la cancha deportiva de San Antonio el Monte, decenas de personas acudieron al llamado del Comité de Educación de la población chiapaneca para quemar los recién llegados libros de texto. Entre los argumentos esgrimidos estaban el que sus contenidos eran “pornográficos” y “satánicos”, además de que promovían “el comunismo”. Lo mismo ocurrió en la sierra veracruzana, en Astacinga, donde después de que les fueron entregados los ejemplares para el nuevo ciclo escolar a las y los estudiantes, fueron apilados al centro del patio de la única escuela de la localidad, se los roció de gasolina y prendió fuego. De acuerdo con padres y madres de familia y personal docente, los contenidos no eran adecuados para la población infantil.
Los sucesos anteriores ocurrieron en agosto, pero desde mayo pasado iniciaron los desencuentros entre diferentes gobiernos, la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) y organizaciones aliadas, y otros grupos con la Secretaría de Educación Pública, al conocerse la implementación del modelo de Nueva Escuela Mexicana, sustentado en la reforma al artículo 3 de la Constitución Política para establecer que los planes de estudio deberán estar basados en la perspectiva de género y contar con un amplio sustento en las ciencias y las humanidades, a fin de que se impartan múltiples materias, entre ellas, la educación sexual y reproductiva.
El resultado de la discusión es que hasta la primera semana de septiembre sólo se habían repartido 83 millones de libros para preescolar y primaria y 41 millones para secundaria, de los más de 220 millones listos para ser entregados en todo el territorio nacional para este ciclo escolar. En Coahuila y Chihuahua, la Suprema Corte de Justicia de la Nación otorgó un amparo para detener su distribución.
En otras entidades como Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y Yucatán, se ha dejado a las agrupaciones de padres y madres de familia y al personal docente que decidan si usan o no de los textos vigentes. Mientras en Guanajuato, la Secretaría de Educación local pidió dejar en en resguardo de las escuelas los libros del grado que concluyeron las niñas y los niños, en tanto llegan los nuevos títulos. Además, se elaboraron materiales de apoyo para docentes.
Pleito de largo alcance
Uno de los artículos más debatidos durante las sesiones del Constituyente de 1917 fue el tercero, referente a la educación. En la propuesta original, se establecía que la educación debería ser gratuita y laica, entendiéndose este último concepto como neutral y sin influencia alguna del clero. La decisión fue dividida, muchos legisladores estaban en contra de la medida con el argumento de la falta de respeto a la libertad de enseñanza, y quienes estaba a favor espetaron que la educación religiosa tenía como objetivo manipular a las personas. La acalorada discusión terminó con 90 votos a favor de la laicidad de la educación y 58 en contra. La respuesta fue la creación de la UNPF.
En medio de un proceso de renovación del país, el entonces secretario de Educación Pública de México, Narciso Bassols, señaló que “la escuela debe dar, a su hora y en la justa medida, ni antes ni después, una noción científica de cómo nacen y se reproducen los seres vivos” y planteó la necesidad de renovar la educación nacional para asentarla sobre bases verdaderamente científicas.
Como parte de su propuesta, consideraba necesario erradicar de las mentes de las nuevas generaciones “el tabú de la reproducción” a través de la escuela primaria, ya que “debe proporcionar al niño un concepto completo del mundo y de la vida”, por lo que presentó una iniciativa para introducir la educación sexual a la escuela primaria.
En respuesta, asociaciones de padres de familia entregaron cartas con miles de firmas en contra de la propuesta. Al paso del tiempo y tras el anuncio de la implementación de un plan socialista de educación, la UNPF decidió no enviar a sus hijos a la escuela si se aprobaba la impartición de educación sexual y comenzó a conformar comités de huelga.
A pesar de que Bassols criticó la postura y señaló a los detractores que la falta de educación sexual era un retroceso para las nuevas generaciones, alrededor de 40 escuelas de la Ciudad de México entraron en huelga con el apoyo de los directores. Días después, en mayo de 1934, el secretario de Educación se vio orillado a presentar su renuncia ante la creciente presión.
Hasta la primera semana de septiembre sólo se habían repartido 83 millones de libros para preescolar y primaria y 41 millones para secundaria, de los más de 220 millones listos para ser entregados en todo el territorio nacional para este ciclo escolar 2023-2024.
Largo silencio
Pasaron casi 40 años para que se volviera a tocar el tema en la esfera pública. En 1973, por decreto del presidente Luis Echeverría, se incluyó, por primera vez, el tema de educación sexual en los libros de texto gratuitos, con el objetivo de prevenir los embarazos entre adolescentes y frenar los altos índices de crecimiento demográfico en el país.
Como parte de este proceso, cristalizado en la Ley Federal de Educación, se realizó una consulta nacional entre el magisterio para la elaboración de propuestas y se determinó la incorporación del tema de educación sexual a la materia de Ciencias Naturales. El contenido incluía cambios físicos en la transformación de niñas a mujeres y de niños a hombres; anatomía y fisiología de los aparatos reproductores; el papel que juegan óvulo y espermatozoide en la fecundación; el proceso de gestación del ser humano y la descripción del nacimiento.
