El sol a plomo: queratosis — letraese letra ese

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El sol a plomo: queratosis


Con la exposición al sol, la piel transmite efectos benéficos como la estimulación de la circulación sanguínea, la producción natural de vitamina D (necesaria para la fijación del calcio), mejora en la calidad del sueño y activación de la producción de hormonas sexuales. Sin embargo, la prolongada o excesiva radiación también causa una gama de padecimientos, entre las que se encuentra la queratosis.

Caracterizada por las visibles y comunes lesiones en la piel, la queratosis aparece debido al crecimiento acelerado y engrosamiento de la capa córnea, es decir, el tejido más externo de la epidermis. Existen varios tipos de queratosis: pilaris (asemejada a la piel de gallina), punctata (ocasionada por una bacteria que daña principalmente las plantas de los pies), herpética (originada por el virus del herpes simple, afectando la cara), aunque las principales son la actínica y la seborreica.

La queratosis actínica son lesiones escamosas y precancerosas de color rojo, café o amarillento. Algunas lesiones son diminutas y otras bastante visibles que suelen aparecer en zonas de mayor exposición al sol, por ejemplo, la cara, el dorso de las manos, el cuero cabelludo, el pecho, los bazos, entre otras partes del cuerpo. Por ello, es importante acudir al dermatólogo luego de su aparición, pues con el tiempo podría desarrollarse cáncer de piel.

Las queratosis seborreicas, por otro lado, son laceraciones benignas, asemejadas a los lunares; con apariencia ovalada e irregular, incluso parecieran estar adheridas a la piel, su tonalidad es de color negro que, en ocasiones son confundidas con tumores. Si bien no son cancerígenas, es importante acudir al especialista para descartar su peligrosidad. De igual forma, afecta a personas mayores de 40 años, aunque la exposición al sol llega afectar a los jóvenes. Su incidencia aumenta con la edad, prevalece en razas blancas y las zonas donde aparecen son la mismas que la actínica (espalda, tórax, cara) sin importar el sexo, aunque sí la predisposición hereditaria.


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