Enfermedad renal. Costos impagables — letraese letra ese

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Enfermedad renal. Costos impagables


Ileana perdió las ganas de saltar, brincar, jugar y hacer travesuras a los nueve años. A diferencia de muchas otras niñas y otros niños de su edad, ella ya no quería jugar. El color de su piel blanquecina se había tornado amarillento, e incluso, opaco. Algunos exámenes de orina revelaron que su riñón no estaba funcionando bien, una situación inusual en la población infantil. En ese momento se supo que sus riñones funcionaban a menos del 30 por ciento de su capacidad, provocando que no pudiera desechar las toxinas de su cuerpo.

El remedio inmediato fue la hemodiálisis, una terapia de sustitución de riñón. Para realizarla, la persona debe conectarse a una máquina por horas, varios días a la semana. Entre los nueve y once años de edad, Ileana pasó más de la cuarta parte de ese tiempo conectada a la máquina, de la cual dependía su corta vida. Sin embargo, en mayo de 1995 se convirtió en una de las personas del grupo de 20 por ciento que obtiene un riñón donado. En su caso, fue donación cadavérica, otra situación anómala, pues en México, sólo 29 por ciento de los órganos donados tienen ese origen. La siguiente etapa fue pasar tres meses aislada en una habitación para evitar alguna complicación derivada del trasplante. Reconoce que en esa época no entendía del todo lo que ocurría o por qué se le privaba de muchas cosas, como que cada vez que salía a la calle su madre “cargaba con todo un hospital”.

A 21 años de distancia, recuerda que uno de los momentos más felices de su vida fue cuando tras meses de encierro luego del trasplante, su padre y su madre, en compañía de toda la familia, viajaron a las playas de Colima, donde pudo comer mariscos y muchos otros alimentos que no había probado en meses, así como correr y nadar.

Se ha enfrentado a otros retos como una infección de citomegalovirus, tuberculosis y cáncer de mama, logrando superar los tres, además de estudiar la licenciatura en educación preescolar. Los últimos doce años de su vida los ha dedicado a la crianza de su hijo, al apoyo emocional a otras personas, pero sobre todo a mitigar la desinformación y los mitos alrededor de la donación de órganos a través de su labor en la Federación Mexicana de Enfermos y Trasplantados Renales (Femetyre). “La gente debe comprender que alguien que ya trascendió vive, de cierta manera, en otra persona y le permite hacer su vida y lograr sus metas”, y de igual manera, “aunque dones en vida tampoco pasa nada”.

Enfermos y desprotegidos

La historia de Ileana no es compartida por muchas otras personas con enfermedad renal crónica. Datos del Centro Nacional de Trasplantes indican que alrededor de 80 por ciento de las personas anotadas en las listas para recibir un riñón donado, fallece mientras lo espera. Quienes sí lo lograron recibir esperaron alrededor de cinco años para ello, pero en 85 por ciento de los casos, el funcionamiento óptimo del órgano es de cinco años.

Por esa razón, miles de personas con enfermedad renal crónica requieren otro tipo de terapias de sustitución como la diálisis y la hemodiálisis, cuyo costo anual ronda los 250 mil pesos. Dichas terapias están garantizadas para las y los derechohabientes de sistemas de seguridad social como el IMSS, el ISSSTE, el ISFAM o Petróleos Mexicanos, pero no en el Seguro Popular, donde sólo pueden acceder a ellas las personas menores de 20 años, a pesar de que la enfermedad se concentra en mayores de 40 años.

De acuerdo con la Academia Nacional de Medicina, que en 2016 realizó un documento para fijar su postura sobre el panorama de la enfermedad renal crónica, la situación actual de atención al padecimiento del riñón refleja “el alto nivel de inequidad entre aquellos que tienen cobertura por parte de la seguridad social y aquellos que están fuera de ella”.

 

En abril pasado, la Sociedad Internacional de Nefrología advirtió que las cifras de prevalencia del padecimiento del riñón se están incrementando de manera muy rápida en los países de ingresos bajo o medio, y a pesar de la situación, son pocos los que han generado una política pública específica.


Terapias de sustitución

Una radiografía del tórax muestra, de manera geométrica casi exacta, a la mitad de la imagen una columna que divide en dos planos la toma elaborada a base de rayos X. En cada plano de la imagen, ligeramente despegados de la columna, dos figuras en forma de frijol, aunque con un poco más de curvaturas, relucen por sobre otros elementos. Son los riñones, un par de órganos del tamaño de un puño, cuyas funciones son filtrar y limpiar la sangre, elaborar los productos de desecho como la orina, controlar los niveles de agua y de diferentes minerales como el sodio y el potasio, controlar hormonas que ejercen labores para mantener la presión de la sangre así como los niveles de calcio en el cuerpo. Una vez que se presentan anomalías en el funcionamiento de los mismos existe una enfermedad renal, la cual puede ser crónica si persiste por más de tres meses.

La enfermedad renal crónica se presenta en cinco etapas, explicó a Letra Ese Karina Renoirte López, nefróloga del Hospital Civil de Guadalajara, quien refirió que los primeros dos grados son asintomáticos y los riñones funcionan a un 60 por ciento de su capacidad, por lo que las anomalías son imperceptibles y sólo se le puede detectar a través de exámenes de laboratorio como la química sanguínea, que ayuda a medir los niveles de creatinina en la sangre, un producto de desecho de los músculos que se concentra en la sangre y es eliminado por la orina, y los exámenes de orina, en los cuales, se busca que no haya proteínas contenidas dentro del líquido.

