El arcoíris perseguido — letraese letra ese

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El arcoíris perseguido


Más de 200 personas fueron arrestadas al filo de la medianoche mientras tomaban una copa y bailaban en el bar El Topo, ubicado muy cerca del Monumento a la Revolución, en la intersección de las calles de Vallarta y Plaza de la República de la colonia Tabacalera. Era un espacio donde lo mismo acudían hombres homosexuales que mujeres lesbianas y parejas heterosexuales. El incidente ,ocurrido el 24 de septiembre de 1978, fue similar a otro recordado por la activista lesbiana Luz María Medina, quien a través de sus testimonios ha descrito que los policías solían irrumpir en el lugar, rociar con gas lacrimógeno a las personas asistentes, golpearlas y detenerlas.

Los hechos de la noche septembrina pasarían inadvertidos, o sólo vivirían en las memorias de quienes estuvieron presente, si no es porque quedaron registrados en una tarjeta con letra de máquina de escribir, bajo el título “expediente 78–2-78”, en los archivos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS). Esta dependencia fue creada en la década de los cuarenta por el entonces presidente de la república Miguel Alemán Valdés, para ser un organismo policíaco y de seguridad de élite al interior de las Fuerzas Armadas en el marco de la Guerra Fría; sus tareas finalizaron en 1985.

El contenido de la tarjeta, en aquel entonces blanca y ahora amarillenta, refiere que derivado de los hechos, alrededor de 50 personas acudieron a la delegación Cuauhtémoc para exigir el cese a las “razzias”, como se nombraba en aquella época a las redadas. Esta ficha no fue la primera elaborada por agentes del Estado referente a grupos de personas homosexuales.

El último lustro de la década de los setenta fue testigo de la irrupción pública de hombres abiertamente homosexuales y mujeres lesbianas. La situación no pasó desapercibida para las autoridades gubernamentales, quienes desde el 31 de julio de 1978 recibieron un informe sobre las acciones del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), el cual  participó en la marcha conmemorativa del aniversario del inicio de la Revolución Cubana, el 26 de julio.

Durante el acto, el FHAR dio su discurso pidiendo luchar contra la represión policíaca en todos los niveles, hacer valer el derecho constitucional de reunión y de libertad de expresión, informar verazmente al pueblo acerca de la homosexualidad y sus implicaciones políticas, desautorizar a todo aquel que utilice a los homosexuales para ilustrar vicios, perversiones, degeneraciones o enfermedades mentales o sociales, despertar la conciencia de clase de los homosexuales y luchar por su dignidad, vincularse con las luchas de liberación de la mujer y con las luchas de las clases trabajadoras.

Archivos
Calificado como un movimiento “marxista-leninista” por los integrantes de la DFS, la lucha por el reconocimiento de los derechos de los homosexuales fue una movilización social monitoreada de manera constante por dicho organismo durante casi siete años, inmiscuyéndose en las entrañas de varias de las organizaciones como el Grupo Lambda de Liberación Homosexual
Las tareas de dicha Dirección consistían en reportar asuntos relacionados con movilizaciones sociales, indicios de rebelión, grupos subversivos y todo aquello que, de acuerdo con las autoridades mexicanas, fuera considerado un “peligro” para la nación. La irrupción pública de mujeres lesbianas y hombres homosexuales fue considerado uno más de esos “peligros”. Esto se enfatizó tras el viraje de las labores de la DFS en los setenta, cuando ya no sólo funcionaba como unidad de inteligencia sino también como un órgano represivo que conjuntaba a policías y militares a través de grupos como “Los Halcones” para ser provocadores al interior de grupos contrarios al gobierno, o incluso, tomar medidas represivas y de amedrentamiento en contra de los mismos.

 

La segunda mitad de los años setenta fue testigo de la irrupción pública de hombres abiertamente homosexuales y mujeres lesbianas. La situación no pasó
desapercibida para el gobierno mexicano, que desde el 31 de julio de 1978 fue informado de las acciones del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR).

 

La posibilidad de acceder hoy en día a dicha información es casi nula. El Capítulo III de la Ley federal de transparencia y acceso a la información pública gubernamental señala que “la información reservada podrá clasificarse como aquélla cuya difusión pueda: comprometer la seguridad nacional, la seguridad pública o la defensa nacional”, y desde hace varios años se han protegido los expedientes con ese argumento.

Una de las pocas rendijas entreabiertas está disponible en Internet, gracias a la labor del historiador Camilo Vicente, quien ha nombrado a estos expedientes como “los archivos de la represión”, debido a que “no sólo tuvieron por objetivo servir de soporte documental, sino alimentar y posibilitar los procedimientos cotidianos de la dependencia a la que pertenecieron: contar con la información suficiente y en tiempo sobre los ‘enemigos’ en turno, información que permitiera documentar su culpabilidad, permitir su captura y ejecutar la condena”.

Los muros hablan
La mirada del Estado traspasó las paredes, pues las fichas refieren algunas reuniones en domicilios privados. Por ejemplo, una fechada el 19 de octubre de 1978, indica que el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) se comprometió con grupos como Oikabeth y Lambda a luchar por sus objetivos políticos comunes.

