Al margen del género binario — letraese letra ese

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Al margen del género binario


La comunidad jugadora de Pokémon Go, un videojuego de realidad aumentada que se ejecuta desde el teléfono celular, está conformada por gente los más diversos tipos. Desde niños hasta ancianos, recorren las calles cazando personajes, y se mantienen fieles a ese entretenimiento alrededor del mundo. Así, con 550 millones de descargas del juego (contabilizadas hasta marzo pasado), lo que suceda al interior de la comunidad no es poca cosa. Por eso causó tanto revuelo el hecho de que la franquicia lanzara su primer personaje de género no binario.

El juego está dividido en un sistema de clanes o equipos, donde destacan los líderes de cada uno. Así, el personaje que lidera el equipo Sabiduría, llamado Blanche, ha sido mostrado ante los jugadores como un personaje de género no binario, esto es, que no se identifica como hombre ni como mujer. Al escribir sobre este personaje en idioma inglés, los creadores del videojuego se refirieron a él como con el pronombre neutro “they”, que se usa igual para decir “ellos” que “ellas”, lo cual evita los pronombres masculino y femenino. El pronombre they ha sido adoptado por las personas angloparlantes que no desean ser encasilladas como hombres ni como mujeres, por lo que su utilización en el juego dio mucho de qué hablar.

Aunque Pokémon Go no se ha pronunciado oficialmente al respecto, los jugadores observaron que, desde el momento de su aparición, se ha usado el pronombre they para referirse a Blanche, mientras que se usa el pronombre masculino para hablar de Spark, el líder del equipo Instinto. Respecto a la polémica de Blanche, se puede encontrar un tweet, aparentemente de 2016, donde su diseñadora, Libby Mikrokosmos, afirma que el género de Blanche es “cualquier impresión o sensación que te dé el diseño”.
El peculiar uso del lenguaje de este caso sólo se ve en inglés, pues en español, francés, alemán y portugués, los pronombres para referirse a Blanche son femeninos. No obstante, esto no quita lo que se pueda interpretar como una franca postura en pro de la no binariedad de género; una postura nada despreciable en una franquicia que ha generado ganancias cercanas a los 2,500 millones de dólares.

Los márgenes del sistema binario
Lo binario es aquello que se conforma únicamente de dos elementos. Luego entonces, ser no binario significa no ser ninguno de los dos elementos de un conjunto dado. Esto, en realidad, cuestiona la existencia del propio conjunto.

“Sexo: femenino o masculino”, se puede leer en prácticamente todas las formas que una persona debe llenar en algún acto que tenga que ver con identificarse. Desde el acta de nacimiento, pasando por todos y cada uno de los trámites como subirse un avión o rentar un auto, el sistema legal (y social) exige que la persona se declare hombre o mujer. Por lo general, esta clasificación tiene que ver con los genitales que porta el ser humano en cuestión, y se asume que si son genitales de hembra (hablando en términos de especie biológica), entonces se tratará de una mujer (o de género femenino) y si son genitales de macho, entonces será un hombre (o de género masculino).

Sin embargo, hoy ha surgido un nuevo grupo de personas que no desea ser encasillado en ninguna de las dos categorías en las que la mayoría de las personas se inscribe. Hay quienes sienten que no encajan a la perfección ni como hombres ni como mujeres. Esto no tiene que ver con su cuerpo (no son, por ejemplo, intersexuales o “hermafroditas”), sino con la forma en que expresan su identidad ante la sociedad. Esto es, algunas personas asumen un género que mezcla elementos de lo masculino y lo femenino, o un género que es diferente de esas dos categorías.

 

Lo binario es aquello que se conforma únicamente de dos elementos. Luego entonces, ser no binario significa no ser ninguno de los dos elementos
de un conjunto dado. En este caso, el conjunto hombre-mujer.

 

De acuerdo con la explicación que da el sitio web Transequality, especializado en derechos de las personas transgénero (aquellas que transitan desde un género que les fue asignado al nacer, hacia el otro, que es al que realmente sienten pertenecer), hay gente que no se identifica con ningún género o cuyo género puede variar (ir de un extremo a otro) con el tiempo.

Así, quienes no se identifican en el sistema binario han adoptado diferentes acepciones. La mayoría ha surgido en inglés, pero se ha podido traducir al español como género queer, agénero, bigénero o simplemente no binarios. Aunque todos estos términos tienen significados diferentes, aclaran los activistas de Transequality, todos hablan de una experiencia que no se enmarca en “femenino” o “masculino”. Al hablar de una “experiencia” se aclara que ser no binario no depende del cuerpo que se tenga, de ser “andrógino” ni de ser intersexual, sino de cómo la persona se desenvuelve y se presenta ante el mundo.

Ser en libertad
La fila de espera en los controles de seguridad de los aeropuertos de estados Unidos es larga. Cada pasajero debe despojarse de todo lo que lleva consigo y distribuirlo en charolas. El siguiente paso es colocarse en el escáner corporal, que, de hecho, deja ver mucho más que sólo algún objeto metálico o de apariencia sospechosa. A tanto llega el escaneo que el encargado del aparato debe presionar uno u otro botón para registrar si el pasajero es hombre o mujer.