El tercer grado de la enfermedad significa que los riñones están trabajando entre un 30 y 60 por ciento de su capacidad, y pueden presentarse algunos síntomas como la disminución de la orina o la hinchazón de algunas partes del cuerpo. Sin embargo, en esta etapa, aún es posible corregir la situación y evitar su progreso, agregó la especialista.

Durante la etapa cuatro comienzan los problemas de insuficiencia y se le denomina de pre diálisis debido a que los riñones sólo funcionan entre 15 y 30 por ciento de su capacidad, haciéndose presentes algunos grados de intoxicación ante la imposibilidad de desechar las toxinas o de orinar, comentó la ex presidenta de la Asociación Nacional de Nefrólogos de México.

En el siguiente escalafón, indicó Renoite, es necesaria la sustitución del riñón debido a que funciona a menos del 15 por ciento de su capacidad. La mejor manera de reemplazarlo es a través del trasplante de riñón. Sin embargo, antes las dificultades para conseguirse un nuevo riñón, existen terapias como la diálisis y la hemodiálisis, sin las cuales, las personas podrían perder la vida.

En el caso de la diálisis, explicó la ex directora de Servicios Integrales de Nefrología, espacio especializado en servicios de nefrología donde se atienden muchas personas que carecen de derechohabiencia a un servicio de salud en diferentes entidades de la República Mexicana, es ambulatoria por lo que se le enseña a la persona a aplicarse el proceso por sí sola, el cual debe llevarse a cabo cuatro veces al día durante bloques de 30 minutos, por medio de un catéter que se coloca a la altura del abdomen.

 

Estas cifras podrían aumentar de manera considerable si se toma en cuenta que de las más de 100 mil personas que requieren de una terapia sustitutiva del riñón, sólo alrededor de 50 por ciento logra acceder a ella, y que alrededor de ocho millones de personas en México se encuentran en las primeras etapas del padecimiento, muchas de ellas sin saberlo

 

La hemodiálisis es un proceso automatizado por el cual se hace una limpieza de la sangre a través de máquinas a las cuales una persona debe conectarse entre tres y cuatro horas cada dos días para que sean eliminadas las toxinas de su torrente sanguíneo, agregó la especialista, quien recordó que en el país, una de cada 10 personas presenta algún grado de enfermedad crónica, y de estas, nueve de cada 10 no lo saben. Además, en toda la República Mexicana hay alrededor de 160 mil personas en grado 5 de la enfermedad, y se espera para 2025 la existencia de 210 mil, hecho que podría incrementar el problema de salud pública existente, pues la atención de la enfermedad renal requiere del presupuesto total del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos del Seguro Popular, por medio del cual se atienden 54 diferentes padecimientos, y que es superior a los 40 mil millones de pesos.

Costo social

Tristeza, debilidad, enojo y un constante malestar eran las combinaciones emocionales que todos los días vivía Martín antes de ser enviado a los servicios de diálisis del Hospital General de Zona 1 “Venados” del IMSS. De 54 años, con diabetes, la noticia de que debería iniciar una terapia de sustitución lo estremeció por completo, pues había escuchado de otras personas con diabetes que eso significaba que podría morir pronto. Miedo es la primera palabra que viene a su mente cuando recuerda el momento. Hoy, a seis meses de distancia, se siente mucho mejor y ha logrado retomar gran parte de sus actividades cotidianas, entre ellas trabajar. Recuerda que al principio le fue difícil adaptarse al uso del catéter y solicitó tres incapacidades en menos de cinco meses, situación que le estresó ante la posibilidad de perder su fuente de empleo. Mientras esto ocurría, en su mente no dejaba de pasar la idea de que “ya no servía”. Incluso, cuando le cedieron una máquina para poder realizarse la diálisis por las noches, cambió sus hábitos de sueño debido que iniciaba el proceso a las ocho de la noche y lo terminaba a las cuatro de la mañana. Hoy en día está esperanzado en que llegue el próximo año porque su médico le comentó que estaba apto para dejar de utilizar la diálisis y así retomar todos los aspectos de su vida, ya que, señala, entre otras cosas, dejó de salir de su casa por períodos prolongados.

La preocupación de Martín no es exclusiva de él. Durante el mes de noviembre se celebraron dos encuentros de pacientes renales, uno en la ciudad de México y otro en Guadalajara, Jalisco, éste último de corte latinoamericano, donde se discutió que uno de los mayores retos es evitar que las personas pierdan sus empleos ante la necesidad de utilizar terapias de sustitución, pues muchas de ellas aún son económicamente activas.

Parte de las conclusiones de dichos encuentros fue impulsar un plan nacional de enfermedad renal crónica para mejorar la calidad de vida de quienes viven el padecimiento y se mejore su atención en los diferentes sistemas de salud, comentó a Letra Ese Omar de Jesús Ruíz, director ejecutivo de Femetre, quien agregó que el gran reto es analizar el costo-efectividad de los tratamientos actuales, etiquetar en el Presupuesto de Egresos de la Federación a la enfermedad renal crónica y generar políticas públicas a favor de quienes viven con ella a fin de evitar situaciones como el desempleo o la falta de acceso a otras oportunidades sociales

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