Otra, asegura que el 28 de noviembre de 1978 en el centro nocturno Valu, “donde acostumbraban reunirse homosexuales”, se repartieron volantes en los que el aspirante candidato a diputado Víctor Amezcua y su suplente, Verónica Castro, citaban a una conferencia denominada “Por los derechos de los homosexuales” en un departamento en la colonia Roma, en la cual se planteo el lanzamiento de una candidatura para una diputación, ya fuera apoyada por el Partido Revolucionario Institucional o de manera independiente.

En febrero de 1979, en un análisis más detallado, los cuerpos de seguridad consideraron que el FHAR era una organización que buscaba “defenderse de los ataques de que son objeto, y hacerse respetar como seres humanos y ciudadanos contra la discriminación social, política, cultural y económica”, e insistían en sus nexos con el PRT, calificando al Frente como simpatizante de dicha institución política.

Entre sus dirigentes se identificó a Juan Jacobo Hernández, Fernando Esquivel Reyes, Ignacio Álvarez Hernández, Esperanza Téllez y Gustavo López. El monitoreo de sus actividades fue insistente, pues se les dio seguimiento a lo largo de todo 1979. Algunas tarjetas indican que acudían a los mítines en la embajada de Irán, en solidaridad con las mujeres iraníes perseguidas y los fusilamientos de hombres homosexuales, y en la embajada de Guatemala para rechazar el apoyo de este gobierno al de Nicaragua, encabezado por Anastasio Somoza.


Los agentes de la DFS recibían seis meses de entrenamiento, entre pruebas psicológicas, acondicionamiento físico y pruebas de tiro, así como la habilidad
de disfrazarse y cambiar su fisonomía para poder infiltrarse.

 

Nadie se salva
Si bien el mayor número de fichas sobre los grupos a favor de los derechos de los homosexuales y las lesbianas en la ciudad de México se refieren al FHAR, a tal grado que se seguían de manera constante las actividades de Juan Jacobo Hernández, también se monitoreó frecuentemente a Grupo Lambda de Liberación Homosexual, Lesbos, Grupo de Lesbianas Oikabeth, Sexpol y Grupo Sigma Epsilon de Homosexuales de Izquierda.

En las fichas rescatadas por Vicente, las cuales se pueden revisar en el apartado The State eye for the queer guy, de su sitio web homónimo, se dan datos de la ubicación del domicilio donde se reunía el Grupo Lambda de Liberación Homosexual o mítines en los que participaba, como el del 2 de abril de 1979, frente a la Cámara de Diputados, para la supresión del delito de aborto y el derecho a la libre maternidad; aquellos en conmemoración del Jueves de Corpus de 1971; en jornadas de solidaridad con estudiantes de la Escuela Normal Superior de Maestros, quienes denunciaban una agresión policial; cuando la Conferencia Internacional de Población tuvo lugar en México, en 1984, o cuando se apostaron frente a un restaurante Vips de la calle de Hamburgo, en la Zona Rosa, la mañana del 12 de diciembre de 1981, denunciando la negación de servicio hacia integrantes de sus colectivos.

También se reporta la desaparición de Oikabeth y la suma de sus integrantes a Grupo Lambda, hecho motivado por la represión policiaca padecida por sus integrantes. Sobre Lesbos sabían que sus integrantes acudían a reuniones del Frente Nacional por la Liberación y los Derechos de las Mujeres, el cual se había conformado en una reunión en la Facultad de Economía de la UNAM para pugnar por la legalización del aborto, la protección a las mujeres casadas y concubinas y la creación de una nueva imagen de la lesbiandad.

En lo referente a Grupo Sigma, se identifica a sus líderes: Rafael Mazín, Beatriz Seligson y Juan Luis Álvarez Gayou, y hay una ficha cuyo contenido señala que los integrantes de la organización externan su repudio por las acciones cometidas en su contra por parte de grupos policiacos, entre ellas violencia física y despojo de pertenencias. La respuesta obtenida fue que dichos operativos no se llevaban a cabo a menos que se alterara el orden público.

Por cielo, mar y calle
Una vez que los distintos grupos acordaron la realización de Marchas del Orgullo Homosexual, podría decirse que no sólo participaron los colectivos sexodiversos, sino también la DFS, pues para la primera marcha, celebrada el 29 de junio de 1979 por la tarde, sus informantes contabilizaron 250 asistentes al recorrido que abarcó del Monumento a los Niños Héroes en Chapultepec a la esquina de Carlos J. Finlay y Manuel Villalongín.

Ya para 1983, se reunieron más de mil personas en el contingente del orgullo. A diferencia de movilizaciones anteriores, en esta ocasión hubo una breve protesta frente a la Embajada de Estados Unidos, a través de quema de banderas y arrojamiento de globos de pintura, y la participación de contingentes de otras entidades como Jalisco.

Esta fue la última movilización seguida por la DFS. En alguna de las notas transcritas a máquina y cuidadosamente guardada en una mica se lee: “Nadie es libre hasta que todos los seamos”, un deseo que llevó a decenas de personas a salir a las calles para exigir a las autoridades y a la sociedad respetar su forma de ser y de vivir. Un anhelo vigente hasta el día de hoy.

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