¿El derretimiento de los polos, el incremento de la temperatura o los agujeros de la capa de ozono están vinculados con la paradoja de altas tasas de desnutrición y obesidad en el mundo? En apariencia no, pero un grupo de cuerpos de investigación de diferentes partes del planeta, como la Universidad George Washington de los Estados Unidos y la de Auckland en Nueva Zelanda, han encontrado que el vínculo entre ambas situaciones es más estrecho de lo que pensaban, e incluso, hay interacciones sustanciales entre ambas problemáticas.

De acuerdo con un informe publicado en la revista británica The Lancet, a escala global, los índices de mala nutrición reflejan que hay algunos sectores de la población con problemas de desnutrición y otros en situación de obesidad, lo cual provoca que los problemas de salud relacionados con la alimentación complejicen las labores de las instituciones de salud, públicas o privadas. Las cifras son tan contrastantes como que hay alrededor de dos mil millones de personas con obesidad en el mundo y los índices de abatimiento de la desnutrición son insuficientes para lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible referente al Hambre Cero para 2030.

Al mismo tiempo, el cambio climático se ha convertido en una pandemia debido a sus efectos en la salud de las personas y en los sistemas naturales de los que la humanidad depende para su subsistencia.

Los equipos que han conformado una comisión de investigación científica sobre nutrición han propuesto que esta situación se enmarque dentro del concepto de sindemia global, la cual afecta a un gran número de personas en las diferentes regiones del mundo, y se acuña por el hecho de que a escala global hay una sinergia de las epidemias de desnutrición, cambio climático y obesidad debido a que ocurren de manera simultánea en el mismo tiempo y espacio, interactúan entre ellas, produciendo secuelas complejas y compartiendo indicadores sociales.

Su propuesta deriva de replantear el problema de la obesidad en cuatro distintas vertientes. La primera, es tomar en cuenta el hecho de que la prevalencia de la obesidad se está incrementando en todas las regiones del mundo debido a que ningún país ha logrado revertir la epidemia pues los problemas sistémicos e institucionales para subsanar la situación no han disminuido, sino que se mantienen.

A escala global hay una sinergia de las epidemias de desnutrición, cambio climático y obesidad debido a que ocurren de manera simultánea en el mismo tiempo y espacio, interactúan entre ellas y producen secuelas complejas, además de que comparten indicadores sociales.

Por otra parte, hay evidencia de que las recomendaciones para revertir los problemas de obesidad son aceptadas por los Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud desde hace tres décadas pero no han sido traducidas en un cambio sustantivo y tangible.

Al igual que lo ocurrido con el Acuerdo de París, en materia de cambio climático, no se perciben como urgentes los problemas económicos y sanitarios derivados de la obesidad a fin de generar políticas públicas específicas derivadas de recomendaciones de grupos de expertos.

Y, por último, la obesidad ha sido históricamente considerada como un problema aislado de otros desafíos globales, por lo que dicha visión debe transformarse.

Paradojas
Comúnmente, se podría pensar que no hay una relación entre la desnutrición y la obesidad. Sin embargo, parte de la evidencia científica revisada ha mostrado que la desnutrición infantil está estrechamente ligada a la obesidad en etapa adulta, presentándose mayores indices en los países de ingresos medio y bajo. Uno de los detonantes de la desnutricón y la carestía de alimentos es la inseguridad alimentaria, que deriva, entre otros factores, de fenómenos climáticos como sequía, lluvias excesivas, ciclones, fuertes nevadas, erosión de los suelos, entre otros, provocados por las emisiones de gases de los grandes centros urbanos e industriales.

Por otro lado, en los países de ingresos altos se da el fenómeno de la urbanización, trayendo consigo un mayor uso de transporte motorizado, reduciendo los índices de actividad fìsica de la población, incrementándose la prevalencia de obesidad y la emisión de gases de efecto invernadero.