Al fin es el turno de Robin, quien entra en el escáner, levanta los brazos y cuando su cuerpo queda en forma de X, el oficial duda unos momentos. Robin, detrás de la placa del escáner, le dice “femenino”. Tiene que repetirlo en voz más alta, “¡femenino!”, pues la placa interfiere con el sonido de su voz. “¡Claro, femenino!”, parece decir, aliviado, el guardia de seguridad, que por fin encuentra algo que encaja en su concepción de los géneros. Aunque creía estar viendo a un “hombre”, a decir de la vestimenta y el cabello corto, “algo” le decía que en realidad era una “mujer”.

La experiencia la describe Robin Dembroff, docente asistente de filosofía en la prestigiosa Universidad de Yale, en su artículo Why be nonbinary? (¿Por qué ser no binario?), publicado en la revista electrónica Aeon. Robin nació con genitales de mujer y fue registrada como tal, pero ahora se asume como una persona de género no binario, aunque su apariencia es leída con frecuencia como “masculina”.

Entre todo lo que le ha significado experimentar el mundo como una persona andrógina desde la niñez, Robin cuenta que se asumió no binaria porque ha podido observar “hasta qué grado las expectativas y asunciones de género saturan nuestras vidas”.

Por esto, Dembroff considera la no binariedad como una identidad flagrantemente política, apta para quienes buscan usar el autoconocimiento para ayudar a desmantelar el sistema de género, el cual “controla estrictamente lo que podemos ser y hacer”. El ser no binario, sostiene, es poner la existencia de alguien en oposición al sistema.

Ante quienes afirman que los de género queer solo mezclan elementos de lo masculino y lo femenino, Robin declara que, si bien se puede reconocer que hay elementos de un género y otro en una misma persona (tacones, barba, maquillaje o pelo corto), esto no es propiamente una estética andrógina. Y cuestiona: ¿por qué la insistencia de leer a alguien desde la misma perspectiva binaria del género que ese alguien cuestiona? No es cosa menor si consideramos que las categorías de género brindan el punto de partida para juzgar todo lo que una persona hace: sus relaciones personales, su ocupación, su ropa, sus habilidades atléticas, su inteligencia, su personalidad y muchas otras cosas.

 

Las categorías de género brindan el punto de partida para juzgar todo lo que una persona hace:  sus relaciones personales, su ocupación, su ropa,
sus habilidades atléticas, su inteligencia, su personalidad y muchas otras cosas.


 

Una nueva forma de nombrar
La construcción del idioma español implica que la terminación de algunas palabras (los sustantivos y adjetivos, principalmente) indiquen el género y número de lo que se nombra. En cuanto a este último, las palabras pueden ser singulares o plurales, y también pueden ser masculinas o femeninas. Cuando lo nombrado es una persona y esa persona no desea ser clasificada como femenina o masculina, comienzan los problemas, o al menos, la confrontación con el sistema binario de género que dicta que se debe ser una u otro.

En un principio, el intento por nombrar lejos del masculino y el femenino surgió por la necesidad de visibilizar a las mujeres. Se gestaron entonces soluciones de lo más diversas: el “todos y todas”, el uso de la arroba (@) para simular una “o” mezclada con una “a” en lugar de la última vocal, y el uso de la “x” en ese mismo sitio. Pero nada parecía funcionar para la finalidad buscada sin romper demasiado las reglas del idioma. Más aún, en el caso de las personas no binarias, estas posibilidades sonaban todavía menos útiles.

Interesada en este asunto, la traductora Rocío Gómez, egresada de la Universidad de Morón, en Argentina, publicó su Pequeño manifiesto sobre el género neutro en castellano.

Una de las motivaciones para este documento, afirma la autora, es “la emergencia de identidades de género que no responden al binario hombre-mujer”. Su propuesta concreta es usar la “e” como vocal neutra. Esta opción ya registra cierto uso, pero el manifiesto ayuda a fundamentar lingüísticamente su utilización.

La e ya aparece en el español “como una vocal que no indica género, tanto en sustantivos como en adjetivos”. Por ejemplo, se presenta en palabras como presidente, asistente, inteligente o estudiante. “Es éste entonces el medio más adecuado para indicar un género neutro”, concluye Gómez, por lo que bien podría decirse “ciudadane” o “simpátique” al referirse a alguien con género neutro.

Por otro lado, no es que la totalidad de las personas no binarias quieran ser denominadas de manera neutra en el lenguaje. Hay quienes, incluso, aceptan los pronombres femeninos o masculinos, aunque siguen enarbolando su ageneridad.

En tanto se visibiliza más esta identidad, el sitio web Transequality hace algunas sugerencias para mostrar respeto a los individuos no binarios. Entre ellas, y en lo que se refiere al uso del lenguaje, se recomienda, simple y llanamente, preguntar cómo es que la persona quiere ser denominada. Es entendible que usar palabras poco usuales (“amigue”, por ejemplo) puede parecer raro al principio, pero “es una de las formas más simples y más importantes para mostrar respeto por la identidad de alguien”.

Para muchos, esta medida puede parecer excesiva y quizás innecesaria, pero ¿no ha sido así con todos y cada uno de los cambios en el sistema de sexo-género que se han dado en las últimas décadas?

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