Impacto del COVID en México — letraese letra ese

Director fundador | CARLOS PAYAN Director general | CARMEN LIRA SAADE • Director Alejandro Brito Lemus

SALUD SEXUALIDAD SOCIEDAD

ARCHIVO HISTÓRICO

Número

Usted está aquí: Inicio / 2022 / 01 / 05 / Impacto del COVID en México
× Portada Guardada!

Impacto del COVID en México


Casi tres meses pasaron desde que se reportaron los primeros casos de COVID-19 en China para que en México comenzaran a encenderse las alarmas por la creciente pandemia. Después del territorio asiático, se supo que en países como España e Italia se estaban registrando un gran número de casos y de fallecimientos. Días posteriores, se dio la noticia de que había un aumento de registros en Estados Unidos. La interrogante se transformó de si el nuevo coronavirus llegaría al país a cuándo arribaría a territorio mexicano.

Hacia finales de febrero de 2020, la realidad inminente tocaba la República Mexicana, los medios de comunicación alarmaban a la población. La Secretaría de Salud informaba sobre un hombre de 35 años de edad con antecedentes de viaje a Italia, a mediados de mes, que había dado positivo a las pruebas de COVID-19. En los días subsecuentes fue dado de alta al no presentar mayores complicaciones en su estado de salud. No ocurrió lo mismo con otro caso detectado casi a la par, el de un varón de 41 años, residente de la ciudad de México y quien había asistido a un concierto masivo a principio de mes. Su caso era diferente, pues vivía con diabetes, y dos semanas después de su detección, se convirtió en la primera persona fallecida por el SARS-CoV-2 en el país.

Desde ese momento y hoy, 22 meses después, el panorama es muy diferente. Se han registrado casi cuatro millones de casos y alrededor de 300 mil muertes en México. Del confinamiento de la población por muchos meses; de los debates por el uso o no de los cubrebocas; de la saturación de hospitales, se ha pasado a jornadas de vacunación masivas, al avance de la ciencia mexicana para contar con una vacuna propia, a la disminución de casos graves, al retorno a clases, entre otras situaciones. Pero poco se sabe sobre lo que ha ocurrido a nivel poblacional.

¿Qué ha ocurrido?

Durante el primer año de la pandemia, entre marzo y noviembre de 2020, siete por ciento del total de la población mexicana reportó síntomas relacionados con el COVID-19. De este grupo, dos terceras partes buscaron algún servicio de salud para recibir atención médica, e igualmente, dos tercios, la recibió, pero en un espacio privado, es decir, casi 70 por ciento de las personas detectadas con la presencia del coronavirus en su organismo acudieron a alguna institución privada de salud para encontrar alguna solución.

Estos datos, recién dados a conocer por especialistas del Instituto Nacional de Salud Pública, a través de un número especial de la revista Salud Pública, mostraron que en materia de detección, los servicios públicos tuvieron un mucho mayor impacto, ya que 38.3 por ciento del total de las pruebas aplicadas y 28.4 por ciento de los diagnósticos positivos fueron documentados en instituciones públicas de salud.

Sobre los tipos de atención recibida, en los servicios públicos, ocho de cada 10 personas usuarias sólo recibieron consulta médica y tratamiento; un 10 por ciento tuvo que ser ingresada a un servicio de emergencia y menos del mismo porcentaje fue hospitalizada o tuvo que utilizar servicios de terapia intensiva. En cambio, casi 100 por ciento de quienes acudieron a servicios privados, 96.4, asistieron a consulta y sólo tres por ciento recibió un servicio de emergencia.

Como parte de un ejercicio de interpretación de los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2020, que contó con un apartado especial para la medición del impacto del COVID-19, el equipo encabezado por Arantxa Colchero encontró que sólo a 15.4 por ciento de las personas con síntomas asociados a la enfermedad por la presencia del SARS-CoV-2 se les aplicó una prueba de detección, y de éstas, una de cada cinco dio positivo.

También se observó que alrededor de una tercera parte de la población que presentó síntomas no buscó alguna atención profesional. Entre las principales razones para no hacerlo fue que no consideraron que los síntomas fueran severos (63 por ciento); dos de cada 10 dijeron sentir miedo a infectarse en los servicios médicos y una de cada 10 personas considero que la atención podría resultarle muy cara.

 

Especialistas del Instituto Nacional de Salud Pública compartieron los primeros resultados de diversas investigaciones acerca de las repercusiones reales de la actual pandemia de coronavirus en la población mexicana. Desde temas de salud hasta sobre calidad de vida, los datos retratan la situación.

 

El papel de las comorbilidades

Para el caso de México, desde un principio se debatió sobre la posibilidad de que las personas con diabetes, hipertensión o colesterol alto fueran más propensas al COVID-19 que otras, sobre todo después de conocerse las características de los primeros casos, idea que prevaleció en el imaginario colectivo por muchos meses. Si bien la situación de riesgo podía ser mayor para quienes padecieran estas enfermedades, los datos recabados en este ejercicio demográfico mostraron que, en el caso de quienes reportaban obesidad, sí presentaban una mayor seroprevalencia respecto de quienes no la tenían, incrementándose las posibilidades hasta en un 46 por ciento.