Las reacciones no se hicieron esperar e integrantes de la UNPF enviaron una carta al entonces secretario, Víctor Bravo Ahuja, para exigirle el cese de la producción de libros, con el argumento de que la información sobre sexualidad debe darse en el seno de la familia.
Para acrecentar la protesta, en plazas públicas de Monterrey, San Luis Potosí y Aguascalientes se organizaron quemas de libros de texto, situación que llevó a lanzar una segunda edición en donde los esquemas anatómicos aparecerían con traje de baño.
Una vez más, el tema se estancó por casi dos décadas, hasta que el presidente Carlos Salinas de Gortari propusiera incluir el tema del sida en el libro de Ciencias Naturales de 6º año de primaria. Salinas propuso y aprobó la reforma integral de los libros de texto gratuitos. Para 1998, el libro de Ciencias Naturales de 5° grado incluía aspectos de educación sexual para que los menores pudieran “adquirir elementos sobre su desarrollo biológico”.
Un año más tarde, se editó el libro de texto de Ciencias Naturales y Desarrollo Humano para 6° grado, cuyo contenido explicaba los métodos anticonceptivos. La organización civil Pro Vida, encabezada por Jorge Serrano Limón, declaró que esta medida se fundamentaba en “una mentalidad anticonceptiva, de ver al hijo como una amenaza” y que dicho programa educativo no inculcaba “el autodominio pleno de las personas”.
Con motivo de la XVII Conferencia Internacional de Sida, celebrada en la Ciudad de México en 2008, el gobierno del presidente Felipe Calderón promovió la Primera Reunión de Ministros de Salud y Educación, cuyo objetivo era detener el VIH/sida en Latinoamérica y El Caribe para el año 2015. Esto se lograría mediante la impartición de educación sexual integral en las escuelas de toda la región, lo cual quedó asentado en la Declaración Ministerial “Prevenir con educación”. Años más tarde se anunció que la meta se cumplió al 75 por ciento.
Días más tarde, el entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, anunció la publicación del libro Tu futuro en libertad para el ciclo escolar 2008-2009. El texto abordaba el tema del sida desde una perspectiva humanista y se explicaba a niños y adolescentes, así como a docentes de todos los niveles educativos y padres de familia, las formas de transmisión y las maneras de prevenir la infección, las diferentes formas de amar, la violencia de género, la anticoncepción de emergencia, el aborto y la diversidad sexual.
Estos libros no pudieron ser distribuidos en las escuelas del entonces Distrito Federal debido a que esta atribución, señaló la secretaria de Educación, Josefina Vázquez Mota, sólo correspondía a la SEP. Incluso, amenazó con que el docente que repartiera los libros sería sancionado.
“¡No a la educación sexual en preescolar!” y “No a la incitación para la legitimación de la unión homosexual” fueron algunas proclamas que en junio de 2016 se escucharon en contra de la impartición de la materia de educación sexual en las escuelas y para difundir entre la sociedad la idea de que este tipo de educación se impartiría a los infantes desde el nivel preescolar. Incluso, en redes sociales se distribuyeron algunas notas que afirmaban que en las escuelas de preescolar se obligará a vestir a los niños como niñas y viceversa.
La Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología externó que el contenido de los libros de texto compagina con la educación integral en sexualidad, una perspectiva pedagógica propuesta ya hace más de 15 años.
Es un avance
En medio de la vorágine actual, la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología, que aglutina a decenas de organizaciones de la sociedad civil, externó que el contenido de los libros de texto compagina con la educación integral en sexualidad, perspectiva pedagógica propuesta hace más de 15 años, con pocas posibilidades de asentarse en los planes de estudio, pero con un avance paulatino.
De acuerdo con la Federación, la impartición de este tipo de educación es parte de los derechos de las infancias y adolescencias, garantizados por la Constitución, pues desde principio de este sexenio se reformó el artículo 3 para incluir a la educación sexual en la currícula educativa.
Sobre este argumento se sustenta la Nueva Escuela Mexicana promotora de los pilares de inclusión, pensamiento crítico, igualdad de género, vida saludable, apropiación de las culturas a través de la lectura y la escritura, artes y experiencias estéticas, así como en cuatro campos formativos: lenguaje; saberes y pensamiento científico; ética, naturaleza y sociedades, y de lo humano y lo comunitario.
En este último campo formativo, se hace énfasis en que las personas construyan su identidad mediante la exploración de gustos, intereses, necesidades, posibilidades, formas de interactuar en diversos contextos sociales y conciban la sexualidad como resultado de una construcción cultural conformada por distintas maneras de pensar, representar y entender el cuerpo en su relación con la igualdad de género.