De igual manera, mientras más urbanizada se encuentre una sociedad, hay una notable modificación a los patrones alimenticios de la misma, ya que se registra un incremento en el consumo de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas, así como de carne de res y de alimentos en cuyos procesos de producción hay altos indices de emisiones de gases de efecto invernadero.

El cruce de las problemáticas debe llevar a la búsqueda de soluciones que impacten en los indicadores de desnutrición, obesidad y cambio climático de manera simultánea. Por ejemplo, promoviendo un cambio en las guías alimentarias de cada país.

Guías de alimentación
De acuerdo con la Comisión, la interseccionalidad de las problemáticas debe derivar en la búsqueda de soluciones que impacten en los indicadores de desnutrición, obesidad y cambio climático de manera simultánea. Por ejemplo, un cambio en las guías alimentarias de cada país.

Dichas guías tienen el objetivo de ser el instrumento base para el diseño de políticas públicas en materia de alimentación y nutrición, y de ellas derivan los planes y estrategias educativas enfocadas a la mejora de los hábitos alimenticios y la promoción de los estilos de vida saludables para evitar enfermedades crónicas.

La revision llevada a cabo por los equipos de investigación mostró que son pocos los países que han tomado en cuenta la noción de sustentabilidad, comprendida como la capacidad de satisfacer las necesidades económicas y de bienestar de las generaciones actuales sin comprometer los recursos y oportunidades de las generaciones venideras, en la elaboración de sus guías alimentarias.

Tomar en cuenta a la sustentabilidad como parte de una política alimentaria implica promover en la población el consume de una dieta basada en vegetales, frutas y legumbres. Algunos de los países que lo han hecho son Alemania, Brasil, Suecia y Catar, en cuyas guías se promueve el consumo de alimentos de origen vegetal, de preferencia, de producciones locales, a fin de que su cultivo no represente un impacto considerable en la ecología local, y se consiga ese mejoramiento de la dieta, tomando en cuenta la seguridad alimentaria la salud y el bienestar social.

Lo anterior, han advertido los especialistas, con respecto a lo que se ha llamado la “dieta planetaria”, no significa que la persona deje de comer carne para siempre, sino que reduzca sus porciones de ingesta de proteínas de origen animal en un menor gramaje, con una frecuencia de una a dos veces por semana, y satisfaga sus necesidades nutrimentales con productos de origen vegetal. Asimismo, consideraron urgente la reducción de desperdicio de alimentos, pues su no utilización implica un desperdicio de comida, pero también de recursos naturales para su producción u obtención, con cierto impacto ambiental, que podría limitar la posibilidad de dotar de alimentos a los 10 mil millones de personas que habitarán la Tierra para 2050.

Conflictos y esperanza
A pesar de los esfuerzos, se detectó que la industria alimentaria ha realizado fuertes cabildeos para que no se produzcan estos cambios en las políticas públicas de alimentación y no se suprima o regule la venta de alimentos ultraprocesados,bebidas azucaradas, carne, azúcar y lácteos. 

Para losintegrantes de la Comisión, los intereses comerciales representan uno de los grandes obstáculos debido a que interfieren con el diseño de políticas públicas, propiciando situaciones de conflicto de intereses y afectando directamemte a la salud planetaria, que se puede comprender como el logro de los más altos estándares alcanzables de salud, bienestar, y equidad en los diferentes sistemas humanos (económico, politico y social) que tendrán un impacto en el futuro de la humanidad y los sistemas naturales de la Tierra, sin los cuales, la humanidad no puede subsistir.

De esta manera, el objetivo de replantear la situación global a partir de este enfoque de trabajo, es reorientar a la sociedad para promover la salud, la equidad, la prosperidad económica y la sustentabilidad mediante el involucramiento de las personas, las comunidades y diferentes sectores, incluidos los de toma de decisión. A fin que se conjunten fuerzas para buscar las mejores soluciones conjuntas posibles a las pandemias de obesidad, desnutrición y cambio climático en aras de presevar y mejorar la salud planetaria.