Pero en las situaciones donde se presentaban diabetes tipo 2, hipertensión y dislipidemias, no se encontró una mayor prevalencia, lo que contrasta con primeros estudios, con muestras mucho más acotadas, en los que se aseguraba que había una prevalencia de diabetes de hasta 50 por ciento en quienes daban positivo a COVID-19, y de 31 por ciento, de hipertensión.

Sin embargo, como advierten los integrantes del equipo de investigación, en muestras más amplias, basadas en síntomas de posible COVID-19, y en las que se miden ciertos valores bioquímicos y clínicos, es posible observar que dicha correlación no ocurre.

Población infantil

Una de las más grandes incógnitas fue el desentrañar el impacto y los efectos del COVID-19 en la población infantil, pues, en un principio, se tenía como referente que este sector no resultaba afectado por el coronavirus. La evidencia científica mostró lo contrario tiempo después, por lo que, entre otras medidas, se continuó con la suspensión de clases presenciales por varios meses y se debatió sobre la posibilidad de vacunar o no a población pediátrica.

Los datos recabados por la Ensanut 2020 mostraron que hubo una prevalencia de 15.9 en el sector de edad de entre tres y cinco años, y de 27.6 por ciento en adolescentes de 16 a 19 años. En una medición, a nivel educativo, la prevalencia en educación primaria fue de 18.7 por ciento y de 26.7 por ciento en educación media. Sin embargo, casi 90 por ciento de los casos de educación primaria fueron asintomáticos, cifra que disminuyó a 80 por ciento en educación media.

Ante estas cifras, el grupo de especialistas determinó que en la población infantil y adolescente, la infección por SARS-CoV-2 es baja y usualmente asintomática, por lo que ante una mayor interacción social, es necesario mantener las medidas higiénicas para evitar el incremento del contagio.

 

La distribución de habitantes de la vivienda resultó ser un factor relevante para la transmisión del SARS-CoV-2, ya que en aquellas casas donde más de dos personas compartían dormitorio, las tasas de transmisión eran más altas que en donde sólo había una o dos personas por recámara.

 

Vida en los hogares

Por más de un año se mantuvo el semáforo rojo en todo la República Mexicana, lo que implicó que las personas permanecieran en sus hogares ante el cierre de un gran número de espacios públicos y de la implementación de trabajo a distancia, así como de clases escolares remotas. Gran parte de la información que se posee al respecto está relacionada con el incremento de la violencia en contra de las mujeres, pero se desconocían muchos otros aspectos.

A través de la Ensanut, se observaron algunas situaciones como que en aquellos hogares donde se registró algún caso positivo de COVID-19, en casi 50 por ciento sólo hubo ese registro; en 36 por ciento, dos casos, y en casi 20 por ciento, tres o más diagnósticos positivos. En los hogares donde todos sus integrantes tienen edad adulta o adulta mayor, el número de personas afectadas por el coronavirus fue menor en comparación con aquellos espacios habitación donde había población infantil, adulta y adulta mayor.

La distribución de las y los habitantes de la vivienda resultó ser un factor relevante para la transmisión del SARS-CoV-2, ya que en aquellas casas habitación donde más de dos personas compartían dormitorio, las tasas de transmisión eran más altas que en donde sólo había una o dos personas por recámara. De igual manera, la posibilidad de ventilación del espacio fue determinante para la diseminación del virus, pues en aquellos hogares donde había posibilidad de ventilación natural hubo una menor incidencia de casos que en aquellos donde no había una ventilación adecuada.

Por otra parte, en cuanto a la posibilidad de acceso a alimentos, casi 60 por ciento de los hogares mexicanos reportaron haber percibido algún grado de inseguridad alimentaria, es decir, carecer de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y para llevar una vida activa y saludable, debido a la falta de disponibilidad de alimentos y/o a la falta de recursos para obtenerlos. Algunos de los datos obtenidos mostraron que los hogares con mayor insuficiencia alimentaria fueron aquellos que contaban con integrantes menores de 18 años; eran encabezados por mujeres y registraban bajos índices de escolaridad. Pero otros factores que influyeron fueron la presencia de, al menos, un integrante del hogar con COVID-19 o la reducción de los ingresos salariales, y en caso de que ambos escenarios se conjuntaran, el grado de insuficiencia era mayor.

Secuelas del COVID-19

Alrededor de 16 por ciento de quienes han sido diagnosticados con COVID-19 reportaron, por sí mismos, secuelas varios meses después de haber sido dados de alta. La incidencia fue mayor en mujeres que en hombres, sobre todo en las áreas más densamente pobladas. Muchas de ellas habían sido hospitalizadas previamente.

Quienes reportaron mayores secuelas fueron las personas con estudios universitarios, mientras que quienes menos lo hicieron fueron personas con educación básica. Sin embargo, aún se desconoce el porcentaje de la población que fue diagnosticada con COVID-19 y ha tenido secuelas, así como la duración de las mismas o en qué consisten.

Como señalan las y los autores de los análisis de la Ensanut 2020 con respecto al nuevo coronavirus, la crisis vivida representa una oportunidad para cuestionar a los sistemas actuales de salud, evaluar y renovar las políticas públicas y líneas de acción e idear propuestas en beneficio de la salud de todas las personas con el fin de evitar un acceso inequitativo al derecho a la protección de la salud.

Comments
comentarios de blog provistos por Disqus