Mujeres: lucha que avanza — letraese letra ese

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Mujeres: lucha que avanza


Por primera vez en su historia, la voz del movimiento feminista ha logrado unificar hasta a sus más férreos detractores. México se prepara para vivir lo que podría ser una jornada sin precedentes, si acaso la mayoría de las mujeres deciden tomar parte en la convocatoria al Paro Nacional de Mujeres, llamado por colectivas feministas el 9 de marzo, un día después de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Los más recientes feminicidios, que han exhibido violencia extrema, han dejado a una opinión pública indignada, dolida y convencida de que se debe tomar acción para que las agresiones por razón de género se detengan.

En la Ciudad de México, Abril fue asesinada a tiros el 25 de noviembre (Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres), presuntamente por encargo de su expareja, un ejecutivo de empresas transnacionales que hoy es buscado por la Interpol, y que ya había intentado matarla 10 meses antes. Íngrid murió a manos de su pareja sentimental, quien la apuñaló, la desolló y retiró sus órganos. Fátima, de 8 años, fue violada y asesinada por un hombre que, según algunas versiones, la quería como “novia”. En Zinahuetla, una comunidad rural de Puebla, Verónica, de 14 años, fue degollada por un hombre con quien se negó a tener una relación de noviazgo. En Tijuana, Marbella fue secuestrada, violada y asesinada por un “pretendiente” que la acosó durante meses porque no aceptaba su negativa; el asesino acudió a su funeral usando una camiseta con la leyenda “Ni una menos”. Con vida sigue María Elena, de Oaxaca, tratando de recuperarse de las heridas que le dejó un ataque con ácido, presuntamente ordenado por su expareja, un empresario y exdiputado quien presuntamente también filtró imágenes íntimas de ella, y que hoy se encuentra prófugo.

La lista de mujeres y niñas asesinadas aumenta prácticamente cada día. En general, los medios de comunicación se interesan más por cubrir los crímenes con perspectiva de género (excepto los tabloides de nota roja, que, por ejemplo, publicaron en primera plana las fotografías de los restos de Íngrid). Los nombres de ellas están en todas las redes sociales, en las conversaciones de trabajo, en las mesas familiares.

Ahí, en las sobremesas de familia, se cruzan los reclamos de más de una generación. Hablan las más jóvenes, quienes miran la forma en que, como nunca antes, grupos de mujeres tomaron la Universidad Nacional Autónoma de México para exigir el cese del acoso sexual por parte de profesores. Opinan las madres de esas jóvenes, que tímidamente comienzan a poner en duda eso de que lo que un hombre hace con violencia, en una mujer “se ve peor”. ¿Es tan grave pintar paredes, destruir mobiliario urbano o estaciones de transporte público, cuando en cualquier casa de cualquier colonia de la Ciudad de México un esposo puede estar escondiendo el cuerpo de su esposa en un tinaco, en una cisterna? Y se dejan oír también las voces de las mayores, las abuelas, que reflexionan y afirman que si “en su época” se hubiera hablado de abuso sexual como algo condenable, no hubieran sufrido en silencio las violaciones por parte de sus tíos, de sus hermanos, de sus propios maridos.

 

Movimientos específicos como la Marcha de las putas, #NiUnaMenos, #MeToo y la Marea verde explican en parte cómo se ha gestado la coyuntura en la que hoy el movimiento feminista tiene un apoyo mayor.

 

Feminismo para una nueva década
Como una lectura de lo que los últimos años significaron para el movimiento feminista, la escritora y periodista peruana Gabriela Wiener publicó, en la versión hispana de The New York Times, el artículo La década en que nos hicimos feministas. En un puntual recuento, la autora repasa los movimientos específicos surgidos desde 2011 y que hoy, en retrospectiva, explican cómo se ha gestado esta coyuntura en que un país como el nuestro está a punto de mostrar un cambio más, antes impensado: el paro nacional de mujeres.

En el primer año de la década, la Marcha de las putas trascendió las fronteras de Canadá, donde el policía Michael Sanguinetti causó indignación al afirmar, en una conferencia en una universidad, que las mujeres eran violadas porque iban por ahí vestidas como putas. Las aludidas le tomaron la palabra y marcharon por las calles de Toronto usando ropa que, seguramente, Sanguinetti consideraría putesca. La bandera fue retomada en varios países de América Latina, entre ellos México. “Mi cuerpo no se toca, no se viola, no se mata”, escribieron las mujeres en su piel durante aquellas protestas.

Por otro lado, los feminicidios comenzaron a difundirse cada vez más a través de las redes sociales, cuyo auge se dio con el transcurrir de la década pasada. Así surgió la exigencia #NiUnaMás al hablar de mujeres asesinadas. Pero en 2015, el movimiento feminista argentino resignificó la demanda: no había que sumar y sumar nombres a la lista de crímenes, había que frenarlos. Gritaron entonces #NiUnaMenos, enfatizando que no era tolerable que se siguieran perdiendo vidas de mujeres a causa de la violencia machista.

Hacia 2017 nació el movimiento #MeToo, donde mujeres del mundo del espectáculo (primero de Hollywood y luego de otras industrias alrededor del mundo) denunciaron la violencia sexual a la que habían sido sometidas, y pusieron el dedo sobre abusadores con nombres y apellidos muy prominentes. Sin embargo, esa bandera no se quedó ahí. En México, por ejemplo, se crearon olas de denuncias en los ámbitos de la literatura, el periodismo y la academia.

