La piedrita en el zapato
La creencia popular dice que si una persona se enoja mucho, podría derramar bilis. En realidad, se desconocen las funciones de esta sustancia. La bilis ayuda a digerir las grasas y también es un apoyo para excretar sustancias nocivas y subproductos del cuerpo. Cuando dichos componentes no están equilibrados, el trabajo para disolver las grasas se vuelve más complicado a tal grado que se obstruyen los conductos biliares, a la vez que comienza la formación de los llamados cálculos biliares, también conocido como piedras vesiculares o colelitiasis.
Los cálculos biliares son depósitos o cristales duros de bilis que se forman dentro de la vesícula biliar. Pueden clasificarse en dos tipos: los más comunes son los formados por colesterol, que se generan cuando éste pasa por los conductos biliares y no se disuelve, y están también los que se componen por bilirrubina, formados cuando los glóbulos rojos se están destruyendo y hay grandes cantidades de bilirrubina en la bilis.
No hay una causa específica para la formación de los cálculos biliares y en la mayoría de los casos no se presentan síntomas, sin embargo, cuando una persona tiene dolor tipo cólico en la mitad al superior del abdomen, fiebre, náusea y vómito, coloración amarillenta en la piel y los ojos y sus heces son color amarillo, puede considerarse que existe el padecimiento. El sobrepeso, la obesidad, la diabetes, la insuficiencia en la vesícula biliar, la cirrosis hepática o la pérdida acelerada de peso pueden favorecer la aparición de cálculos.
Existen tratamientos médicos que desintegran los cristales, pero algunos tardan aproximadamente dos años y no son garantía de que no volverán a aparecer. También cabe la posibilidad de recurrir a una cirugía, pero ésta no es necesaria a menos que se presente dolor.