Finalmente, en 2018 vimos brotar en Argentina la “marea verde”, el movimiento en favor del aborto legal que logró conjuntar a generaciones de mujeres que sintieron que era hora de dejar atrás los tabúes y poner en manos de las mujeres el control de sus cuerpos. Lograron llevar adelante la iniciativa en algunas instancias, pero fueron detenidas muy cerca del triunfo. Su impacto simbólico fue tan fuerte que otros países latinoamericanos, como el nuestro, adoptaron el pañuelo verde como elemento de identidad por el derecho a decidir.

Nosotras paramos, el mundo también
“Algo tiene que cambiar”, parecen decir cada vez más mexicanas, que si bien hasta ahora se habían mantenido al margen del feminismo (ya fuera por convicción o por desinformación), hoy encuentran un punto de convergencia con un movimiento que aboga por sus derechos, incluyendo uno tan fundamental como es el derecho a vivir con dignidad.

Para que ese algo cambie, muchas han decidido parar. Este 2020, por vez primera, las más diversas personas, organizaciones, empresas e incluso gobiernos locales de México se han sensibilizado a la Huelga Global de las Mujeres, un movimiento formalizado en 2017 por casi un centenar de organizaciones feministas de más de 36 países que luchan por hacer cumplir las promesas pendientes de diversos gobiernos en cuanto a la promoción de los derechos humanos, la igualdad de género, el desarrollo y la paz para las mujeres.

El movimiento global está convocado para el 8 de marzo, y con el lema “Si las mujeres se detienen, el mundo se detiene” hace un llamado a que todas las mujeres detengan o disminuyan su trabajo, ya sea formal o de cuidados, y que se unan para exigir los derechos humanos de todas.

Este llamado ha sido lanzado durante los últimos tres años en nuestro país, sin embargo, nunca como hoy había encontrado eco. En México se eligió el 9 de marzo, ya que el Día Internacional de la Mujer es domingo, y las convocantes consideran que sería más simbólico parar la producción de las mujeres en un día hábil.

Así, se posicionó el lema “¡El nueve ninguna se mueve!” para llamar a todas a no salir a trabajar, no hacer trabajo del hogar, no comprar ni vender nada, por tanto, hacer sentir el impacto de que las mujeres no participen por un día en la economía del país.

En el contexto mexicano, el también llamado Paro Nacional de Mujeres tiene como principal demanda es el cese de la violencia machista que tanta visibilidad ha adquirido en los últimos años. “Si las mujeres no valemos nada para México, que México se quede sin lo que producimos y sin lo que consumimos”, se lee en la convocatoria que se difundió en las redes sociales. #UnDíaSinNosotras, #UnDíaSinMujeres y #ParoNacionalDeMujeres son los hashtags con los que se ha identificado el movimiento en el ámbito digital. Entre las convocantes más visibles está la colectiva Las brujas del mar, pero también se han sumado mujeres a título individual y otras organizaciones.

 


Un número sin precedentes de escuelas, instituciones y empresas han respondido al llamado de los grupos feministas de no poner inasistencias a las estudiantes y no descontar el día a las trabajadoras que decidan participar en el movimiento

 

El contexto social ha sido todo cimbrado por el tema de la vida de las mujeres. Un número sin precedentes de escuelas, instituciones y empresas han respondido al llamado de los grupos feministas de no poner inasistencias a las estudiantes y no descontar el día a las trabajadoras que decidan participar en el movimiento que, paradójicamente, consiste en no moverse.

Así, la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, manifestó que se sumará al paro a título personal. Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, dijo que respetará a las mujeres que se unan al paro. El ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar, dijo que las trabajadoras del Poder Judicial que así lo deseen, no tendrán problemas al sumarse. La presidenta de la Cámara de Senadores, Mónica Fernández (Morena), y la presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Rojas (PAN), afirmaron que ambos organismos también se solidarizarán.

En el mismo sentido se han pronunciado el PRI, el PRD, el PAN y la organización política del expresidente Felipe Calderón, México Libre. El gobierno de Jalisco y el de Michoacán respaldarán a sus trabajadoras sin represalias económicas, mientras que las universidades que se han sumado son de las más diversas posturas ideológicas: Universidad Autónoma Metropolitana, Instituto Politécnico Nacional, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Universidad Autónoma de Yucatán, Universidad del Valle de México, Universidad Iberoamericana y el Instituto Tecnológico Autónomo de México.

Los organismos empresariales no se quedaron fuera del tema y así la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y el Consejo Coordinador Empresarial se mostraron a favor del paro. Incluso empresas con declaradas posturas conservadoras y/o religiosas como Bimbo, Walmart y Grupo Salinas se unieron a otros gigantes comerciales como Google y BBVA, y aseguraron que las trabajadoras que decidan parar no tendrán ninguna consecuencia negativa.

Mucho se ha cuestionado acerca de cuán genuina es esta solidaridad con la causa feminista. Es difícil conocer las motivaciones reales de todos estos actores, pero lo que sí está claro es que el tema está sobre la mesa y casi nadie se atreve a bajarlo de ahí.

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